Primavera para la democracia
Lola y Carlos son los progenitores de un niño de siete años que desgraciadamente murió en un lamentable accidente. En pleno duelo tuvieron que permitir la donación de los órganos de su hijo, con lo que gracias a tan altruista decisión seis niños pudieron seguir viviendo o mejorar su estado de salud. Un corazón, dos pulmones, un hígado y dos riñones hicieron el milagro. Hoy Carlos y Lola viven con menos amargura la desaparición de su querido hijo, al ser conscientes de que su muerte ha significado la vida para otros niños. Esta dura historia humana, al mismo tiempo que solidaria, me hace recordar una pregunta que hice a los alumnos en una de mis clases: ¿cuántas personas estaríais dispuestas a donar los órganos? Algo más de la mitad se manifestaron a favor. A la segunda pregunta: ¿cuántas estarían dispuestas en caso de necesidad a recibir un órgano? Todas las manos se alzaron a la vez. María es una mujer mayor a la que se le viene a la memoria, con ojos húmedos y rostro satisfecho...