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Mostrando entradas de febrero, 2023

ENRIQUE, SIEMPRE ANIDARAS EN NUESTROS CORAZONES

  Eran las 7 de la mañana de un quince de febrero cuando Enrique de Castro inició su viaje a la “otra orilla del río de la vida”. Con sus ochenta años recién cumplidos, Enrique ha sido un referente por su entrega a las personas más excluidas y empobrecidas. Me imagino a Enrique allá donde se encuentre abrazando y besando a tantos chavales con los que ha compartido la vida. Jóvenes que no llegaron a alcanzar más de tres o cuatro decenas de años por carecer del cariño y la seguridad de una familia, de una sociedad, que los amparase y criase. Enrique para ellos era su padre, su madre, su luz, su fuerza. La humanidad que tanto anhelaban. Siempre guardaré en mi corazón algunos momentos inigualables que viví con Enrique, de los muchas que compartí con él en sus idas y venidas a Córdoba. Con motivo de una desavenencia que tuve con un chaval con graves problemas debido a las toxicomanías me dijo: nunca dejes a uno de tus chavales en el camino. Se me cogió un nudo en el estómago y le contesté

ENRIQUE DE CASTRO

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  Belton Brecht de haber conocido a Enrique de Castro le hubiese dedicado estas palabras: “Hay hombres que luchan un día, y son buenos; hay otros que luchan un año, y son mejores; hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos, pero hay los que luchan toda una vida… ésos son los imprescindibles”.   Enrique de Castro, conocido como el cura de la parroquia de Entrevías, o por algunos titulares mediáticos como el cura rojo de Vallecas , fue uno de esos incansables luchadores por las personas más empobrecidas y excluidas de los últimos 50 años. Ordenado sacerdote en 1972 y destinado a Vallecas, cambió repentinamente su vida al darse de bruces con la realidad social en la que miles de personas tenían que vivir a diario situaciones de extrema pobreza, exclusión, explotación, carencias afectivas, rupturas por la droga y por la cárcel, desesperación, etc.   Proveniente de una familia de clase acomodada, Enrique fue educado para ser una buena persona, conservadora, al servicio de la e

SABOREAR LA VIDA

  Hace algo más de un año escribía en este Diario que cualquier ser humano cuando nace queda al arbitrio de tres dígitos del azar: el lugar, el ambiente familiar donde crece y la herencia genética, ésta última muy determinada por los dos anteriores. Esta combinación es el resultado de cada persona que habita este maravilloso y único planeta.          ¿Cómo saborean la vida cada uno de los ocho mil millones de habitantes de la Tierra? Evidentemente, desde cada realidad en la que transcurre el día a día. Nadie nace con un pan debajo del brazo, ni con una cuenta corriente, ni con un hogar, ni con un título escolar o universitario, ni con un certificado que garantice una buena salud física o mental. Ni dios o la vida son dueños del azar, de lo contrario serían crueles, ni nada al nacer se nos dará por méritos propios.          Las personas que tienen la suerte de saborear la vida son principalmente las que han crecido en un ambiente cálido y afectivo, una cuna de cuidados y atenciones,