Cordoba, una gran ciudad
A Córdoba se la podría representar a través
de tres estratos. Un estrato soterrado, lleno de riquezas arqueológicas que nos
hablan de su esplendoroso pasado. Un primer piso, el presente, que nos sitúa
estadísticamente en el furgón de cola de la economía española. Y, por último,
un segundo piso a construir con algún que otro motivo de optimismo, como poder
llegar a ser la capital de la cultura europea para el 2016.
Precisamente, para la obtención de tan
deseado título estamos sobrados de historia y arte, pero bastante faltos de un
presente consolidado que nos abra la puerta a ser capital europea.
Posiblemente, el factor que más ha determinado este retraso haya sido la falta
de modernidad con la que nuestra ciudad encaró el siglo XX, una ciudad centrada
en el sector primario de la economía y donde las ganancias de los
terratenientes iban a engrosar las cuentas bancarias de entidades foráneas. Por
otro lado, la Iglesia
local, con un excesivo poder sobre todo económico ejercido a lo largo del siglo
pasado y primeros años del presente. Todo ello ha motivado en la ciudad un
sombrío panorama social y cultural, del que durante los últimos años parece
haber comenzado a librarse.
Córdoba tiene unos cimientos a todas luces
envidiables, sin embargo su presente necesita de una gran reforma que lo
revolucione, y sin ella difícilmente podremos construir ese añorado segundo
piso que nos abra las puertas definitivamente a la modernidad. Estamos
asistiendo a esa remodelación con la caída de Cajasur y con la apuesta de
empresas venidas de fuera para el desarrollo de la ciudad. Valga a modo de
ejemplo tanto la vasca BBK como la italiana Augusta B.C., compradora del
Córdoba CF.
El momento político por el que pasa la
ciudad tampoco favorece este cambio tan necesario para el futuro inminente de
Córdoba. Una IU desgastada por su larga trayectoria de poder en el
Ayuntamiento, 28 años llevando las riendas en Capitulares. Un PSOE que ha
apostado por otras ciudades andaluzas como, por ejemplo, Sevilla o Málaga, en
detrimento de la nuestra; posiblemente porque el PSOE cordobés no haya tenido
la suficiente fuerza en Sevilla ni en Madrid. Un PP al que todas las encuestas
le dan buenos resultados electorales y que, sin embargo, su número uno siempre
se muestra empeñado en cuestionar las obras, que son de indudable importancia
para el despegue de esta ciudad, como son el palacio de congresos y el
aeropuerto. Córdoba necesita un nuevo palacio de congresos ya, que la ponga al
mismo nivel de Sevilla, Málaga y Granada, y un aeropuerto operativo que la haga
visible en el mapa de las comunicaciones internacionales. Estas dos obras
darían un impulso a la ciudad y generarían centenares de puestos de trabajo,
tan necesarios hoy en día.
Sin embargo, lo anterior no se soluciona
con nuevos ensayos a lo Jesús Gil o a lo Ruiz Mateos, a todas luces nefastos
para aquellos lugares donde han desarrollado su falso mesianismo. El anuncio de
Rafael Gómez no debería pasar de una simple anécdota para nuestra ciudad, como
mucho de una mala inocentada. Puestos a imaginar, tal vez este salvador lleve
de número dos a su amigo Miguel Castillejo que, por cierto, sigue con sus
posesiones y su pingüe pensión vitalicia, con todo lo que está cayendo, tras
haber arruinado a Cajasur.
La solución sólo puede venir de personas
trabajadoras e inteligentes que estén dispuestas a entregarse en cuerpo y alma
por su ciudad. Personas que valoren lo mejor de esta ciudad, como por ejemplo
la universidad o el hospital regional Reina Sofía, y apuesten por consolidar el
débil tejido productivo, tengan la habilidad de traer empresas que generen
riqueza y puestos de trabajo, consoliden definitivamente la oferta turística y
hagan de Córdoba uno de los nudos de comunicaciones más importantes del país.
Personas que estén convencidas del papel que Córdoba puede jugar en el terreno
de la interculturalidad. Personas luchadoras que crean en la igualdad y la
justicia social con el fin de conseguir una ciudad inclusiva, que bajen los
índices de empobrecimiento y exclusión social para hacer de Córdoba una ciudad
cohesionada. Personas que hagan aflorar la economía, bajando los índices de la
economía sumergida, que sean capaces de solucionar el grave problema de las
parcelaciones ilegales.
Solo así podremos decir, por nuestro
pasado, a través de un nuevo presente y pensando en un esperanzador futuro, que
Córdoba es una gran ciudad.
* Profesor y presidente de
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