CEGADOS Y RESIGNADOS
Ibrahim, el menor de siete hermanos, llegó del vecino Marruecos siendo un adolescente. En el seno de su familia de acogida continuó su crianza junto a Jalid, su hermano y amigo del alma. En ella se dejó querer y educar hasta alcanzar la universidad y licenciarse. El respaldo de su familia andaluza le supuso conseguir la nacionalidad española. Nunca se olvidaría de su tierra y de su familia de origen. Como cualquier hijo, ha querido honrar a su madre haciéndola partícipe de su vida en esta tierra andaluza que tanto sabe de mestizajes a lo largo de la historia, siendo él un claro ejemplo de ese magnífico resultado. Soñaba con que su madre compartiera su casa, techo y mesa, paseara por la ribera del Guadalquivir y disfrutase de nuestras calles y plazas, tomándose un refresquito en la vecina Corredera. Pero, la maldita ley de extranjería, deshumanizadora, excluyente y criminal, alza un imponente muro para que este encuentro materno y filial se frustre. Quivira, desde su aldea de Marr