EL DESEMBARCO DE LA EXTREMA DERECHA EN LA SEMANA SANTA ANDALUZA
Mucha gente esperaba con
entusiasmo la llegada de la Semana Santa 2022 después de dos años sin salir
procesiones a causa de la pandemia. La Semana Santa junto a las ferias de
nuestras ciudades y pueblos es la gran fiesta andaluza. Puede gustar o no,
puede que se vea como algo trasnochado, puede que no se entienda más allá de
Despeñaperros, lo que no cabe duda es que nos referimos a una fiesta que
traspasa los muros de la fe y de la propia religión. Por elegir una de tantas
definiciones, la calificaría como la fiesta de los sentidos.
Coincidiendo
con el equinoccio de marzo o primavera, los miles de naranjos de las calles de
nuestros pueblos y ciudades exhalan a los cuatro vientos los aromas de sus
discretos y blancos azahares. Bajo este embriagador aroma, que nos regala el
sentido del olfato, gran parte del pueblo andaluz vive una de sus más hermosas
semanas, la Semana de Pasión, que ahonda sus raíces en los paseos por el Nilo
de las antiguas divinidades egipcias o en las pequeñitas diosas ibéricas
preñadas de vida o en las procesiones de los dioses romanos. Una semana donde se
degustan los alimentos propios de la festividad (pestiños, rosquitos, torrijas…).
Es una gozada para el sentido del gusto saborear estas exquisiteces que parecen
haber salido de la mano de una abuela andalusí. Ni que decir tiene que junto al
olfato y gusto los sentidos de la vista, el oído o el tacto se estimulan ante
la belleza de las obras de arte, las saetas y la multitud humana que recorre
las calles en busca de un paso o trono.
En las últimas décadas gracias a la llegada de la
democracia y las innovaciones efectuadas por el Concilio Vaticano II las
cofradías se han ido modernizando, superando lacras históricas como el rechazo
de la igualdad entre hombres y mujeres, la incorporación de la juventud y la
superación de no estar las juntas de gobierno al capricho de algún noble o
cacique.
Llevamos
unas décadas observando cómo crece el número de cofradías y de hermanos
nazarenos, cómo se sigue incrementando el patrimonio, cómo existe un mayor
compromiso social, sin embargo, es muy lamentable su utilización por los
intereses de la jerarquía católica y de dirigentes políticos. Los obispos creen
haber encontrado en las cofradías y hermandades un gran caladero de seguidores.
El obispo de
Asidonia-Jerez afirmaba en un periódico local de la bella ciudad gaditana que
apostaba por las hermandades al ser hoy en día “espacios de Iglesia donde se
transmite la fe”. El viejo dicho popular, “si Mahoma no va a la montaña, la
montaña va a Mahoma”, se escenifica en la actitud de los dirigentes eclesiásticos
que ven como los templos se les quedan vacíos de fieles, utilizando a las
cofradías como medio para “conquistar” la calle a través de estas
manifestaciones que trascienden lo meramente religioso. Además, dada la
ideología rigorista de la actual jerarquía católica, pretenden rescatar el
nacionalcatolicismo a través de la utilización de la rojigualda y otras
simbologías, usurpadas por la derecha más rancia y la extrema derecha, siendo cada
vez mayor su participación en estas manifestaciones populares. Pervirtiendo una
de las fiestas más ancestrales de Andalucía al ser utilizada como propaganda electoral
y afirmación de la identidad nacional españolista de la “una, grande y libre”.
Asociaciones como Europa Laica vienen
denunciando ante el defensor del pueblo esta vulneración de la aconfesionalidad
recogida en la Constitución, cometida tanto por los gobiernos del PP y PSOE. Un dato palpable
de ello es la participación de las fuerzas armadas en más de 200 procesiones y
actos religiosos en Semana Santa. Entre ellas, es conocida la procesión del
Cristo de la Buena Muerte en Málaga, donde la presencia de la legión constituye
el mayor “espectáculo” de la Semana Santa malacitana, fundiéndose este cuerpo
de origen colonial del ejército español con el catolicismo. El “espectáculo” de
la legión en Málaga saltó a todos los medios de comunicación en 2018 cuando
hasta cuatro ministros del
gobierno de Rajoy (Defensa, María Dolores de Cospedal; Justicia, Rafael Catalá;
Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo; Interior, Zoido) asistieron al acto
matinal en torno al Cristo de la Buena Muerte, de la Congregación de Mena,
cantando al unísono con los legionarios el “novio de la muerte”.
Recientemente se ha anunciado la
propuesta de un magno Santo Entierro en Sevilla con motivo del 775 aniversario
de la “reconquista de Sevilla” por el rey Fernando III. En 1948, durante los
años más represivos y sanguinarios de la dictadura franquista, se organizó otra
procesión similar con ocasión del 700 aniversario de la susodicha “reconquista”.
Hechos como este enturbian el verdadero sentido de la Semana Santa andaluza. Precisamente, Alejandro García Sanjuán, catedrático de historia
medieval en la Universidad de Huelva, especializado en la historia de
Al-Andalus, ha iniciado una campaña, junto a otros historiadores, para que la RAE
reaccione y supere el anacronismo “reconquista”, que después de casi 50 años de
la muerte de Francisco Franco el Diccionario de la Real Academia Española (RAE)
sigue utilizando (“Recuperación del territorio hispano invadido por los
musulmanes en 711 d. C., que termina con la toma de Granada en 1492”). García
Sanjuán publicó en eldiario.es, en 2018 y en 2021, artículos alertando de
que la
“vinculación” de la reconquista con España constituye
“el resultado de una lectura identitaria del pasado, sesgada y tendenciosa”, y
que el término se ha
asentado en la agenda ideológica de la ultraderecha, ya que
la reconquista es una idea que crea la historiografía nacionalista en el siglo
XIX y que recupera el franquismo. Es un invento que utilizó la “cruzada” de
Franco para vincularla a la “recuperación del territorio español”.
Otro ejemplo de la vuelta al
nacionalcatolicismo tuvo lugar el pasado viernes de Dolores en Córdoba, el
presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, se fotografió,
acompañado por el obispo y el alcalde, en el camarín de la Virgen de los
Dolores, la mayor devoción mariana de la ciudad ante la atenta mirada de los
fieles que asistían a misa.
José María Herrero, Juanma Moreno,
Demetrio Fernández y José María Bellido. /Foto: LVC
¿Cómo
despojar a la Semana Santa de esta lacra que va en contra de su esencia? En
primer lugar, se deberían derogar todas las normas que vulneran la
confesionalidad estatal en los eventos de la Semana Santa y otras
manifestaciones religiosas. El uso manido de la bandera de España, de la marcha
real y de la participación del ejército en las procesiones perpetúan el
nacionalcatolicismo que debería de haber caducado hace muchos años. Además, ya
que algunas cofradías, sobre todo últimamente, son muy dadas a las banderas e
himnos patrios, cabe preguntarse el porqué de la ausencia de la bandera y el
himno andaluz en unas fiestas netamente andaluzas. En segundo lugar, las
hermandades y cofradías deberían mantener su independencia ante el poder
político y religioso. Traigo a colación el artículo que escribió el periodista
sevillano Manuel Chaves Nogales en la primavera de 1935: “Los dos enemigos
natos de la Semana Santa sevillana son el cardenal y el gobernador, el
representante de la Iglesia y del Estado”; y añadía que “sin las hermandades no
habría Semana Santa, por más que se empeñase en ello la Iglesia o los Gobiernos
(…). La Semana Santa no es obra ni de los curas ni de los gobernantes, sino de
los cofrades, de una organización netamente popular y de origen gremial que ha
estado siempre en pugna con los poderes establecidos”.
Córdoba,
16 de mayo de 2022
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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