FASCISMO VERSUS MEMORIA
El
mes pasado estuve en la ciudad de Berlín, una de las capitales más singulares
de Europa. Si tuviésemos que poner en un listado las ciudades del mundo que
mejor recuerdan, respetan, afrontan, enseñan la memoria histórica, la capital
alemana ocuparía el número uno. Una ciudad que se avergüenza de su pasado nazi
y al mismo tiempo enseña a la humanidad cómo tenemos que estar atentos para que
no vuelva a repetirse semejante barbarie, que asesinó a millones de personas
por el solo hecho de pertenecer a una etnia distinta o tener una orientación
sexual diferente. El recuerdo y la memoria de cada una de ellas las podemos
encontrar en muchos lugares de la ciudad berlinense. A modo de ejemplo cito cinco
lugares que encogen el alma y parten el corazón:
En pleno centro
de Berlín, en Bebelplatz, existe un monumento memorial a la quema de libros por los nazis. Micha Ullman
ideó una instalación espacial en el subsuelo de la plaza que rememora una
biblioteca con estantes vacíos para conmemorar la quema de libros por el “Tercer Reich”. El poeta Heinrich Heine
del siglo XIX llegaría a profetizar “Allí donde se queman los libros, se acaba
quemando personas”. Precisamente el
10 de mayo de 1933 marcó el inicio de la censura y la
persecución de intelectuales por el régimen nazi. Aquel fatídico día los libros
de Heine fueron pasto de las llamas junto a miles de ejemplares por miembros de
las SS.
Bernhard Lichtenberg, deán
de Catedral católica de Berlín,
alzó su voz contra los nacionalsocialistas, apresado por su defensa a los
derechos humanos y muriendo cuando era trasladado a un campo de concentración.
La Gestapo anduvo detrás de él durante varios años por oponerse a las prácticas
y crímenes nazis. Tras la “Noche de los cristales rotos” rezó en público por
los judíos perseguidos y, más tarde, protestó en una carta dirigida al Jefe de
Salud del Reich contra el asesinato de discapacitados.
El edificio de la Nueva Guardia (en alemán Neue Wache), situado en el céntrico
bulevar Unter den Linden,
es actualmente
un monumento recordatorio a las víctimas de las guerras y las dictaduras. Bajo
el óculo abierto de la gran bóveda de la estancia se halla la estatua “Madre con hijo muerto” de Käthe
Kollwitz, también llamada “La Pietá Kollwitz”.
Expuesta al sol, lluvia y nieve, simboliza el sufrimiento de los berlineses
durante la Segunda Guerra Mundial.
El
gran solar que ocupó durante el nazismo la central logística de la Gestapo, la
policía secreta del régimen de Hitler, aloja el centro de documentación “Topografía del Terror”, diseñador por la
arquitecta Úrsula Wilms, donde se encuentran documentadas las 15.000 víctimas
que fueron torturadas en los calabozos de la Gestapo, situados en el sótano del
edificio. Los textos y fotografías de la “Topografía del Terror” detallan la
sórdida historia del aparato de
seguridad de Hitler entre los años 1933 y 1945.
El
memorial judío, que se encuentra en
las cercanías de la Puerta de Brandeburgo, es el
monumento en memoria de los judíos asesinados en Europa. Se trata de una
cuadrícula formada por 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas,
que permite que los visitantes elijan su camino de entrada y salida como si se
tratara de un laberinto. El paseo por sus estrechas galerías estremece a
cualquier persona con alma y corazón recordando y rememorando a tantas víctimas
inocentes.
Al
mismo tiempo que emocionado por el poder reparador y sanador que tiene la
memoria histórica, pensaba en el largo camino que aún nos queda por recorrer en
el Estado español, y en particular en Andalucía, para hacer valer nuestra
memoria histórica de las múltiples atrocidades cometidas por el régimen
franquista. Miles de muertos en las cunetas y en las fosas comunes de los
cementerios aguardan una sepultura digna rodeados de sus seres más queridos.
Propongo,
a modo de ejemplo, la adaptación de ocho lugares destacados por el terror
franquista para adaptarlos a la memoria histórica, al estilo de Berlín, de esta
manera nuestros niños y jóvenes conocerán la dura realidad en la que vivieron
sus antepasados y, al mismo tiempo, para que les sirva de “vacuna” contra
cualquier atisbo fascista que pudiese darse en la sociedad.
1.
La memoria de las víctimas del barrio de la Macarena en la
plaza de Pumarejo. Aún, después de más de cuarenta años de
democracia, sigue enterrado en la Basílica de la Macarena “el carnicero de
Sevilla” y de Andalucía. La tumba del genocida Queipo de Llano representa el símbolo franquista por
excelencia de Andalucía que sigue en pie, permitido por la Junta de Andalucía,
el Ayuntamiento de Sevilla y los 16.000 personas que conforman la cofradía. En
palabras del historiador Paul Preston, Queipo de
Llano era “un matón, chivato y mujeriego empedernido” cuyas “charlas
radiofónicas nocturnas eran una incitación a la violación y al asesinato en
masa”, lo cual no impidió que “fuera enterrado como un penitente de la cofradía
de la Virgen de la Macarena”. El historiador José María García Márquez, experto
en el “espadón africanista”, atribuye 12.854
“casos documentados” de víctimas asesinadas. Años después
patrocinaría la construcción de la basílica de la Macarena y crearía una
fundación para “amparar y proteger a la infancia desvalida”. ¡No se puede ser
más cínico! Vergüenza debería darle a Susana Díaz, Juan Espadas y Juan Manuel
Moreno, este último responsable de que, a finales de noviembre de 2019, el
Parlamento andaluz rechazara con los votos de PP, Cs y Vox pedir
que la Junta se dirigiera al titular de la basílica de la Macarena, para que,
en el plazo de un mes como máximo, procediera a la exhumación
y retirada de los restos. Isabel Atienza Lucio, cuyo cuerpo desnudo permaneció
durante días en la plaza del Pumarejo tras ser torturada y asesinada, sería el
ejemplo de miles de mujeres que sufrieron la represión franquista y que muy
bien recoge la profesora y escritora Pura Sánchez. Las mujeres macarenas
resistieron durante más de seis días el golpe militar del 18 de julio. En varias calles se colocaron placas,
recordando a tantas y tantas mujeres anónimas.
2.
Memorial
en el solar anexo al cementerio de San Rafael de Córdoba. La vergonzosa “memoria callada” habla de
11.581 víctimas en la provincia de Córdoba causadas por la represión franquista,
más de 4.000 en la capital, casi todas ellas contabilizadas en los primeros 15
años de dictadura, que fueron enterradas sin identificar, según el historiador
Francisco Moreno. Una cifra que poca gente conoce en Córdoba. Según el historiador,
perecieron sobre todo en 1936 bajo el llamado período de terror de “Don
Bruno”, el teniente coronel Bruno Ibáñez, enviado “con carta blanca” por
el general Queipo de Llano a Córdoba para depurar a la población. El
historiador Moreno, aclara, que había días que se fusilaba en
Córdoba tres o cuatro horas sin parar, “empezaban a las tres de la mañana y los
siguientes morían en el charco de sangre de los anteriores. Llegaba la mañana y
a veces tenían que continuar ante los ojos atónitos de los vecinos”.
3. Memorial del antiguo Gobierno civil de Granada,
lugar donde estuvo encarcelado García Lorca horas antes de ser fusilado. El gobierno civil se encontraba en la céntrica calle Duquesa, número 14. En este lugar
se elaboraron buena parte de las listas que condujeron a la muerte a muchos represaliados.
Los detenidos en sus dependencias eran víctimas de las torturas. Algunos
investigadores como Gibson y Molina Fajardo cuentan escalofriantes testimonios de presos desesperados
lanzándose por la ventana hacia la calle buscando la muerte. Sin ninguna duda,
El gobierno civil llegó a ser el corazón del terror en la Granada del 36. El
inmueble fue demolido y, en 1955, fue inaugurado un nuevo edificio para dependencias
universitarias. Lo más lamentable es que su construcción silencia la terrible represión
franquista en Granada.
4.
Memorial
en el barrio del Palo de Málaga. La masacre de la carretera Málaga-Almería,
conocida popularmente como “La desbandá”
fue un criminal ataque a civiles por parte de los golpistas durante la Guerra
Civil, el 8 de
febrero de 1937,
tras la entrada en Málaga de
las tropas franquistas.
Una multitud de personas (muchas mujeres y niños) abarrotaban la carretera
huyendo hacia Almería,
que se encontraba bajo el control de la República. Fueron atacadas por mar y
aire, según Norman
Bethune, causando la muerte entre 3000 y 5000 civiles entre
los 40.000 desplazados.
5. Memorial en el solar de la antigua plaza de
toros de Cádiz. La plaza fue inaugurada el
30 de mayo de 1929. En la Guerra Civil se utilizó su fachada como paredón para
fusilamientos, lo que provocó que la ciudad dejara de acudir a los eventos allí
celebrados. A los gaditanos/as se les quedó en sus oídos el sonido de los
pelotones de fusilamiento en las tapias de este edifico protagonista de los
hechos más dolorosos de la ciudad. Un gaditano, Juan Figueroa, hablaba
en un reportaje sobre el asunto: “La gente dejó de venir a los
toros porque el que más o el que menos había perdido un pariente en este lugar.
Fue una manera de guardarles luto puesto que existían muchos sentimientos
encontrados. Al final tuvieron que cerrar la plaza en los años sesenta”.
6.
Memorial del Refugio de Santiago de Jaén. Situado en la Plaza de Santiago, es uno de los seis que se construyeron
en 1937 después de que la población civil de Jaén fuera sometida a un terrible
bombardeo por la Legión Cóndor pocos días antes del acontecido en Guernica. Al
contrario del suceso ocurrido en el norte del país, el bombardeo de la capital
no ha tenido tanta fama, pero fue el origen de la construcción del refugio,
ideado por si sucedía un nuevo ataque. Está construido a tres metros bajo
tierra y tiene capacidad para algo más de 1.000 personas.
7. Memorial de los refugios
subterráneos de Almería. Se
construyeron a raíz de los 52 bombardeos por aire y mar que sufrió la
población, en los que cayeron un total de 754 bombas durante la guerra. Más de
4 kilómetros de longitud sirvieron para albergar a los 40.000 habitantes de la
ciudad.
8.
Memorial del muro del parque Moret de Huelva. Tras la conquista de Huelva por los
golpistas el 29 de julio de 1936, siguieron varios meses de una brutal
represión, que se saldó con entre 6.000 y 7.000 muertos, según las últimas
estimaciones. En
la ciudad de Huelva, los lugares predilectos de fusilamiento fueron las tapias
de los cementerios de San Sebastián (actualmente desaparecido) y La Soledad
(cuyos muros aún conservan las huellas de los disparos), además del Parque
Moret, lugar situado en aquel entonces en las afueras de la ciudad. Los primeros fusilamientos celebrados en el Parque
fueron los de Diego Jiménez Castellano, último gobernador civil republicano de
la provincia, Julio Orts Flor y Alfonso López Vicencio, tenientes coroneles de
la Guardia Civil y Carabineros, respectivamente. En el mismo lugar fueron
fusilados en días sucesivos el resto de las autoridades republicanas de Huelva.
Es necesario recordar y rememorar para que
como dice el proverbio de Marco Tulio Cicerón: “Los pueblos que olvidan su
historia están condenados a repetirla”.
Córdoba,
24 de noviembre de 2021
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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