CARMEN CALVO Y LA MEZQUITA
Me dirijo a usted, señora Vicepresidenta Primera del Gobierno, como ciudadano y paisano de la Ciudad de los Califas para expresarle, desde los conocimientos que me han sido dados por la memoria de mis antepasados y desde mis sentimientos, que brotan desde el amor que guardan mis entrañas por nuestro acervo patrimonial e histórico, la oportunidad que nos ha dado la historia para anular la inscripción eclesiástica de la Mezquita-Catedral de Córdoba y devolverla al ámbito del dominio público.
A continuación le hago participe de algunas referencias
de autoridades expertas en la materia para recordarle que en ningún documento histórico consta
la donación de la Mezquita de Córdoba a la Iglesia. El historiador Iluminado
Sanz, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que las donaciones
reales a la Iglesia de Córdoba por el rey Fernando III fueron: “diezmos de
almojarifazgo, diezmos de alguacilazgo, quintos de salinas, tiendas con sus respectivas
rentas, dos hornos, dos aceñas, quinientas aranzadas de viñas, cien aranzadas
de huerta, más un tercio de los olivos de rey”. En la relación de donaciones nunca encontraremos la Mezquita. Julio
González, importante
medievalista contemporáneo y uno
de los mayores estudiosos de Fernando III, afirma que no hay un solo documento
de donación de un templo en todo su reinado. El que fuera canónigo archivero de
la catedral de Córdoba, Nieto Cumplido, no
encontró ningún rasgo sobre la titularidad del templo en todos los documentos
medievales recopilados en su obra Corpus
medievalis cordubense. Ana
Verdú, directora del Archivo Municipal de Córdoba, en una entrevista (Cordópolis,
05-06-2016) llegó a decir que en “toda la diplomatura de Fernando III no consta
nunca la donación de un inmueble para uso catedralicio. No consta”. El
informe municipal del Ayuntamiento de Córdoba de 2018, en el que usted
participó como jurista junto a Federico Mayor Zaragoza, ex director general de
la Unesco, y los historiadores Alejandro García Sanjuán y Juan B. Carpio, consideró
que la inmatriculación de la Mezquita-Catedral de Córdoba había “lesionado los
intereses generales de la ciudadanía cordobesa” y propuso la pertinencia de
elevar un recurso de inconstitucionalidad ante el TC con el objeto de anular la
inscripción del monumento.
Asimismo
le recuerdo que tanto PSOE como su socio de gobierno, Unidas Podemos,
concurrieron a las elecciones del 10 de noviembre de 2019 con la promesa en sus
programas electorales de recuperar los bienes inmatriculados indebidamente por
la Iglesia católica. El mismo Presidente Pedro Sánchez, en su discurso de
investidura, anunció las “modificaciones legislativas” oportunas para “revertir
las inmatriculaciones” irregulares practicadas por los obispos.
La
universal Mezquita, con su milagroso mestizaje arquitectónico, fruto de las
diferentes etapas históricas de Córdoba, objeto de distintos credos y
admiraciones, es la seña de identidad de nuestro pasado andalusí y el mejor
baluarte de la interculturalidad en el presente. Córdoba no se puede entender
sin Mezquita y el bellísimo monumento omeya no tendría mejor lugar que el suelo
patricio en el que está enraizada. La Mezquita, patrimonio de la humanidad
desde 1984, fue objeto del deseo poseedor del obispo Asenjo, que la inmatriculó
por treinta euros el 2 de marzo del 2006, gracias al cambio de la ley
hipotecaria de Aznar que permitió inscribir
bienes destinados al culto. Mientras el obispo inmatriculaba, inducido por este
cambio legal inconstitucional, Vd. ocupaba
el ministerio de Cultura, Rosario Torres la Consejería de Cultura de la Junta
de Andalucía y Rosa Aguilar la alcaldía de Córdoba. ¿No tuvieron conocimiento
como máximas responsables de la cultura y de la ciudad de dicha
inmatriculación? ¿Se podrían haber adelantado evitándolo? Tuvo que ser la
ciudadanía en 2009 la que sacara a la luz esta noticia que llenó páginas de
artículos y comentarios. Tampoco actuaría ni la Junta de Andalucía, responsable
del patrimonio andaluz, ni el Ayuntamiento cuando en el 2010 el obispo Demetrio
Fernández arrebató el nombre al monumento, recuperado en el 2016 gracias a las
presiones de la plataforma ciudadana “Mezquita-Catedral, patrimonio de tod@s”.
Señora
Vicepresidenta es hora de rectificar. El poder democrático está en su mano. Actúe
como responsable pública al servicio del Estado y no de una institución privada
como es la iglesia. El camino no está en ir de la mano del PP y Vox para
impedir revertir las inmatriculaciones, como ocurrió en el Senado el pasado 10
de marzo, sino devolver la Mezquita al lugar que le corresponde: el domino
público. El domino público es intransferible, perteneció a nuestras generaciones
pasadas, pertenece a nuestras generaciones presentes y pertenecerá a nuestras
generaciones futuras. Es su momento, es el momento.
Córdoba, 15 de marzo de 2021
Miguel Santiago Losada
Profesor,
escritor y portavoz de la plataforma Mezquita-Catedral, patrimonio de tod@s
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