DESINMATRICULACIÓN DE LA MEZQUITA ¡YA!
La
grandiosa y bellísima Mezquita de Córdoba es el resultado de cuatro etapas
constructivas bajo la dinastía Omeya a lo largo de dos centurias. Durante la
época andalusí esta Mezquita-Aljama o de los Viernes fue el centro de la vida religiosa y social de la capital
de al-Ándalus durante quinientos años. A partir de 1236, cuando Córdoba fue
conquistada por el rey Fernando III, la
Mezquita de Córdoba, convertida en la joya de la corona de Castilla,
sobrevivió, no corriendo la misma suerte el resto de las mezquitas-aljamas de
al-Ándalus. Hasta finales del siglo XV la
Mezquita de Córdoba, a excepción de la Capilla Real, no había sufrido ningún
tipo de nuevas construcciones que hubiesen afectado a su grandiosa fábrica. Según
las crónicas, hasta la misma reina Isabel la Católica se negó a derribar parte
de la Mezquita para construir la Catedral, siguiendo el espíritu
conservacionista que habían mantenido los Trastámara a lo largo de su dinastía.
Sería Carlos V quién autorizase la nueva catedral, destruyendo alrededor de
3.000 metros cuadrados en el corazón de la Mezquita, lo que provocó las iras
del pueblo de Córdoba y de su Cabildo municipal, encabezado por el corregidor
Luis de la Cerda.
La
Mezquita de Córdoba fue declarada monumento nacional por el Estado en 1882, al mismo tiempo que nombró arquitectos para
su restauración y mantenimiento al
encontrarse en un lamentable estado de conservación. Mientras el Estado
invertía en ella, los obispos de la época se encontraban al margen de
todas las decisiones, sin embargo a partir de 1906 comenzarían a cobrar dos
pesetas para las visitas al monumento. Esta decisión fue denunciada por el
Ayuntamiento de la época para que el
ministro de Instrucción Pública obligase al Cabildo de la Catedral a retirar la
tarifa. Desde 1984 pertenece a la nómina de monumentos
Patrimonio de la Humanidad, elevándola la UNESCO a la categoría de Bien de Valor Universal
Excepcional en 2014.
Desde
hace más de veinte años los tres últimos obispos de Córdoba, Javier Martínez,
Juan José Asenjo y Demetrio Fernández, entregados al rigorismo involucionista y
reaccionario, tomaron la decisión de promulgar la hipótesis de que en el
lugar donde se levanta la Mezquita se ubicó la basílica de San Vicente, teoría
nunca confirmada desde que Félix Hernández realizase una serie de excavaciones, interrumpidas
en 1936 por el golpe de Estado. En ellos subyace la intención de defender el
origen cristiano del monumento y de reducir la etapa musulmana a un mero
episodio anecdótico de la historia de este emblemático edificio. Los siguientes
pasos serían la inmatriculación del monumento en el 2006 y usurpar su nombre
(Mezquita) en 2010.
La plataforma ciudadana Mezquita-Catedral nacería con la intención de
recuperar el nombre del monumento (Mezquita-Catedral), el reconocimiento
jurídico de su titularidad pública, y una gestión compartida (Instituciones
públicas y Cabildo Catedral), transparente y bajo la tutela de un Código de
Buenas Prácticas (Plan Director). Las denuncias efectuadas por la plataforma
ciudadana dieron la vuelta al mundo provocando 400.000 adhesiones a dichas
reivindicaciones, entre ellas firmas tan prestigiosas como las de Antonio Gala, Josefina
Molina, Eduardo Galeano, Elvira Lindo, Federico Mayor Zaragoza, Maruja Torres,
Norman Fuster, Ian Gibson, Almudena Grandes, Emilio Lledó, Antonio Muñoz Molina
y un sinfín de voces escandalizadas por ese monumental escarnio contra la
Mezquita. Además más de cien especialistas de treinta y
seis universidades todo el mundo acusaron al Obispado
de “depreciar el significado del monumento” y “secuestrar su memoria”.
La Mezquita
de Córdoba es la punta del iceberg del inmenso listado de inmatriculaciones
(inconstitucionales) que acaba de hacer público el Gobierno. Ahora hay que dar
el segundo y definitivo paso: desinmatricular a todos aquellos bienes que no
tienen título de propiedad, como es el caso de la Mezquita de Córdoba. Hay que
terminar con la primera llaga de la Iglesia que ya indicase Rosmini
en 1833 (Las cinco llagas de La Iglesia):
“la opción por los pobres no es el motivo
central de la Iglesia católica”. Las inmatriculaciones realizadas por la
Jerarquía católica debido al cambio de la Ley Hipotecaria realizada en 1998 por
el Gobierno de Aznar así lo demuestran.
Córdoba, 17 de febrero
de 2021
Miguel Santiago Losada
Portavoz de la plataforma
“Mezquita-Catedral, Patrimonio de Todos/as”
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