LUCHAR POR LA VIDA
Titulares de muchos periódicos nos informan de que la guerra y el hambre fuerzan al éxodo de Africa. La población no aguanta más estas terribles situaciones. La vida de jóvenes desesperados hace que crucen el desierto y el Estrecho con toda clase de calamidades, durante meses e incluso años, para después padecer todo tipo de desprecios y violaciones de derechos humanos en países frontera, como Marruecos. Tal fue el caso de Nöel , un camerunés, que hace diez años pudo entrar en la Península , después de su travesía por el desierto y su penosa vivencia en el campamento ceutí de Calamocarro. Llegó con apenas 20 años y hoy es un ciudadano con todos sus derechos y deberes. También fue el caso de Mansur , un niño marroquí que hace un lustro con 14 años cruzó el Estrecho en una patera. Durante su estancia en Tánger, esperando el ansiado viaje, recibió varias palizas de la policía y mientras cruzaba el Estrecho estuvo a punto de ahogarse de no haber sido por una mano compañera que lo sac