SANTA SOFÍA DE ESTAMBÚL Y LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
Recep Tayyip Erdogan, en la visita que realizó a la Mezquita-Catedral de
Córdoba en febrero de 2010, cuando era primer ministro de Turquía, elogió la
medida tomada por su país de convertir Santa Sofía en museo y se mostró crítico
con que el hecho de que la Mezquita siguiera teniendo culto católico en lugar
de seguir el ejemplo del edificio bizantino. Erdogan acaba de darle un vuelco a
la historia, priorizando en su agenda la islamización de su país. Ello, entre
otras cosas, se ha traducido simbólicamente en la apertura de puertas de la
basílica al culto musulmán, para que vuelvan a rezar allí las cinco oraciones
diarias. Un dirigente que presumía de europeísta convencido y se definía como musulmán, turco, demócrata y
dirigente de un Gobierno laico, se ha convertido al nacionalislamismo.
Europa
ha sido bastante responsable al resistirse que Turquía fuese miembro de la
Unión Europea, lo que ha llevado al Gobierno turco a endurecer sus posiciones,
radicalizando su discurso islamista. Erdogan llegó a decir que no desean la
armonía entre civilizaciones aquellos que no se hacen a la idea de ver a Turquía
en la UE. Europa incorporó a los países nacionalcatolicistas de Hungría y
Polonia mientras rechazaba a Turquía por tener una población mayoritariamente
musulmana. Este rechazo ha supuesto que el pueblo turco padezca aún más las políticas
extremistas y excluyentes de su Gobierno: no hay libertad de prensa, la información está confiscada, la
justicia es una pantomima, encarcelando a los magistrados insumisos, las
cárceles acumulan decenas de miles de presos políticos y han cesado a 150.000
maestros y profesores por defender la libertad y la democracia. Asimismo, están
persiguiendo a todos los contrapoderes democráticos y a las empresas que no
están a su favor.
Mientras
Turquía se ve sometida a todas estas violaciones de derechos humanos, Europa mira
hacia otro lado con tal de que sirva de frontera a los miles de refugiados que
huyen de Oriente Medio, recompensando con miles de millones de euros al
Gobierno turco por esta política criminal. Esta táctica ya fue implementada
hace años con los países africanos, con Marruecos a la cabeza, para frenar el
éxodo migratorio, sin importar las violaciones a los derechos humanos que
provocan miles de muertes a inocentes. Europa se sigue equivocando, ya lo hizo
en Irak, en Siria, en Libia…, y las consecuencias las siguen pagando millones
de refugiados.
Santa
Sofía se ha convertido en el símbolo más contundente del retroceso ideológico
del país, en vez de indagar fórmulas interculturales que iluminen al mundo de
tanta ignominia. Ahora se empeñan en buscar paralelismos entre Santa Sofía y la
Mezquita de Córdoba para justificar sus acciones. El ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, recordó en la cadena RT que “la mezquita de Córdoba en España, construida
como mezquita en el siglo VIII, fue convertida en iglesia en el siglo XIII. ¿Se
usa como iglesia hoy día? Sí. ¿Está en la lista de Patrimonio de la
Humanidad? Sí. Lo que importa es proteger (un monumento), no si
se usa como mezquita o iglesia”. Se le olvida al ministro que ello implica
cubrir, aunque sea de manera temporal, los frescos e iconos del universal arte
bizantino, ya que el islam no permite el culto con tales iconografías.
Los
verdaderos paralelismos de estos dos bellos monumentos se encuentran en sus
historias, sus culturas, sus religiones. Patrimonios de la humanidad
representativos de los dos imperios más importantes de Europa en pleno siglo X,
el Imperio Bizantino y el Califato de Córdoba.
Santa Sofía de
Estambul, desde la fecha de su inauguración en el año 360 y hasta 1453 sirvió como la catedral-patriarca
de Constantinopla, excepto en
el paréntesis entre 1204 y 1261 que fue reconvertida en catedral
católica durante el patriarcado latino de Constantinopla,
establecido por los cruzados. Tras la
invasión otomana, el edificio fue transformado en mezquita por
orden de Mehmet II que la denominó Mezquita
de Santa Sofía (Mehmet mantuvo el nombre de Santa Sofía, no
la denominó “Mezquita Aljama de Estambul, antigua basílica de Santa Sofía”,
como lo hubiese hecho el obispo de Córdoba). Mantuvo esta función desde
el 29 de mayo de 1453 hasta 1931, fecha en que el monumento
fue secularizado por
mandato del presidente de la nueva república turca Mustafa Kemal Atatürk. El 1 de febrero de 1935 fue inaugurada como museo.
Mezquita principal de Estambul durante casi 500 años, Santa Sofía sirvió como
modelo para muchas otras mezquitas otomanas, como la Mezquita del Sultán Ahmed (también
conocida como la Mezquita Azul de Estambul), la Mezquita Sehzade, la Mezquita de Solimán, la Mezquita Rüstem Pasha y la Mezquita Kiliç Ali Pasha. Fue
declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985.
La Mezquita
de Córdoba, declarada patrimonio de la Humanidad en 1984, fue mandada construir
por Abderramán I en el año 785, siendo ampliada hasta tres
veces por Abderramán II, año 833, al-Hakam II, año 962 y Almanzor, año 987, lo
que la llevó a convertirse en la segunda Mezquita más grande del mundo, con
casi dos hectáreas y media. En 1236 con la conquista del rey castellano
Fernando III fue consagrada al culto católico. Precisamente una de las grandes
diferencias entre los dos universales monumentos es la continuidad de culto,
ininterrumpido en la Mezquita cordobesa, mientras que Santa Sofía dejó de
tenerlo a partir de 1930. Una vez que Santa Sofía vuelve al culto musulmán
puede correr los mismos riesgos que la Mezquita de Córdoba. Al igual que el
nacionalislamismo puede desfigurar la historia y la dimensión artística del
monumento, el nacionalcatolicismo está dañando la imagen de la Mezquita en dos
sentidos, en el histórico, adulterando su verdadera historia andalusí, y
abusando del espacio del templo llenándolo de obras de arte sacro, en el mejor
de los casos de escaso valor, invadiendo todo el muro de la alquibla de
imágenes, muebles, y otros enseres, desfigurando la zona más sagrada de la
Mezquita. Incluso llegaron a colocarse los wáteres públicos en el extremo
occidental del muro. La parte más noble de la alquibla, donde se encuentra el
mihrab precedido de la maqsura, fue decorada con mosaicos bizantinos, enviados
por el emperador bizantino Translit Konstantinos VII Porphyrogennetos al califato Omeya, y
utilizados por Alhakam II en la ampliación de la Mezquita. Debido a ello, la
Unesco está obligada a seguir con mucho celo todas las actuaciones que atente
contra ambos monumentos, e incluso puede llegar a la retirada de la distinción de
patrimonio de la humanidad si se vulneran las causas por las que fueron
declarados. La Plataforma ciudadana “Mezquita-Catedral, patrimonio de tod@s”
centra su compromiso en defender al monumento de cualquier atropello.
Curiosamente la Mezquita de Córdoba pudo
convertirse en un monumento laico, al igual que Santa Sofía, en el siglo
XX. La primera ocasión tuvo lugar
durante la República española, que aprobó la Ley de las
Congregaciones (junio de 1933) por la que se nacionalizaron todos los templos de culto. El 28 de mayo de
1936, el diputado por Córdoba Antonio Jaén Morente propondría que la Mezquita se
convirtiese en el mejor museo hispano-árabe del mundo. La segunda oportunidad
ocurrió en 1972 cuando el dictador Franco
apoyó un proyecto que, de haber visto la luz, habría cambiado
radicalmente la Mezquita de Córdoba devolviéndola a su estado originario. Un
proyecto que significaba la “purificación”
del monumento, consistente en trasplantar a otro lugar de la ciudad la Catedral
incrustada en el corazón de la Mezquita de Córdoba durante el reinado de Carlos
V. Franco llegó a contar con el apoyo económico del rey Faisal de Arabia Saudí,
maravillado cuando conoció la Mezquita en 1966, cifrado en diez millones de
dólares.
Los
dos templos hermanos, Santa Sofía y la Mezquita, fueron admirados por 3.8
millones y 2 millones de turistas en 2019, respectivamente. Muchas personas de
todos los países del mundo abogan por convertir ambos monumentos en faros de la
humanidad, epicentros del diálogo, la interculturalidad, la interreligiosidad y
la paz mundial. Ojalá vengan otros tiempos que hagan posible el milagro y
podamos recitar los versos del magnífico poema de Ibn Arabi:
“Hubo un tiempo,
en el que rechazaba a mi prójimo
si su fe no era la mía.
Ahora mi corazón es capaz
de adoptar todas las formas:
es un prado para las gacelas
y un claustro para los monjes cristianos,
templo para los ídolos
y la Kaaba para los peregrinos,
es recipiente para las tablas de la Torá
y los versos del Corán.
Porque mi religión es el amor.
Da igual,
a dónde vaya la caravana del amor,
su camino es la senda de mi fe.”
Córdoba, 22 de julio de 2020
Miguel Santiago Losada
Profesor
y miembro de la Plataforma Andalucía Viva
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