SEA POR ANDALUCÍA LIBRE
El pasado 27 de diciembre me puse frente al televisor para ver la
constitución del Parlamento de Andalucía. Me generó un sentimiento de dolor e indignación
al ver cómo la nueva presidenta del Parlamento, del partido de Ciudadanos y con
los votos del PP y VOX, cambiaba sobre la marcha el protocolo a la hora de
prometer o jurar los cargos públicos las diferentes personas elegidas como
parlamentarias en las pasadas elecciones. Ello permitió que los parlamentarios
de VOX no tuviesen que retratarse a la hora de asumir su compromiso como
parlamentarios andaluces prometiendo o jurando con la mano sobre el Estatuto de
Autonomía, en señal de respeto y aceptación de nuestra carta magna andaluza.
Fue una auténtica vergüenza y un agravio para la actual Andalucía y para los
millones de andaluces que hemos salido en multitud de ocasiones enarbolando la
verde y blanca, como señal de identidad, denunciando, a la vez que reclamando,
los derechos humanos usurpados tanto a nuestro pueblo como a los de otras
naciones o continentes. Nuestra arbonaida siempre ha sido un símbolo inclusivo
que proclama la dignidad de todas las personas. Por eso nuestra tierra es
universal, como cierra nuestro himno: ¡Sea por Andalucía, España y la
Humanidad!
Para este nacionalismo español xenófobo y excluyente las 769 personas que
han perdido la vida en el mar tratando de alcanzar las costas andaluzas, un 344
% más que en todo el 2017, según las últimas cifras publicadas por la ONU, no
son los descendientes de Fernando III o los Reyes Católicos, sino de Abderramán
I o al-Hakam II, o sea, según ellos, infieles extranjeros que pueden hacer
peligrar nuestra convivencia basada en el nacionalcatolicismo. Este nacionalismo
proclama mensajes de miedo y terror a lo diferente, a lo que no sea hombre,
blanco, católico, heterosexual, nacionalista español. Son personas que han
usurpado la bandera representativa del Estado, y cuando llegan al poder juran
por España. ¿Por qué España? ¿Por la excluyente: por la de las expulsiones de
judíos, moros, no católicos, gitanos, republicanos…? ¿Por la España de la
Inquisición, que ha mandado a la hoguera a miles de personas por defender su
libertad de conciencia, su rebeldía, sus ideales? ¿La España nación que niega
la realidad de sus diferentes pueblos, lenguas o culturas? ¿La antigua España
una, grande y libre, impuesta a través de sanguinarios golpes de Estado, o la
España basada en una moral católica que nada tiene que ver con el verdadero
espíritu del Evangelio de Jesús de Nazaret?
La realidad es que somos hijos de Eritheia, Argantonio, Claudio Marcelo,
Séneca, Lucano, Trajano, Adriano, Osio, Rodrigo, Abderramán III, Walada, Averroes
y Maimónides, Fernando III, Isabel y Juana, y hasta del extranjero Carlos V que
mutiló nuestros dos grandes monumentos andalusíes: la Mezquita de Córdoba y la
Alhambra de Granada. ¿A qué viene querer simplificar nuestra historia,
ningunearla, negarla? Es muy importante impedir que nos borren nuestra memoria
histórica los secuaces de Trump, Le Pen, Bolsonaro, Salvini… La falta de
memoria y de conocimiento genera miedo, y el miedo provoca odio y el odio
violencia. No permitamos que el futuro de nuestros hijos e hijas se forje en
las manos de quienes no creen en los derechos humanos. Defendamos el espíritu
universal, acogedor y solidario que siempre emanó de nuestra tierra andaluza.
Córdoba,
6 de enero de 2019
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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