¡QUÉ NO NOS MATEN LOS SUEÑOS!
El final de agosto, al
parecer, nos trae aire fresco. Ya lo necesitábamos después de un verano
sofocante de altas temperaturas que nos confirman el cambio climático, a pesar
de que Donald Trump y sus secuaces hagan caso omiso a la segunda gran tragedia
mundial. La primera es, sin duda, la muerte diaria de miles de personas a
consecuencia del hambre, la sed, las enfermedades, las guerras y los atentados
terroristas. En definitiva, las dos grandes tragedias son las dos caras de una
misma moneda.
En nuestro país seguimos
conmocionados por el atentado terrorista de Barcelona, tremenda tragedia que
nos salpica en nuestra propia piel. Todos nos hemos sentido Barcelona. Hemos
visto y sentido como lo humano triunfa sobre ideologías e intereses que
dividen, ponen muros y marcan fronteras entre la única especie humana que
subsiste en nuestro planeta. A miles de kilómetros todos los días decenas e
incluso centenares de seres humanos mueren a causa de la ideología fascista que
mata, inspirada en una falsa interpretación de la religión, en un interés
político o como consecuencia de una economía neoliberal que está provocando que
cada día aumente la brecha entre los cada vez más ricos y los cada vez más
empobrecidos por ese injusto e inhumano reparto de la riqueza.
¿Existe algún remedio,
alguna medicina ante este mal que parece incurable? Sí, la carta magna de la
declaración universal de los derechos humanos. Mientras no se cumpla, mientras
todos los países no la respeten, el mundo está abocado a una enfermedad
terminal. Nuestro propio planeta hará todo lo posible por extirpar ese tumor
maligno que lo devora. La pena es que ese tumor maligno posee el más
desarrollado sistema nervioso jamás imaginado en el proceso evolutivo de la
vida.
El gran problema es que
los derechos humanos no son asumidos, ni respetados por las religiones, comenzando
por las monoteístas. Los derechos humanos son violados continuamente por los
gobiernos de los diferentes países. Desde los llamados países democráticos, que
permiten leyes inhumanas con sus propios conciudadanos y con las personas
venidas de otros lugares, hasta los países del llamado tercer mundo, en los que
se muestra el rostro sin ningún tipo de disimulo: discriminación de la mujer,
centenares de penas de muerte, rechazo y castigo por orientación sexual,
millones de indigentes sin ningún tipo de recursos…
John Lennon, un gran
defensor de los derechos humanos a través de sus composiciones musicales, llegó
a escribir y cantar: “Imagina que no existe el reino de los cielos, sin
infiernos debajo nuestra (…). Imagina a toda la gente viviendo el día de hoy.
Imagina que no existen países, nada porque matar y tampoco religión, viviendo
la vida en paz. Imagina no tener riquezas solo la hermandad del hombre compartiendo
con todo el mundo (…). Puedes decir que
soy un soñador pero no soy el único. Espero que un día te unas a nosotros y el
mundo vivirá unido”.
Desgraciadamente lo
asesinaron, al igual que a Gandhi, Luther King, Oscar Romero… Mientras sigan
matándonos los sueños la pesadilla no cesará.
Miguel Santiago Losada
Profesor
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