VERDAD Y DIÁLOGO
Señor Felipe VI, señor Mariano
Rajoy, señor Pedro Sánchez, señor Puigdemont, desde mi sencilla condición de
ciudadano del Estado español, andaluz y profesor no estoy de acuerdo con las
decisiones que están tomando como
máximos responsables políticos, a raíz de la difícil situación que está
viviendo el pueblo de Cataluña, y por ende, todo el pueblo de España.
Nunca podría imaginar
que en pleno siglo XXI, y después de 40 años de democracia, el Gobierno de
España, respaldado por el principal Partido de la oposición y con la venia de
la Casa Real, llegase a poder aplicar unas medidas que suspendiesen las Instituciones
catalanas, una de las nacionalidades más importantes del Estado por su población,
economía y cultura. Por otra parte, me pregunto qué intereses hay detrás de la
suicida deriva independentista liderada
por las oligarquías catalanas, en una Europa de los pueblos donde sobran fronteras,
con una sociedad catalana profundamente dividida y mayoritariamente dolida ante
el tratamiento recibido por el Gobierno de España.
Ante esta situación la Casa Real no está cumpliendo con el papel
de neutralidad que le otorga la Constitución. Las últimas intervenciones de
Felipe VI así lo revelan. Por otra parte, no hay de qué extrañarse, en nuestra historia
el federalismo siempre ha ido de la mano del republicanismo, lo que hace
inviable el mantenimiento de un Rey como Jefe de Estado, ya que el concepto de
Reinado va unido indivisiblemente al concepto de Nación, y justo ahí es donde
radica el principal problema: Rey-Nación-Confesión dominante, incompatible con
un Estado plurinacional. El mantenimiento de la monarquía es un lastre para la
madurez de nuestra democracia, que debe de ir dando pasos hacia un Estado
Social, Federal y Democrático de Derecho, donde su primer representante sea
elegido por sufragio universal.
Ante esta situación el
señor Rajoy, con su imposición ideológica heredada de la España única y gran
nación, hace inviable el diálogo y los avances para un Estado más democrático.
Un buen estadista posee una mirada excepcionalmente lúcida a largo plazo, es
muy consciente de la época en la que vive y no está atrapado por los intereses
partidistas, intereses que iniciaron este gravísimo problema cuando el PP
recurrió al Constitucional el Estatuto catalán en 2007. Está utilizando esta
situación para echar cortinas de humo a la dura realidad de empobrecimiento
social que vivimos y para tapar a uno de los partidos con mayor corrupción de
los que gobiernan en Europa. Y, lo que es aún más triste, está haciendo cálculos
electorales, quiere obtener rédito que palie la factura de la corrupción.
Ante esta situación el
señor Sánchez del que esperábamos que, después del fallido “golpe de estado”
que le dio el sector más rancio de su partido, diese la talla, vuelve al redil,
y su grito de “no es no” se torna en un sí sin condiciones. De nuevo, la vieja
guardia de su partido, y del poder establecido que con nitidez denunciaba, le ha podido a los frescos votos de sus
militantes.
Ante esta situación el
señor Puigdemont debería de dar un paso atrás, reconocer la estrategia suicida y
frustrante a la que ha llevado a la población catalana, estrategia coincidente
con la de la oligarquía española, pero con menos poder, ya que han querido
tapar la corrupción de su partido y sacar réditos del independentismo,
fagocitando a ciertos sectores de la izquierda catalana que enterraron la
bandera de la justicia social en una estelada.
Y por último, ante esta
situación una gran mayoría de la población española y catalana se levanta sin
trabajo, sin vivienda, se indigna ante tanta corrupción, no entiende que las
cárceles estén llenas de pobres y desgraciados mientras que los grandes
delincuentes disfrutan en retiros de lujo. Mientras se habla de aplicar el 155
no se habla por ejemplo del 47 (derecho a una vivienda digna), ni del 35
(derecho al trabajo y a una remuneración suficiente).
Dialoguen, no nos desvíen
la mirada, y escuchen a su pueblo.
Córdoba,
23 de octubre de 2017
Miguel Santiago Losada
Profesor
Comentarios
Publicar un comentario