Via crucis 2014
Hoy las cruces se
llaman vallas de Ceuta y Melilla, se llaman centros de internamiento de
extranjeros, se llama negarle la tarjeta sanitaria a una persona por el sólo
hecho de ser inmigrante sin documentación, se llama expulsarlos sin ningún
miramiento a empujones, en el mejor de los casos, fuera de nuestras fronteras.
Hoy al sepulcro se le
denomina costas del Mediterráneo y Atlántico, que hacen de frontera con Europa,
y donde miles de africanos dejan sus vidas por intentar vivir con dignidad.
Hoy el vía crucis se
llama ley de extranjería que, lejos de fundamentarse en principios sociales y
de derechos humanos, tiene como principal valedor al Ministerio del Interior.
Un inmigrante sin papeles deberá recorrer un tortuoso vía crucis de documentos
exigidos por las administraciones, certificados de buena conducta, contratos
laborales, avales de ONG de que son buenos chicos y han tenido un
comportamiento irreprochable.
Hoy los azotes y la
coronación de espinas están en las fronteras con Marruecos y Argelia donde las
palizas, los malos tratos y los escarnios son continuos, donde, más tarde, se
les deja en pleno desierto bajo un sol abrasador, muertos de sed y de hambre.
Hoy llevar la cruz a
cuestas se llama cruzar miles de kilómetros, con miles de dificultades, donde
con suerte encontrarán algún Cirineo dispuesto a darle cobijo para que recobren
las fuerzas y seguir el camino, que para muchos será la muerte.
Mientras, muchos Sumos
Sacerdotes, demasiados, mirarán para otro lado, pendientes de imponer su moral
católica, obsesionados con el poder y con mantener y acaparar posesiones.
Mientras, los
gobernantes mentirán hasta la saciedad para borrar su culpa de las atrocidades
inhumanas que están cometiendo con tanta criatura inocente, cuyo delito es
haber nacido en un país pobre y/o en guerra.
Mientras, habrá gente
que clame: ¡crucifícalo, crucifícalo! Gente que tiene miedo a que nos invadan,
nos quiten el trabajo, compartan los servicios sociales, la sanidad o la
educación... Un miedo auspiciado por los poderosos para responsabilizar de la
crisis a los excluidos y empobrecidos, para que la gente mire hacia abajo y
machaque al que está aún peor; una vieja estrategia para que los pobres se
enfrenten. Mientras, se sigue engordando a la banca y a las grandes empresas,
donde lo que menos importa es la persona.
Tengo la esperanza,
como decía el entrañable cantautor, que "habrá un día en que todos al
levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad", una libertad que
responda a los deseos que otro gran poeta de la vida nos dejó hace 2.000 años:
"Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era
forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme" (Mt 25,35-36).
* Profesor y presidente de la Asociación
KALA
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