UN 4D DE, DESDE Y PARA ANDALUCÍA
Si
oteáramos el vuelo de un águila desde el Pico Castaño del Parque Natural de la
Sierra de Aracena y Picos de Aroche, sobrevolando el Valle del Guadalquivir con
sus campiñas, hasta llegar al Pico Chullo del Parque Nacional de Sierra Nevada,
contemplaríamos a vista de pájaro las tres grandes unidades geomorfológicas de
Andalucía: Sierra Morena, Depresión del Guadalquivir y Sierras Béticas. Este
inmenso relieve se caracteriza por presentar una geografía de cordilleras,
corredores naturales, ríos y mares que la hacen única. El paisaje resultante de
todo ello conforma mares de olivos, inmensos campos de cereales y extensas
comarcas de vides, parques naturales cubiertos de un rico sotobosque y bosques
de encinas, alcornocales, castaños y pinos, acantilados y playas que circundan
el sur de Andalucía. Pero no solo el suelo andaluz posee un variado paisaje de
cultivos y bosque mediterráneo, el subsuelo también presenta una riquísima
composición mineralógica, que los diferentes pueblos y culturas de Andalucía
han sabido aprovechar para su desarrollo cultural y económico.
Los
grandes corredores de los asentamientos humanos a lo largo de la historia han
sido las costas atlánticas y mediterráneas, el corredor Bético y el Valle del
Guadalquivir, asentamientos que han ido forjando desde el calcolítico, hace
5.000 años, los pueblos y ciudades de mayor antigüedad de Andalucía. Dos mil
años después florecería la cultura tartésica en el suroeste de la península
Ibérica, una fusión entre los pueblos indígenas y los fenicios. La cultura
turdetana será la heredera enriquecida por griegos y cartagineses. Desde el
siglo II a.C. nos romanizamos hasta el siglo VI d.C., que bajo la Spania
bizantina las ciudades-estado de la Bética resistieron a las investidas de los
pueblos del norte. Después de la etapa visigoda llegarán los siglos andalusíes,
desde los albores del siglo VIII hasta la caída del reino nazarí en 1492. La
llegada de la conquista castellana a partir del siglo XIII marca un antes y un
después en nuestra historia. Castilla nos conquista y nos divide en cuatro
reinos: Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada.
En
el siglo XIX Andalucía volverá a escribir páginas de su riquísima historia:
Junta Suprema de Andújar, Pacto Federal Andaluz, Revolución Cantonalista,
Constitución de Antequera. A finales del siglo decimonónico nacería en la
localidad malagueña de Casares (1885) Blas Infante, que se fue nutriendo de la
historia de Andalucía, al mismo tiempo que sentía y tomaba conciencia de los dolores
de su pueblo: empobrecimiento, postración, colonización; pueblo al que le
habían robado su esencia. Envuelto por la blanquiverde se dedicará con todo su
empeño a recuperar la memoria de lo que fuimos y a desarrollar una política que
diera respuestas a las necesidades del pueblo andaluz. No fue un político al uso,
fue un político encarnado en su gente, partiendo desde abajo. Muere fusilado
por el fascismo en 1936 y después de 41 años, 4 de diciembre de 1977, resucitó
en las calles de sus pueblos y ciudades al grito de ¡Viva Andalucía libre!
Después
del resurgir andalucista de finales de los setenta y principios de los ochenta del
pasado siglo los partidos que han gobernado Andalucía no apostaron por la soberanía
del pueblo para resolver sus propios problemas, lo que implicó la falta de
conciencia necesaria para la aparición de partidos nacionalistas andaluces.
Además, las grandes empresas se han dedicado, y lo siguen haciendo, a la
extracción de los recursos naturales andaluces enriqueciendo otros lugares
ajenos a Andalucía, empobreciéndola aún más, en vez de generar un tejido
industrial que cree empleo de calidad. Este adormecimiento de la conciencia del
pueblo andaluz y su empobrecimiento son las consecuencias más clamorosas de la
ausencia de voz propia del pueblo andaluz. Un ejemplo evidente es el Congreso
de los Diputados que no cuenta con un instrumento político que denuncie los
problemas de Andalucía y reivindique sus soluciones. Esta anomalía política se
traduce en la postergación social, económica y cultural del pueblo andaluz.
Andalucía no debe ser utilizada contra las pretensiones
de otras nacionalidades históricas. El espíritu del 4D llevó al pueblo andaluz
a proclamar que Andalucía es la que más, por su historia, cultura y riqueza. El
espíritu del 4D dijo “basta ya” a la postración de Andalucía por los intereses
ajenos a ella, exigiendo la dignidad para todo su pueblo, única manera de
terminar con el empobrecimiento y la exclusión social que viven miles de
personas en sus pueblos y ciudades.
Córdoba,
1 de diciembre de 2023
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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