PLAZA DE LOS DERECHOS HUMANOS
Paseaba por la Ribera
cuando, al paso de un autobús de la línea 7, oí comunicar a sus pasajeros que
se dirigían a la plaza de los Derechos Humanos. Me llenó de satisfacción que la
plaza central de uno de los barrios obreros de Córdoba por excelencia tuviese
tal denominación. El barrio ha recibido su propio Óscar o su propio Goya,
hablando en argot cinematográfico, pero esta vez, en lugar de estatuillas, han
sido placas con el nombre de Derechos Humanos las que lucen airosas por los
cuatro costados de la plaza.
Buen nombre para un barrio cuyos vecinos sufrieron
durante la posguerra la ausencia de los Derechos Humanos, o lo que es lo mismo,
vivienda digna, empleo, educación, formación, promoción de la mujer, salud. La
situación de la mayoría de la población española después de la guerra era
prácticamente de miseria. El régimen franquista se vio obligado a desarrollar
su beneficencia a través de una serie de actuaciones al objeto de dotar de
techo a miles de personas tras provocar uno de los mayores desastres en la
historia de nuestro país con el sangriento golpe de Estado. Este tipo de
barrios fueron construidos con la bendición de la Jerarquía católica y la ayuda
de los que participaron en el Golpe de Estado y en la posterior represión, que
siguió matando a miles de personas. Eran barrios que tenían serias carencias de
electricidad, con las calles sin iluminar ni
asfaltar y sin alcantarillado. Muchas abuelas y abuelos de los actuales
vecinos vivieron en primera persona todas estas deficiencias y carencias, así
como la represión franquista. La llegada de los Ayuntamientos democráticos
trajo consigo un empuje urbanístico y de servicios para estas zonas de la
ciudad, convirtiéndolas en espacios vecinales dignos y de una convivencia
ejemplar, como ejemplares son sus habitantes.
Como
activista de los derechos humanos, tuve el honor de presidir a finales de los
años noventa del pasado siglo la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía,
y por ello felicito a los vecinos y vecinas, por albergar en el corazón de su
barrio dicha denominación que como una luz permanente ilumina el camino por
donde debe transitar la humanidad.
Para sorpresa de todos ha saltado a la prensa nacional,
incluso a algunos rotativos de la internacional, que la nueva corporación
municipal de Córdoba, formada por PP y Cs, pretender volver al callejero de la
ciudad nombres franquistas. De todos ellos es de especial relevancia que el
nombre de los Derechos Humanos vaya a ser cambiado, en un país social y
democrático de derecho, por el de un franquista que participó en la represión
del pueblo, incluso matando sin ningún tipo de pudor a inocentes por el solo
hecho de considerarlos “rojos”.
Ojalá este barrio de Córdoba se levante y no permita tal
ignominia. Ojalá Córdoba entera se libre de esta vergonzosa situación que nos
hace sonrojar para vergüenza nuestra y de
nuestros descendientes.
Córdoba,
1 de julio de 2019
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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