¿QUIÉNES SON VIOLENTOS? ¿QUIÉNES SON VIOLENTOS?
Para comenzar mi
reflexión traigo a colación a dos andaluces que por su bondad, sentido de la
justicia y genios por naturaleza fueron fusilados hace 82 años por los
fascistas que dieron el golpe de Estado en España en 1936.
García Lorca llegó a
decir en aquellos años difíciles: "Yo soy español integral y me sería
imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español
por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se
sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a
su patria con una venda en los ojos". ¿Cuántos se dicen españoles y no
tienen más patria que la bandera? ¿Cuántos se dicen españoles y olvidan los
momentos de extrema pobreza que obligó a millones de conciudadanos a buscarse
la vida en otros países?
Otro andaluz, hombre
sensible, honesto y padre de la patria andaluza, Blas Infante, afirmó: "Mi
nacionalismo, antes que andaluz, es humano”. Esa clave de convencimiento es la
que lo diferencia de otros políticos. Hoy España se la juega, no por el
problema catalán, al fin de cuentas un enfrentamiento entre burguesías, sino
por la política social que lleva a la dignificación de todas las personas, ya
sean nacionales como migrantes.
Qué dirían hoy Federico
y Blas Infante de un Gobierno que califica de violentos a un puñado de seres
humanos que quieren saltar una valla porque están acechados por el hambre, las
guerras, los malos tratos… Violencia es vender armas a países que bombardean
hospitales, escuelas o calles repletas de niños y niñas, hombres y mujeres. Eso
es violencia y no un intento desesperado de saltar una valla para entrar en la “tierra
prometida”. Son personas que huyen de sus países por circunstancias inhumanas, alimentadas
y auspiciadas por los mismos que después les ponen barreras y les llaman
violentos. ¿Acogemos o criminalizamos?, aclárense del lado de quien se ponen.
La presidenta
andaluza Susana Díaz ha pedido al Gobierno que trabaje en la vía diplomática
con Marruecos para que colabore en la repatriación de los niños migrantes. La
Junta con esta pretensión hace el papel de madrastra de la Cenicienta. En este
supuesto, los servicios sociales de la Junta se convertirían en un aliado del Ministerio
del Interior, en lugar de buscar soluciones inspiradas en políticas sociales, de
derecho y de protección a la infancia. Ya lo
intentó hace años la exconsejera de Asuntos Sociales de la Junta y expresidenta
del PSOE, Micaela Navarro, que tuvo la osadía de comparar a estos menores,
víctimas de un país que los conduce a la exclusión social, con alumnos Erasmus.
Lo que resulta más
indignante es ver a personas religiosas, algunos en altos cargos políticos de
partidos como PP y Ciudadanos, tratando a los migrantes con dichos y hechos
despectivos e inhumanos, todo lo contrario a los principios de la fe que
profesan. Demasiadas personas religiosas son a veces las menos buenas, humanitarias y justas, al
contrario de lo que debería suponer la fe en un Dios padre, que crea un mundo
fraterno. ¿Podemos imaginarnos por un momento que todas las personas creyentes
del mundo siguieran el verdadero espíritu de sus religiones? De ser así la defensa de los derechos humanos sería tan aplastante que dejaría de haber un mundo
de ricos y pobres, donde la justicia y la paz brillarían. Fuimos y seguimos
siendo emigrantes, sufrimos la dictadura. La memoria histórica es el mejor
antídoto para saber qué y a quién defendemos.
Córdoba, 6 de septiembre de 2018
Miguel
Santiago Losada
Profesor
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