CORAZÓN ROTO


Juanmita llegó a la estación de ferrocarriles de Córdoba la noche del 30 de octubre de 1998 cuando tenía 23 años. A los pocos días ya se sentía como en casa. Poquito a poco fuimos conociéndolo. Nunca nos imaginamos que estuviese tan roto por dentro. Desde los trece o catorce años comenzó a consumir drogas. Se iba haciendo un adicto a marcha agigantada en las calles de su Alcalá de Henares natal. Siendo jovencito, ante un descuido, su hermanita pequeña murió ahogada en una piscina. Tan dramática situación pesó sobre él como una losa y lo culpabilizó, atormentándolo día tras día. Para colmo perdió a su madre, a la que quería con locura, cuando apenas tenía 20 años. Estas desgracias lo sumergieron en una ansiedad y depresión que sólo alcanzaba aliviar a través del consumo de drogas. La desesperación se apoderó de él y llegó a tener un intento de suicidio. Ante la presencia de su padre se arrojó desde la terraza de su piso, una quinta planta.

El alcohol, los porros, la cocaína, la heroína, las pastillas…, nada se le resistía. Tenía que ahogar sus sentimientos de culpabilidad, de inutilidad, de fracaso, de no sentirse querido por su padre, en definitiva, de una orfandad que su sensible corazón no podía soportar. Recuerdo las frases que siempre martilleaban su cabeza: Tengo miedo, estoy muy roto, soy un estorbo, me siento cansado y agotado. Lo único que me sostiene es la fe que tenéis en mí, es lo que hace sentirme digno y útil. También hubo muchos momentos felices. Una de las últimas veces que hablé con él me pidió, con las lágrimas en los ojos, que cuando muriese lo enterrasen en Córdoba, el lugar donde más feliz se había sentido.

Juanmita acabaría entrando en prisión en el año 2005 para cumplir condena por pequeños robos y conflictos derivados de su toxicomanía. En la última carta que nos escribió antes de salir de la cárcel nos decía: me han robado 16 años de  vida y me revienta ver las noticias de toda esa gentuza corrupta que han robado miles de millones de euros y no entran en la cárcel y yo por cuatro gilipolleces y porque estaba enganchado a todo tipo de drogas la justicia te funde la vida. A ver cuando nos damos cuenta que la cárcel es para los roba gallinas. Si el camino se te hace duro solo los duros podrán continuar.

El 16 de enero de 2018 Juanmita salió de la cárcel y a los dos meses, el 22 de marzo, nos llamó por teléfono su hermana. Con la voz rota por el llanto, nos comunicaba la triste y dolorosa noticia de su muerte. Como no podía ser de otra manera, nuestra casa se vistió de luto y se inundó de mucha tristeza y recuerdos.

Mientras ocurren desgracias como las de Juanmita, las máximas personalidades de nuestro Estado gozan de total impunidad. Incluso si terminan con sus huesos en la cárcel son unos privilegiados, como es el caso de Iñaki Urdangarín que cumple condena completamente solo en Brieva, al tiempo que en la masificada cárcel de Córdoba 1.400 internos se hacinan en 1.008 celdas (según datos de Acaip).

Un tal Jesús de Nazaret ya exclamaba a sus señorías: ¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo! (Lc 11, 46).
                                                               Córdoba, 20 de octubre de 2018
Miguel Santiago Losada
            Profesor


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