La necesidad de una ciudadania activa
Hace unos días hemos
sido espectadores de la toma de posesión del nuevo Jefe del Estado, la misma
jornada en que la "Roja" quedaba desteñida. Toda la clase política
dominante rendía pleitesía al nuevo monarca en el Palacio de Oriente mientras
la calle sigue clamando y añorando un Estado Social, Democrático, de Derecho y
Aconfesional, menos formal y más comprometido con la realidad y las necesidades
de la gente.
Nuestro pueblo sufre
las terribles consecuencias de una crisis pagada por la mayoría de mujeres,
hombres y niños/as que no tienen más capital que su esfuerzo diario (recordemos
que somos el segundo país de la UE con más pobreza infantil, superado solo por
Rumanía). La población española es una de las más afectadas por la crisis
económica, pues mientras la tasa de pobreza media, entre países comunitarios,
ronda el 25%, en España se eleva a más del 28% debido al recorte alarmante en
las prestaciones sociales ejecutado por el Gobierno, cuyo efecto más
escalofriante se traduce en 13 millones de personas que padecen esta situación,
de las cuales, tres millones malviven en pobreza extrema. Por su parte, British
Medical Journal nos alerta sobre los recortes en el sistema sanitario español,
que a pesar de tener uno de los gastos sanitarios más bajos de la UE, ha visto
disminuida su inversión, con el efecto que esto ocasiona en la salud de los/as
ciudadanos/as, sobre todo enfermos crónicos. Los casos de deshaucios siguen
aumentando en todo el país. En Andalucía subió un 4,8% en los tres primeros
meses del año debido a la medida que tomó el Gobierno de España de suspender la
ley antidesahucios.
Solo son algunos
ejemplos de fronteras para dentro. De fronteras para fuera la realidad es aún
más inhumana. No es raro el día que podemos ver a centenares de personas
inmigrantes atrapadas en las vallas de Melilla, como si fuesen moscas en una
telaraña. Con titulares alarmantes como "asaltos masivos" se nos
quiere hacer ver que las fuerzas de seguridad del Estado nos tienen que
proteger de una invasión altamente peligrosa. Muchos de los que logran entrar
terminarán encerrados como si fuesen delincuentes en los CIE (Centros de
Internamiento para Extranjeros), auténticas cárceles con deficiente asistencia
sanitaria, hacinamiento, malos tratos, donde quienes cumplen condena por ser
pobres y haber nacido en Africa, esperan su turno para ser expulsados.
Esta dura situación no
se soluciona criminalizando la pobreza como pretende el grupo municipal del PP
en el ayuntamiento de Tarragona creando un censo de mendigos para expulsarlos
de la ciudad. Tampoco con políticas de mera beneficencia que no atajan los
problemas de raíz. El empobrecimiento en un Estado Social y de Derecho no se
soluciona con medidas paliativas, que para casos urgentes son necesarias, si no
con medidas sociales, que emergen de unas políticas que favorecen la justicia y
la igualdad entre la ciudadanía. Difícil arreglo tiene un Estado que desahucia
a miles de personas, mientras en la reciente reforma fiscal reduce los
impuestos a los más ricos (IRPF e Impuesto de Sociedades). La consecuencia será
que, cuando repunte la actividad económica, la situación podría ser igual o
peor para los ciudadanos más desprotegidos, lo que puede cronificar su estado
de empobrecimiento y exclusión social.
El futuro de tanta
violación a los derechos humanos pasa por la conciencia ciudadana, por la
acción ciudadana y por las urnas. Una conciencia que nos haga ver la realidad y
nos lleve a tomar opciones encaminadas a terminar con tanta desigualdad social
y tanta impunidad con la corrupción que la ocasiona. Una acción encaminada a
potenciar las redes sociales, los movimientos sociales, a tomar medidas
críticas contra las leyes injustas, que enriquecen a unos pocos y empobrecen a
muchos, y a que no decidan por nosotros/as. Y poder elegir en las urnas a las
personas que consideremos más honestas a través de listas abiertas, que
desarrollen los programas electorales con los que se han comprometido; personas
que cobren como cualquier ciudadano y que no hagan del compromiso político una
profesión. No nos cabe otra: la construcción del Estado la debemos hacer
principalmente la ciudadanía.
* Profesor y presidente de la Asociación
KALA
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