Pequeñas historias
La economía neoliberal está
mostrando su cara más dura y despiadada dentro de las propias fronteras del
llamado Primer Mundo. Hace décadas que los llamados, eufemísticamente, países
en desarrollo la vienen sufriendo, sobre todo, en sus seres más inocentes y jóvenes.
Nos lo pueden contar las miles de madres que pierden a sus hijos/as todos los
días por falta de alimento, agua potable, medicinas o conflictos bélicos,
los/as miles de chavalitos/as que se ven tirados en las calles de las ciudades
de los países más empobrecidos por esa inhumana economía, sin unos mínimos de
cariño y seguridad que les haga posible creer en la vida, los/as miles de
jóvenes que hacen de Africa una travesía llena de obstáculos, en la que
centenares encuentran la muerte, para conseguir llegar al norte del continente
y cruzar las aguas hacia la supuesta tierra que mana leche y miel, los/as miles
de niños/as y mujeres que se son prostituidos por las grandes redes mafiosas,
que igual trafican con armas, que con drogas o personas, y guardan su dinero en
los mismos bancos que nos están llevando a la ruina.
Esta economía, lo mismo en
tiempos de bonanza que de crisis, mantiene los mismos índices de exclusión
social tanto en España como en Andalucía, realidad que no nos debe extrañar
proveniente de un sistema exento de valores éticos y morales; un sistema que
subvenciona, por su nefasta política, con millones de euros a la duquesa de
Alba y permite el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas o deja sin
vivienda a centenares de familias por desahucio, al no poder pagar sus
hipotecas.
¡Qué curioso lo que está
ocurriendo en la propia fortaleza que conforman los países del Norte!, ¿quién
nos iba a decir hace unos años que la deuda externa iba a afectarnos de igual
manera que la que vienen padeciendo desde hace décadas los países sureños por
las grandes economías del Norte? El monstruo no tiene hartura y las
consecuencias son evidentes.
El partido gobernante de la
izquierda está dejando morir por asfixia, por omisión y desde el silencio más
premeditado, cientos de proyectos en favor de los colectivos más
desfavorecidos, "por culpa de la crisis". "Por culpa de la
crisis", la derecha, sin pudor, corta y recorta servicios en ayuntamientos
y comunidades donde gobiernan. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar? Por acción
y por omisión, nueve millones de personas viven en la pobreza y en la exclusión
social en este país.
Voy a contar una experiencia
para que, al menos en nuestras propias fronteras, no permitamos que destruyan
lo más básico del Estado de Bienestar:
Hace unos días, nuestra sanidad
salvaba la vida de una mujer mayor de 90 años. A pesar de nuestras quejas de
niños malcriados, tenemos un lujo de sistema sanitario que salva vidas a
mansalva sin arruinar nuestros bolsillos. Estos/as profesionales de la sanidad
son los que deberíamos subir a un autobús descapotable y vitorearlos por todas
nuestras ciudades. En las mismas fechas, 14 km más abajo, detrás de la frontera
marroquí, un niño de año y medio moría por una simple gastroenteritis. ¡Esta es
la realidad, pura y dura!
Esperemos que este nefasto
sistema, que antepone las ganancias de unos muy pocos por encima de las de
otros muy muchos, no acabe también con nuestros propios hijos/as y abuelos/as
porque ponga en peligro uno de los más sagrados derechos: la sanidad, a la que
en nuestro país, todas las personas tienen acceso.
Tenemos que luchar y
movilizarnos para que no puedan pisotear nuestros derechos más básicos, que
posibilitan una vida digna a toda la ciudadanía, para que no toquen las la educación
pública y la sanidad pública, para que no acaben con los recursos sociales,
laborales, de vivienda-, para que no destruyan lo que tanto costó construir.
* Profesor y presidente de la Asociación KALA
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