El sur volvió a indignarse
Sobre las 17.25 horas del 28 de junio se
esperaba que el jurado proclamase a Córdoba, dentro y fuera de nuestras
fronteras, ciudad de la cultura europea 2016. Sin embargo, una vez más el Sur
volvió a ser ninguneado.
Los poderosos centros políticos y
económicos del país, con la complicidad de la parte del Gobierno de la nación
que decide, se llevaron el gato al agua y contra todos los pronósticos ganó el
que mejor padrino tenía; en este caso, Odón Elorza, quien planteó hace unos
meses que de dicha designación dependía la paz en el País Vasco.
De nada sirvió el magnífico proyecto
cordobés desarrollado a lo largo de 10 años y cuya alma es el propio pueblo de
Córdoba. De nada sirvió ser una de las ciudades más singulares de Europa por su
legado histórico y artístico. De nada sirvió presentar la necesidad de obtener
dicho beneficio por ser una ciudad castigada por el paro y el empobrecimiento
social. No olvidemos que San Sebastián está precisamente en el polo opuesto,
siendo la ciudad más rica del Estado. El Sur, una vez más, para los mandatarios
del Norte, no existe. Desde que comenzaron a designarse capitales europeas de
la cultura en España, todas las proclamadas: Madrid, Santiago, Salamanca y,
ahora San Sebastián, están situadas geográficamente del río Tajo para arriba,
un hecho que nos debe hacer pensar. Los intereses políticos han echado por
tierra un proyecto que le daba a Córdoba muchas posibilidades para su
desarrollo. ¿Y ahora qué? Córdoba debe volver su mirada al mar Mediterráneo, su
lugar de origen, su identidad. Las claves del Norte sirven para enriquecer al
Norte, las claves del Sur son cálidas como su clima, que han forjado una de las
principales páginas de la humanidad.
Nuestra gran diferencia con el pensamiento
del Norte o anglosajón consiste en que ellos escriben la vida con prosa,
nosotros con poesía. La prosa permite sobrevivir, la poesía vivir , a
buen decir de Cassano. Córdoba ha consolidado un proyecto cultural basado en la
interculturalidad y los valores humanos. Todo su potencial tiene que seguir
actualizándose para conseguir esos objetivos. Actividades como la celebración
de los 1.300 años del legado andalusí en 2016 deben servir de encuentro entre
todos los países de la cuenca mediterránea. Con ello será posible una verdadera
estrategia entre las dos orillas que contribuya al desarrollo de los países de
la ribera sur, que les lleve a la democracia y, por consiguiente, a una paz
duradera.
La cultura se ha convertido en el eje
transversal de esta ciudad. Pablo García Baena define con su magistral
sabiduría esta realidad: "Córdoba, la ciudad de destino, no tendrá otra
meta que la que le es propia e ineludible, la que está en lo más hondo de su
patricia romanidad, en el ventalle más alto de sus palmas omeyas, en el áureo
manantial bullente de su poesía: la cultura con mayúscula. Así, a pesar de
todo, la ciudad, sea o no Capitalidad Cultural, sabrá poner al día su legado de
siglos, sin vanguardias trasnochadas ni parques temáticos: en el pasado está su
futuro".
No hay que esperar a septiembre, no hemos
suspendido ninguna asignatura. El tiempo nos apremia. El letargo que veníamos
padeciendo se ha ido diluyendo desde hace una década.
Ello nos debe llevar a toda la ciudadanía a
mantenernos comprometidos y unidos con nuestra ciudad. El Ayuntamiento debe
seguir apostando por la cultura como principal objetivo de Córdoba, que genere
empleo y baje los índices de empobrecimiento y exclusión social.
* Profesor y asesor de la Cátedra
Intercultural "Córdoba Ciudad de
Encuentro" de la UCO
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