Crisis social

España alcanza su máxima gloria en el deporte nacional. Al igual que en los anfiteatros romanos se aclamaban a los gladiadores, el pasado 6 de julio, 80.000 personas enloquecidas vitoreaban a Cristiano Ronaldo en el estadio Santiago Bernabéu. Su fichaje ha costado cerca de 100 millones de euros. Indiscutiblemente un país que puede permitirse estos excesos indica que es uno de los más ricos del mundo.
Sin embargo, "España es un gigante económico con pies de barro sociales". Buen resumen del economista Vicenç Navarro ante los desastres que está causando la crisis en cientos de miles de hogares españoles. Las siguientes informaciones no dejan la mínima duda: Cáritas atendió en 2008 a un 50%más de personas que en 2007 y actualmente las peticiones de alimentos y artículos básicos aumentan el 89.6%. Buena parte de las personas atendidas por diferentes oenegés acudieron antes a los servicios sociales públicos, sin resultado alguno. Estos datos son la consecuencia del retraso que sufre nuestro país en política social.
Treinta y cuatro años después de la dictadura franquista, España continúa a la cola de la UE en el gasto público social, siete puntos por debajo de la media europea según el informe que acaba de publicar la fundación Foessa. La causa de este gran retraso social es la falta de voluntad política de los sucesivos gobiernos españoles de incrementar sustancialmente el gasto público social. ¿Cuándo asumirán los responsables políticos del Estado sus responsabilidades en materia social? ¿Cuándo asimilarán que el sector privado sólo puede complementar, pero no sustituir, la función pública del Estado social, democrático y de derecho? ¿Sabemos que el Gobierno gasta en el Estado del bienestar 74.000 millones de euros menos de lo que le correspondería por su nivel de desarrollo económico? ¿La aprobación del nuevo modelo de financiación autonómica contribuirá a paliar este déficit?
En España, décima economía mundial, viven 1.800.000 personas en la más absoluta pobreza o, lo que es lo mismo, padecen la lacra de la exclusión social, según informes como ECV o el Foessa, de las que más de 400.000 corresponden a Andalucía.
Para colmo de males la Junta de Andalucía congela, disminuye o suprime las subvenciones a las oenegés que ayudan a miles de personas empobrecidas.
Bajando a la realidad más cercana, los ayuntamientos no tienen dinero para el gasto diario a la hora de atender a las miles de personas que se dirigen a ellos en busca de ayuda inminente, como el poder comer. En cualquiera de nuestras ciudades y pueblos hay colas para disponer de los recursos más básicos, según los servicios sociales y las onegés que prestan una ayuda inmediata. Los alcaldes empiezan a alzar la voz ante la grave situación que atraviesan centenares de familias de sus respectivos municipios, el caso más reciente lo tenemos en el alcalde de Puente Genil, que recibe cada día a 20 personas que necesitan ayuda (Diario CORDOBA, 16 de julio del 2009). Por este mismo motivo las corporaciones municipales, al igual que exigen más financiación, tendrían que plantearse los gastos superfluos o innecesarios, sobre todo en tiempos de crisis, como asesores y personas de confianza que rodean a alcaldes y ediles con elevados sueldos que salen del bolsillo de los contribuyentes.
Hay dinero, falta la vergüenza política para que los presupuestos de las diferentes administraciones públicas prioricen o apuesten por las personas más necesitadas de los derechos básicos, para que puedan alcanzar una vida con dignidad.
* Profesor y Presidente de la Asociación KALA

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