QUE NO SE ROMPA EL HECHIZO EL HECHIZO

Cuando Cenicienta se dio cuenta que las manecillas del reloj se acercaban a las doce de la noche, se apresuró a regresar a la casa de su madrastra. En la huída, mientras la carroza se convertía en calabaza y sus hermosos corceles en ratoncillos, perdió uno de sus zapatos de cristal.

Barack Obama, presidente electo de los EE.UU., una vez pasada la noche del embrujo triunfalista volvió a la realidad; entusiasta noche en la que se anunciaba la más alta participación desde los años 60 con 133 millones de votos, aunque no llegase a alcanzar el 67 % de 1960 que llevó al poder a John F. Kennedy.

Irrumpió como huracán de buenas esperanzas en el corazón de las clases populares de su país, votándolo un 52.4%. Acudieron a las urnas los grupos que menos lo suelen hacer: jóvenes, personas de etnia negra e hispanos. Un elevado porcentaje de los mismos engrosan las grandes bolsas de exclusión social de EE.UU., que ni siquiera tienen seguro médico. Sin embargo, en la primera comparecencia como presidente electo no ha hecho referencia a las personas más empobrecidas de su país. Entre los objetivos que se plantea para mejorar la economía figuran un plan de rescate para la clase media y para sectores como la industria del automóvil.

Mientras el continente de su padre, África, celebra la victoria de Obama, 20 millones de niños del continente negro están condenados a morir por la falta de alimentos y medicinas. Barack Obama apoya el plan de 700.000 millones de $, medio billón de €, para el rescate de Wall Street  impulsado por el gobierno Bush. Aún nada ha dicho de los 3.000 € que harían falta para salvar la vida a esos niños.

Los nuevos aires han llegado incluso a Oriente Medio. Por primera vez en la historia un presidente de la República de Irán, Mahmud Ahmadineyad, felicita a un presidente electo de EE.UU. Le anima a que sirva a la gente de América y deje un buen nombre en la historia. Obama, al igual que Bush, se ha pronunciado en contra del desarrollo nuclear en ese país. ¿Por qué no aprovecha su momento exultante para posesionarse contra el armamento nuclear a escala internacional? Sería un buen inicio para la anhelada paz mundial e iniciar definitivamente la pacificación de Palestina, Afganistán e Irak. Ojalá lo consiga, pero para ello tendrá que olvidar las acciones militares preventivas, al margen de la ONU, más propias de su antecesor.

Asimismo, cuando la noche mágica llegaba a su fin se corrió la voz de que Obama no firmaría una ley de matrimonios gay y no es contrario a la pena de muerte.

El hechizo se puede desvanecer si no hay una respuesta política comprometida con la resolución de conflictos, capaz de combatir la injusticia social que empobrece y mata de hambre ¿Terminará su mandato como el cuento de la Cenicienta?

Si bien la pesadilla de Bush terminó, el sueño de otro mundo posible aún queda lejano. Esperemos que el nuevo presidente lo facilite y la olma de sus zapatos lo conduzca por los caminos de la paz y cohesión social.

                                                                                                                                                                                                    Miguel Santiago Losada
                                                                   Profesor

                                                Córdoba, 10 de noviembre de 2008 

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