LOS SINFRON, UNA UTOPIA TANGIBLE

Todas las historias tienen un comienzo. La de Los Sinfron tuvo sus albores en el año 1983 cuando un grupo de adolescentes y un joven profesor se encontraron en un centro educativo, llamado popularmente la Laboral, por proceder de la antigua Universidad Laboral de Córdoba.

Poquito a poco fueron surgiendo las relaciones entre ellos e iban teniendo su punto de encuentro en el departamento de religión. Un espacio amplio y luminoso, abierto al exterior por un hermoso ventanal, que se convirtió en un pequeño hogar de vida donde compartían risas, llantos, inquietudes, actividades,… que fueron forjando el grupo cristiano del Instituto, que los mismos chavales bautizaron con el nombre de Sin Fronteras.

La primera convivencia extraescolar que organizaron fue a comienzo de las Navidades de 1985  en un bello pasaje jienense llamado la Hiedra. Después vendría la representación de la obra de teatro Un tal Jesús en el salón de actos del centro, coincidiendo con la Cuaresma de 1986. Precisamente la celebración de la Pascua de ese año en Cerro Muriano sería el escenario del nacimiento del Grupo Cristiano Sin Fronteras, que tuvo su primera reunión el 12 de abril de 1986 en el Convento del Buen Pastor. Desde el primer momento se quisieron impregnar del mensaje esperanzador de ¡Cristo Vive, Convertíos! Después llegarían la primera fiesta final de curso y la convivencia en el pantano de la Breña con la llegada de la estación estival.

Podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el camino recorrido entre los años 1986 y 1988 lo podríamos denominar como el de la iniciación. Fue un tiempo de conocimiento, de relaciones de amistad y pareja, de crisis, de entradas y salidas, del primer ideario, de conocimiento de la realidad, de los primeros compromisos (parroquias, CLJC, ONGs, política),… Lo que provocó que la evaluación de junio del 88 tuviese un punto de inflexión en el grupo, fue como la confirmación del mismo: o se diluía en otras realidades eclesiales o el grupo se convertía en una realidad propia y singular dentro de los movimientos cristianos de Córdoba.

Con el comienzo del curso 88/89 se inició la segunda etapa de este ilusionante camino que concluiría con la constitución de la comunidad en junio del 91. Fue la etapa que marcó definitivamente el objetivo de la opción por los pobres, a través de una comunidad de talla humana, en la que todas las personas son responsables de la vida comunitaria y de construir una nueva sociedad más justa y fraterna.

Cada persona iba madurando a la luz de la Palabra. Siendo la eucaristía la mayor seña de identidad del grupo. Sin embargo, los encuentros con la realidad eran los que hacían aterrizar al grupo. Entrañable fue la visita a la casa de Mati y Sole en las Palmeras el 8 de abril de 1999.

Entre otros acontecimientos habría que destacar la constitución del COSAL, la creación del boletín Sin Fronteras, que más tarde llegaría a ser la revista de las CCP de Andalucía; la formación del grupo cristiano Sin Fronteras II; la continuación de compromisos parroquiales, en ONGs, en el CLJC (participando en las comisiones de empleo y marginación).

El curso 90/91 se iniciaba pletórico a raíz del viaje realizado a Perú, de compartir el primer piso comunitario y con la vista puesta en la constitución de la comunidad. No obstante, el aldabonazo  más contundente fue el compromiso en el Cuarto Mundo, a través de las niñas del Buen Pastor y de la calle Torremolinos. Los pasos hacia Palmeras se iban preparando con la marcha de Mati y el encuentro con Lolina, Isabel y el resto de la comunidad de Ursulinas en noviembre del 90.

La tercera etapa transcurriría entre los años 92 al 95. Después de haber decidido la comunidad no dejarse absorber por las parroquias, de  no haber desembocado en un movimiento eclesial y de tener a las comunidades eclesiales de base de Latinoamérica como referentes, desembocamos en las CCP-A. Junto a ellas fuimos descubriendo a la Iglesia de Base de Madrid, a la Peri de Alicante, a los Bolines en Granada, a todas las personas que nos fuimos encontrando en el Monte de Murcia, a las comunidades del Salvador y Perú,…

La primera eucaristía comunitaria, el 1 de marzo del 92, y la experiencia de oración del Monte marcaron un giro en la vida espiritual de la comunidad.

El compromiso con Palmeras hizo que la comunidad estableciese su residencia en Miralbaida a partir del 92. Una casa que desde el principio tuvo un marcado carácter de acogida: Tito, Chelo, ecuatorianos, María la dominicana,…

Conforme se fortalecía el compromiso con la calle se iba acrecentando la actitud crítica con respecto a la Iglesia y a la sociedad en general. La presencia en el Consejo comienza a ser testimonial y el compromiso con el COSAL acaba trasladándose a la APDHA a partir de 1994.

Con la Furgo y el Sinfron la comunidad seguía haciendo kilómetros y kilómetros entre compromisos, oraciones y trabajos.

El período 95 al 98 supuso el paso de una comunidad endogámica a otra más abierta. Hasta este momento la comunidad había sido un grupo de personas aprendices de libertad, idealizadores de la comunidad, enamorados de la pobreza,… Después de diez años la vida por la que luchamos entró en nuestra casa: Tito, mujeres, los chavales de la calle empezaron a pasar días con nosotros,… Con la llegada de Nöel, el 27 de octubre del 95, comenzamos a vivir el día a día con ellos. Juanito, Juanma Rodríguez, Susi, Cheo, Charli,… serán los siguientes.

Evidentemente con ellos llegó la mayor crisis y a finales del 96 la comunidad era mucho más sencilla, humilde y acogedora. Antes había crecido mucho en compromisos y militancias; ahora, había llegado el momento de crecer sencillamente como personas.
Se rompió el dinamismo endogámico con la llegada de los nuestros y, sin embargo, seguimos caminando.

Habitamos nuevos pisos, llegaron nuevas personas, se crearon nuevos espacios personales y nos acompañaron, en estos complicados momentos, personas entrañables que nos ayudaron a mantener este milagro de fe y vida llamado Sin Fronteras.

Ello posibilitó que a partir del curso 98/99 siguieran entrando nuevas personas en nuestras vidas y comenzásemos a vivir en hogares de intimidad y solidaridad, sin perder de vista las realidades que a la luz de la comunidad habían ido surgiendo a lo largo de los años. De ahí que proyectos como Encuentro en la Calle y APDHA los consideremos como los hijos sociales más destacados de nuestros sueños y esfuerzos.

El nuevo milenio nos trajo nuevas vidas en  nuevos hogares, que supimos compartir con nuestras más entrañables amistades. Mansur, Ismael, Amín y María son las últimas páginas escritas con sangre y corazón.

                                        Celebración de los 20 años
                                         Córdoba, 24 junio 2006

                                                      Miguel Santiago losada

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