LIBERTAD- IGUALDAD O LIBERTAD-SEGURIDAD
En poco más de diez años, tras la caída del muro de Berlín y
el avance imparable del proceso de globalización económica, ha desaparecido de
la escena el debate sobre libertad-igualdad.
La izquierda, o al menos una parte importante de ella,
comprendió hace tiempo que no eran conceptos separables, que no puede haber
verdadera libertad sin igualdad, no sólo política o jurídica, sino también
social y económica. O dicho de otra manera, la igualdad únicamente es posible
entre individuos libres que ejercen su libertad de pleno derecho.
La globalización económica neoliberal y su expresión
ideológica, lo que se le ha venido a denominar como pensamiento único, parecen
haber conseguido desterrar la idea de igualdad de la conciencia social. La
desaparición de este concepto corre pareja a la desideologización de la
sociedad y también a la crisis de la izquierda. Esto es evidente en el panorama
político, pero también es fácilmente perceptible en el mundo sindical o en
nuevos fenómenos como el del voluntariado institucionalizado.
En los últimos tiempos, sobre todo a raíz de los atentados
del 11 de septiembre, el binomio libertad-igualdad le ha dado paso al de
libertad-seguridad. El planteamiento no es nuevo, ya que el debate sobre la
seguridad fue uno de los ejes centrales de la Guerra Fría entre EE.UU. y la
antigua URSS. El contexto, sin embargo, es ahora muy distinto. Quizá uno de los
elementos diferenciadores más llamativos respecto a la etapa anterior sea la
propia ausencia de debate. La hegemonía absoluta del capitalismo, representada
en los Estados occidentales, los organismos financieros internacionales y las
grandes empresas transnacionales, hace que la crítica y la disidencia sean un
auténtico acto de heroicidad.
Detrás de este
proceso, como casi siempre, se esconden fortísimos intereses económicos. La
libertad de mercado, elevada a la categoría de dogma, es la única inviolable,
convirtiéndose así en la dictadura de un mercado monopolizado por una oligarquía
cada vez más reducida. Como consecuencia, el aumento de las desigualdades e
injusticias y la agresión a la naturaleza crean nuevos riesgos y conflictos
como las migraciones o los contenciosos por recursos como el agua y la tierra.
En este contexto, la defensa de la naturaleza o los Derechos Humanos son vistos
como trabas para el mercado y el crecimiento económico.
El poder elige de nuevo el camino del lucro y la represión
sin pensar en las repercusiones. Los que antiguamente defendían la libertad
como valor supremo la sacrifican hoy en nombre de la seguridad, recortando y
violando derechos fundamentales. El “todo vale contra el terrorismo” y la
“tolerancia cero” proclamados por el seños Bush y su vocación militarista e
intervencionista son el máximo exponente de esta tendencia. Precisamente el
famoso lema del Partido Popular “Más seguridad, menos impuestos”, es la
expresión más evidente de este tipo de política.
La insistencia mediática en el tema de la inseguridad está
contribuyendo a crear un clima muy peligroso y nada deseable. Desde la APDH-A
venimos denunciando continuamente que el camino de la represión no es la
solución. Podemos encontrar ejemplos de lo más variado en todos los ámbitos de
la vida y a lo largo de toda la Historia.
La opción realizada por la seguridad es, en nuestra opinión,
errónea, porque como dice un refrán castellano “tetas y sopas no caben en la
boca”. Aplastando la libertad en nombre de la seguridad se produce una reacción
perversa, generando una sociedad más injusta y violenta. Es por ello, por lo
que la APDH-A reclama la igualdad como elemento liberador y los derechos
humanos como instrumento de transformación social.
Seguramente, la solución a este binomio libertad-igualdad,
libertad-seguridad sea la fraternidad-sororidad.
Miguel Santiago Losada
Delegado en Córdoba de la APDH-A
Córdoba, 5 de Enero de 2003
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