BIENVENIDOS
Existe
un saludo acogedor que hace sentirse al extranjero como en casa: ¡Bienvenido!
Cualquier persona, en cualquier rincón del mundo, debería serlo. Sin embargo,
6.000 niños y niñas migrantes llegados a Canarias quieren convertirlos en un
problema de Estado, causado por los partidos negacionistas de los derechos
humanos. La utilización de los niños empobrecidos, percibidos como unos
delincuentes, para conseguir una cosecha de votos, es uno de los síntomas más
canallas de una sociedad inhumana y en decadencia. ¿Una población cercana a los
50 millones de habitantes no tiene capacidad para dar calor a unos miles de
niños que huyen del hambre, las enfermedades, las guerras y un sinfín de
calamidades?
El
libro del reconocido economista francés Thomas Piketty, El capital en el
siglo XXI, dio la vuelta al mundo. Explica el fenómeno de la desigualdad,
planteando que cuando la tasa de retorno de la inversión en capital es mayor
que la tasa de crecimiento económico, el resultado es la concentración de la
riqueza, y esta desigual distribución de la riqueza es la causante de la
inestabilidad social y económica, causa
del fenómeno de la migración. Piketty propone un sistema global de impuestos progresivos a la riqueza para ayudar a reducir la
desigualdad y evitar que gran parte de la riqueza quede bajo control de una
pequeña minoría. Esta es la raíz que no interesa abordar.
Se ha hecho del fenómeno migratorio el tablero del juego
político: elecciones europeas, francesas… En cada una avanza el populismo de la
extrema derecha, fuerzas negacionistas de “otro mundo es posible”, asustando con
razones económicas falsas: las personas migrantes acaparan las ayudas sociales,
colapsan la sanidad, quitan el trabajo y, lo peor, hacen perder la identidad, el
sentimiento de pertenencia. Este pensamiento dominante cultiva el desánimo, el
ser pusilánime, que cada cual luche por mejorar su situación, el sálvese quien
pueda. Este pensamiento maneja muy bien las causas de la desesperanza para no creer
en otro mundo justo e igualitario. Un instrumento manipulador que convierte las
utopías en quimeras (la utopía no puede ser en este momento, pero será posible;
la quimera es una fantasía que nunca llegará a ser real, como pensar en un
mundo más justo). Hay una segunda clave, percibir los derechos humanos como
amenazas, generando un efecto de rechazo, anestesiante e insolidario, provocando
el efecto de la aporofobia. De esta manera, se va conformando un sistema, un
pensamiento único y dominante que ha conseguido la globalización del dinero, sin
fronteras, que vacía de utopías a la persona, la colma de miedos infundados y
le hace protegerse de quien está un escalón por debajo. Así se está construyendo
la Europa fortaleza, creando fronteras de muerte.
El fenómeno migratorio es una fuerza vital que
impulsa al ser humano a moverse. La anomalía no es el fenómeno migratorio,
absolutamente natural, sino pretender reprimirlo y eliminarlo. Existen brotes verdes por conseguir la utopía de
un mundo de justicia, de igualdad y de paz, como la presentación en el Congreso
de los Diputados de una Iniciativa Legislativa Popular para regularizar a
500.000 migrantes en situación irregular en España. Ojalá llegue a buen puerto,
y ojalá estos niños y niñas encuentren el abrazo y la ternura en nuestra
tierra, su tierra.
Córdoba,
18 de julio de 2024
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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