HOMENAJE A MARÍA DE LOS ÁNGELES INFANTE

 

“Cuando hablo de mi padre me salen las palabras, los sentimientos, a borbotones (...). Siempre he dicho que, aunque no hubiese sido hija suya, le hubiese admirado intensamente conociendo su vida, su forma de ser, noble y abnegada, y esa preocupación constante por todos y por todo”, recordaba María de los Ángeles en 1977 cuando aún estaba casi todo por hacer. Titánica fue su lucha para reivindicar el legado olvidado de Blas Infante durante la dictadura franquista. Al igual que su padre, nunca perdió la firmeza y el sentido de la responsabilidad ante las dificultades.

Personalmente no llegué a conocerla, pero admiro su vida, su lucha y su compromiso por Andalucía.

Con tan solo seis años se lo quitaron, nos lo quitaron. “Ya sabes padre que nunca más volví a celebrar mi día, porque unos hombres de camisa azul y pantalón negro acabarían con la paz y la esperanza viva de nuestras vidas”. A pesar de haber padecido tan pequeñita esta profunda herida en su alma, la presidenta de esta Fundación demostró su máxima dignidad cuando llegó a decir que se perdona con mucho trabajo, aunque no se olvida. Cada uno de noviembre ofrecía un ramo de flores a todos los represaliados de la fosa común donde se encuentran los restos de Infante.

Al grito de ¡Viva Andalucía libre! lo fusilaron, pero no lo abatieron y humillaron. Ella recuperó su voz dormida. Prestó la voz a las ideas y pensamientos escritos por su padre. Sus entrañas guardaban la más bella frase que recordaba de él: “Yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales”.

Recorrió Andalucía desde Ayamonte a Almería para llevar el deseo de su padre y el suyo propio de unir a todas las personas andaluzas en una sola patria, en una sola matria. Como bien decía: “Nunca estuvo más alta la dignidad de Andalucía”. En uno de esos viajes, en el Corral del Carbón de Granada, se le acercó un hombre de 45 años para que le firmase un libro sobre su padre: “Usted firme el libro a mi hijo de 5 años” (…) Yo me fui de Andalucía para buscarme la vida y trabajé de peón albañil, lo máximo a lo que podía aspirar un andaluz (…) Cuando leí el Ideal Andaluz me di cuenta de que l@s mejores nacen en Andalucía. Mi hijo de 5 años lo sabe ya”.

A los los ignorantes que no conocen, no aman, no defienden, les recordó: “Mi padre sacó la carrera de derecho en dos años, excelente curriculum, y las oposiciones a los 24 años. Hay que sentir Andalucía para hacer por ella”.

Mari Ángeles, fue una mujer con coraje, que sola, tras la muerte de su marido, levantó su casa. Fue una mujer que reivindicó la memoria del legado andalucista. Fue una mujer que no se vendió bajo ningún precio para preservar el legado de su padre y a esta Fundación. Fue una mujer empoderada que vio cumplidos dos de sus grandes sueños: la creación de la Fundación Blas Infante y el nombramiento de Blas Infante como padre de la Patria Andaluza.

Sin padre no hay patria andaluza y sin madre no hay matria andaluza. Gracias por tu vida.

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