LA GLORIOSA ANDALUZA
Andalucía ejerció un
papel fundamental en la Revolución de 1868, llamada la Gloriosa, Revolución de Septiembre o la Septembrina. Supuso el destronamiento y exilio de la
reina Isabel II a Francia, y el
inicio del período denominado Sexenio Democrático. La ciudad de Cádiz, donde
se sublevaron los generales Serrano, Prim y Topete,
y el puente de Alcolea (Córdoba), lugar determinante para que los sublevados
vencieran definitivamente a las tropas de Isabel II, fueron protagonistas decisivos del
acontecimiento histórico.
En los años
inmediatamente anteriores a 1868 se forjó una generación revolucionaria tanto
del sector burgués como del campesinado. El primero veía con preocupación la
decadencia y el estancamiento de ciudades que habían estado a la cabeza en la
economía y desarrollo de Andalucía y del resto del Estado, como Málaga (ciudad
pionera en el inicio de la Revolución Industrial) o Cádiz (poseedora de la Casa
de Contratación). El pueblo, especialmente el campesinado andaluz, fue el
principal caldo de cultivo de la Revolución, gravemente lesionado por el poder
ejecutivo favorecedor de la oligarquía, la corrupción administrativa, la
violación de las libertades y el terrible drama del empobrecimiento social. La
injusticia y la tremenda desigualdad vividas por el pueblo andaluz provocaron
un gran descontento económico y social que causó continuos movimientos de
protesta a lo largo del siglo XIX, continuando en el XX.
Puente de Alcolea
Tras la Revolución, en un primer momento, el poder fue
asumido por las Juntas
Revolucionarias que se formarían en las diferentes ciudades, muchas de ellas
elegidas por sufragio universal.
Entre sus reivindicaciones se encontraban la libertad de pensamiento, la
libertad
religiosa y el sufragio universal . Además, en
Andalucía era prioritaria la reforma agraria, lo que sería más factible con una
República Federal que permitiría una descentralización político-administrativa.
Las primeras Juntas en constituirse fueron las
de Andalucía, destacando las de Cádiz, Córdoba, Málaga y Sevilla por su
carácter más radical. La de Sevilla, una de las más punteras, consagró las
libertades de imprenta, enseñanza y culto; abolió la pena de muerte, las quintas y la matrícula de mar;
afirmó el sufragio universal y reclamó
la celebración de Cortes Constituyentes. Desde
Andalucía, la Revolución se fue extendiendo a toda España y el 29 de septiembre
de 1868 La Junta Revolucionaria Nacional se constituye en Madrid.
El 8 de octubre de 1868 se establece el Gobierno Provisional (1868-1871), ejecutivo transitorio que
se formó tras el triunfo de la Revolución. Una de las primeras decisiones que tomó el Gobierno
Provisional fue la disolución de las Juntas.
Esto provocó el levantamiento
popular, con especial incidencia en Andalucía, donde destacaron los históricos levantamientos en el Puerto de Santa María y Cádiz el
4 de diciembre, encabezados por el alcalde gaditano Fermín Salvochea, que fue
encarcelado durante un año por estos acontecimientos. Dichos
levantamientos populares se extendieron rápidamente a importantes localidades
de Andalucía como Jerez, Sevilla y Málaga. Aquellos sucesos reactivaron
nuevamente la conciencia nacional de los andaluces, basada en las ansias de
libertad del Pueblo Andaluz. Esto desencadenaría una genocida represión, que
terminó con alrededor de tres mil muertos y miles de represaliados que acabaron
en prisión. El gobernador militar de
Cádiz declaró el estado de guerra para reprimir el levantamiento y ordenó el
desarme de los Voluntarios de la Libertad. Para
acabar con la resistencia de los milicianos el Gobierno envió unidades de
refuerzo y ordenó a los buques de la Armada española que
bombardearan la ciudad.
Fermín Salvochea y Álvarez
La Constitución, aprobada el 6 de junio de 1869, no satisfizo
a una parte importante del Partido Republicano Democrático Federal (con amplia
representación andaluza); por un lado, porque abocaba al establecimiento de la
monarquía como forma de Gobierno, y por otro, por la ausencia del modelo
federal. Esto hizo que los
comités provinciales empezaron a firmar pactos regionales de asociación para
construir la República Federal desde
abajo siguiendo el modelo del Pacto de
Tortosa firmado el 18 de mayo de 1869 entre los
territorios de la antigua Corona de Aragón. Todos estos movimientos acabarían
provocando la sublevación federal de 1869, concebida como el paso necesario para
la implantación de una democracia republicana y federal, que se asociaba a las
demandas populares: abolición de cargas impositivas, separación Iglesia-Estado,
consagración del sufragio universal a partir de los 20 años, el municipio como
cimiento del nuevo orden político y administrativo. El Pacto Federal andaluz se
constituyó en Córdoba, el 10 de junio de 1869, en el salón de la Fonda Suiza.
La Asamblea estaba formada por los representantes de Andalucía, Extremadura y
Murcia, que les unía la memoria compartida de una identidad histórica común.
Las sesiones culminan el 12 de junio de 1869 con la firma del Pacto Federal y
con la presentación pública en la plaza de la Corredera de Córdoba, engalanada
para la ocasión con un gran arco de entrada con la enseña: Libertad, Igualdad y
Fraternidad. En su modelo territorial se articulaban cuatro estados: Andalucía
Occidental, Andalucía Oriental, Extremadura y Murcia.
El proceso a nivel estatal culminó con la firma en Madrid el
30 de junio de 1869 con el Pacto Nacional, que agrupaba los diversos pactos y
creaba el Consejo Federal, que hizo público un manifiesto reivindicando la
República Democrática Federal. El 27 de septiembre de 1869 el
comité republicano federal de Barcelona hizo un llamamiento a la insurrección
que fue seguida en toda Cataluña, en otros lugares de España y en diversos
puntos de Andalucía. Como no contaban con armas ni recursos la insurrección fue
fácilmente aplastada por el ejército el 15 de octubre de 1869. No tardaría
mucho en rebrotar la insurrección cuando se anunció una nueva quinta, cuyo
sorteo se iba a realizar en abril de 1870, en los barrios obreros de Barcelona,
como Gracia,
o en las ciudades andaluzas de Cádiz, Córdoba, Málaga y Sevilla, fracasando de
nuevo. Sin embargo, la conflictividad se mantuvo en Andalucía en forma de
actividades de bandidaje sobre tierras comunales que habían sido arrebatadas a
los pueblos en la Desamortización de Madoz. No
hay que olvidar que en Andalucía la lucha a favor de la República Federal tenía un gran trasfondo social, porque para
muchas personas era sinónimo de reparto de la tierra entre los jornaleros y los
campesinos pobres y de la supresión inmediata de las aborrecidas quintas.
La revolución quedó definitivamente frustrada con la instauración
de la monarquía. Amadeo I fue el primer rey de España elegido en un Parlamento
con el apoyo de 191 diputados a favor. Su reinado duró desde el 16 de noviembre
de 1870 al 11 de febrero de 1873, en el que presentó su dimisión irrevocable en
las Cortes. Ese mismo día se proclamó la I República. Durante ese período se
reorganizó el partido republicano-federal de Pi y Margall.
El
carácter federal de la República hizo que se elaborase un proyecto de Constitución que
definía a España como una República Federal, integrada por
diecisiete estados con poder legislativo, ejecutivo y judicial. El artículo
primero de dicho proyecto proclamaba: “Componen la Nación Española los Estados
de Andalucía Alta, Andalucía Baja (federales andaluces apuestan por la
unificación del territorio, incluso llega haber una propuesta en la que se
habla del Cantón andaluz), Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la
Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia,
Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas”. Sin embargo, este
proyecto constitucional nunca llegó a promulgarse, al caer el Gobierno de Pi y Margall y estallar el movimiento cantonalista,
proclamándose independientes numerosas ciudades de Andalucía.
Estados que
habrían compuesto la nación española según el proyecto de Constitución Federal
de 1873
Durante
los primeros días de la presidencia de Salmerón fueron numerosas las ciudades
andaluzas que se proclamaron cantones independientes (Córdoba, Granada, Málaga y Sevilla). El fenómeno cantonalista irrumpe
en España en el verano de 1873 como un proceso revolucionario. Se trata de
salvar la República, terminar con el espíritu centralizador y eliminar todas
las tiranías. Todo ello se conseguiría con la República Federal. Según el
profesor Acosta Sánchez, la insurrección cantonal andaluza fue el experimento
anticentralista más radical puesto en práctica en el Sur. En definitiva, el
cantonalismo andaluz, en sus múltiples manifestaciones, irrumpió con una fuerza
extraordinaria, tratando de conseguir un conjunto de reivindicaciones sociales,
frustradas que no olvidadas, que ya plantearon, aunque sin éxito, algunos
grupos en la Revolución del 68. Por eso, el levantamiento andaluz del verano
del 73, además de expresar un fuerte ideal federalista/confederalista, viene a
ser el deseo de que no se escamoteen, otra vez más, una serie de reformas
políticas y sociales, ya presentes en la “Septembrina”, pero que no llegaron a
ejecutarse. Todo ello provocó el horror de la burguesía, teniendo un ejemplo
evidente en el llamado motín de Montilla y su propagación a otros lugares.
El
cantonalismo en Andalucía, impulsado por los republicanos federales, buscó
construir un Estado Confederal Andaluz. Así estaba ya definido, casi medio
siglo antes, en la Junta Suprema de Andalucía (1835) y recogido,
posteriormente, en la Constitución de Antequera (1883). Bastantes años después,
Blas Infante en su proyecto de Estado libre de Andalucía (1931) asentaría estos
principios.
El
general Pavía fue el responsable de terminar con este levantamiento en tan solo
dos meses. Mientras perdía Castelar el 3 de enero de 1874 un voto de confianza
en el Congreso, Pavía daría un golpe de Estado que terminaría con el sexenio
democrático. Se formó entonces un Gobierno republicano bajo la presidencia de
Serrano. A finales de 1874 se produce la abolición de la I República tras el
golpe de estado del general Arsenio Martínez Campos,
produciéndose un nuevo giro a posturas oligárquicas-caciquiles con la Restauración Borbónica
y la llegada a España de Alfonso XII el 14 de enero de 1875.
Córdoba,
21 de octubre de 2022
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
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