CÓRDOBA Y ANDALUCÍA
Estrenamos año nuevo y las cifras siguen siendo desfavorables para Córdoba.
Si hacemos un estudio de la población (INE, 1 de enero 2021), Córdoba es la
capital andaluza que más población perdió el pasado año, alrededor de 6.000
habitantes, lo que representa un 1.22% de sus residentes. Este significativo
dato estadístico debería encender una alarma, sobre todo en las diferentes
administraciones públicas que regentan la ciudad, y hacer un análisis de la
situación, cuando, además, la realidad socio-económica en el ámbito andaluz no
difiere considerablemente de la de Córdoba.
Ahora que se acerca el 28F hay que decir con claridad y sin tapujos que Andalucía,
y Córdoba en particular, no acaba de superar sus grandes vicisitudes que la
constriñen económicamente y la relegan a ocupar los puestos más bajos de Europa.
Veamos algunas aportaciones que pueden subsanar este ancestral problema que
sufre mayoritariamente la sociedad andaluza:
1. Córdoba tiene un cinturón de barrios empobrecidos, de los que cinco están
entre los quince más pobres de España. Pasan los años y siempre aparece la
misma noticia lamentable en la cabecera de los periódicos. Durante los últimos
cuarenta años se construyeron miles de viviendas por toda Andalucía para paliar
la terrible situación social que había dejado la dictadura, pero no se vertebró
a la unidad familiar con una formación y empleo que hiciera sacar de la pobreza
a tantísima gente que habita en ellas. Ahora que llega dinero de la UE habría
que dar un salto cualitativo en las políticas de formación y empleo, no dejando
la situación sólo en manos de los Servicios Sociales o en las ayudas prestadas
por las diferentes ONG´s. Las personas adultas que viven en los barrios con
mayor empobrecimiento y exclusión social necesitan una formación remunerada que
les haga apetecible instruirse para conseguir un empleo digno. De lo contrario
es la pescadilla que se muerde la cola: no hay formación remunerada, no
encuentran empleo, acuden a los servicios sociales, viven con una economía de
subsistencia muy precaria, lo que les lleva a mantener o incluso aumentar el empobrecimiento
y la exclusión año tras año, legislatura tras legislatura.
2. La obra pública que puede ofertar desarrollo y trabajo para Córdoba es
lentísima y con pocas inversiones millonarias si la comparamos con Sevilla,
Málaga y Granada, que junto con Córdoba son las cuatro ciudades más pobladas de
Andalucía. Incluso las pequeñas obras se eternizan, como son los casos de la
avenida de Trassierra o de la Ronda del Marrubial, por poner dos evidentes ejemplos.
3. Las administraciones públicas y los entes sociales deberían cuidar el
pequeño tejido industrial que nos queda con la máxima diligencia, ya que es el
sector que más beneficios produce y más puestos de trabajo garantiza. Junto a
ello habría que establecer la marca Córdoba como ciudad universitaria y de
investigación. Nos admiramos del hospital Reina Sofía, del centro de
investigación IMIBIC o de los avances de la UCO, pero sin una mayor apuesta no
pueden mantener sus niveles de calidad y aspirar a un mayor crecimiento. Ello
permitiría que nuestra juventud universitaria no tuviese que emigrar de su
ciudad o provincia, y que nuestros mejores profesionales no se marchasen. A
modo de ejemplo, no es de recibo que el Parque Tecnológico Rabanales 21, esté continuamente
amenazado por concurso de acreedores, un parque tecnológico que ha carecido de
la apuesta necesaria para que se implante industrias farmacéuticas o de alta
tecnología.
Blas Infante, a la espera que el Ayuntamiento de
Córdoba le erija un monumento, insistía en que había que liberar a Andalucía de
los ocho grandes “dolores” que la asolaban, destacando los relacionados con la falta de justicia social. Después de
muchos años y de muchas promesas incumplidas Andalucía, y Córdoba en
particular, sigue esperando las políticas necesarias que la saquen de sus
penurias.
Córdoba, 22 de febrero de 2022
Miguel Santiago Losada
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