ARZOBISPO DE GRANADA, NO OFENDA A LA VIDA
Hace unos días el arzobispo
de Granada llegó a decir en una homilía que “la ley de la
eutanasia y la ley trans son criminales” y “una ofensa a la razón”. El
jerarca católico manifestó que “la realidad es la realidad” y “quien ha
nacido hombre será siempre hombre; quien ha nacido mujer será siempre mujer”,
“le pongan las hormonas que le pongan” o al margen de “las operaciones que le
hagan”. Este señor se cree por encima de lo divino, de lo humano y de
la ciencia. Una ciencia que está desmontando sus arcaicas e interesadas convicciones
situadas en el medievo.
La
jerarquía católica sigue siendo muy conservadora y rigorista a pesar
de los esfuerzos que está haciendo el papa Francisco. Ya nos tienen
acostumbrados/as a esta serie de declaraciones que surgen desde diferentes
púlpitos de nuestra geografía. Son los herederos de una moral y
una doctrina farisaica contraria a la vida de Jesús de Nazaret, a sus
palabras y a sus hechos. Él los recriminaba: “ustedes, los fariseos, limpian
por fuera la copa y el plato, pero por dentro están llenos de codicia y maldad.
¡Insensatos! El que hizo lo de afuera también hizo lo de adentro,
¿no es cierto?” (Lc 11,39-40).
Usted
arzobispo bien pagado, bien atendido por varias personas en su residencia
palaciega, ¿no se siente interpelado? Usted que habla del pueblo y no vive como
él, que habla de las leyes de la biología como si las hubiese creado, que desde
su cátedra discierne lo que es natural y no es natural o contranatural, ¿no se
siente retratado? Usted que hizo voto de castidad, ¿es eso natural o
contranatural?, usted que no se emparejó, al menos explícitamente, ¿es eso
natural o contranatural?, usted que no dejará descendencia, al menos que se
sepa, ¿es algo natural o contranatural? Y sin embargo culpabiliza y
excluye al que tiene una orientación sexual distinta a la heterosexual, como si
esa orientación fuese una ley de la naturaleza. ¡Usted viva como le dé la gana,
pero deje vivir a los demás!
El
ser humano tiene la capacidad de ser consciente de su existencia y ello le
posibilita a vivir según sus sentimientos y pensamientos, sin que ello suponga
una ofensa contra nadie. Una persona puede nacer con vagina y sentirse hombre,
una mujer puede enamorarse de otra mujer, un chico puede sentir amor hacia un
chico, y en otra etapa de su vida hacia una chica. ¿Qué daño les
hace? Se le hace daño cuando se le reprime, se le culpabiliza, se le
excluye, se le castiga haciendo ver que está enfermo. ¿Quién es el
enfermo? ¿Quién es el endemoniado? ¿Quién necesita del exorcismo o de las
corrientes eléctricas al que han sido sometidos miles de personas por su
orientación sexual no acorde con la moral antihumana que predica?
Jesús
de Nazaret se dolía de tanta moral que machaca al ser humano: “¡Ay también
de ustedes, los expertos en la Ley, porque ponen sobre la gente cargas
difíciles de llevar, pero ustedes mismos no las tocan ni con un dedo!
¡Ay de ustedes, porque construyen las tumbas de los profetas, pero sus
antepasados los mataron!” (Lc 11, 45-47).
Estas leyes
emanadas desde los derechos humanos, que, por cierto, muchos no son
acatados por el Estado Vaticano, aprobadas por un parlamento de un Estados
Social y de Derecho y Democrático no obligan a nadie a cambiar de
sexo ni obligan a nadie a la eutanasia, solo facilitan a un ser humano a poder
adaptar su cuerpo a la identidad que siente, o no castigan a
nadie por querer morir en paz ante una enfermedad de larga duración que
los postra en la cama con todas sus facultades mermadas.
La falta
de respeto a la que usted se refiere, señor arzobispo, está precisamente en
pretender todo lo contrario. La tercera dictadura a la que hace referencia, que
por cierto a lo largo de la historia la jerarquía católica las ha conocido muy
bien e incluso bendecido, es la que obliga a vivir reprimiendo los
sentimientos, sintiéndose señalado y repudiado por los demás, o sencillamente
viviendo en unas condiciones tan extremas, debido a una grave enfermedad, que
no merece unir más día o meses a un sufrimiento irracional. Y ya que habla
de suicidios, ¿sabe usted los ocasionados por tanta represión y rechazo? ¿Se ha
preocupado por informarse? Y, sobre todo, haga el ejercicio humano de
ponerse en el lugar de los demás y bájese de su fría cátedra de mármol.
Sr.
arzobispo usted no puede representar la comunidad de Jesús, su
opinión como representante público enciende la mecha de delitos de odio,
transfobia e incluso, para algunos, puede servir de justificación para apalear
hasta matar a Samuel. No ofenda a la VIDA.
Córdoba,
13 de julio de 2021
Miguel Santiago Losada, en nombre de
las Comunidades Cristianas Populares de
Andalucía
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