LA EDUCACIÓN, PILAR DE LA SOCIEDAD
A L@S PROFESIONALES DE
LA EDUCACIÓN
A veces, demasiadas
veces, escucho comentarios desafortunados sobre los profesionales de la
educación. Lo último que me llamó la atención fue una encuesta realizada en el
diario CÓRDOBA hace unos días en la que participaron 2197 personas, de las
cuales un 50.5% les daban una puntuación de cero a los profesores de los
centros públicos andaluces. Esas más de mil personas o se han basado en una
ideología que denosta el servicio público, el Estado del Bienestar, o están muy
mal informadas del esfuerzo tan enorme que los profesionales de la educación
realizan curso tras curso para educar y formar a nuestros niños y jóvenes,
muchos de ellos procedentes de los sectores más vulnerables de nuestra
sociedad.
España, a pesar de los
terribles recortes de la crisis, es un país envidiado por los dos grandes
cuerpos de funcionarios que se dedican a las dos tareas más básicas que toda
sociedad debería garantizar: la salud y la educación. Menos mal que diferentes
encuestas en el conjunto del Estado (entre ellas la del CIS) sitúan a los
profesionales de la salud y de la educación como los más valorados: alcanzando
casi un 9 sobre 10.
Bajando a mi propia
experiencia, puedo afirmar que he tenido la gran suerte de haber escogido una
de las profesiones más apasionantes y creativas de la vida: educar y enseñar.
Después de tantos trienios puedo afirmar que mi mejor currículo han sido los
más de tres mil alumnos que me han hecho profesor. He compartido esta
maravillosa tarea con centenares de compañeros/as de cuatro institutos
andaluces, de los que puedo decir que, salvo excepciones, son unos magníficos
profesionales a pesar de las crisis económicas, a pesar de tanto cambio
legislativo y normativo, a pesar de la burocratización de los últimos años, a
pesar de tanta incertidumbre que provocan los vertiginosos cambios sociales… Profesionales
que igual consiguen los mejores resultados académicos de sus alumnos en la
Universidad, que luchan por incluir a
miles de chavales procedentes de los barrios más excluidos de Andalucía, o que
han posibilitado que centenares de niños procedentes de la inmigración tengan
sus títulos de la ESO, Ciclos Formativos, Bachillerato e incluso hayan
alcanzado la Universidad. Y sin embargo, rara vez se les ha caído la tizas de
los dedos, la sonrisa de los labios y la mirada cercana y comprensiva de los
ojos.
Profesionales de un
sistema educativo que hemos sido testigos de los cambios transcurridos durante
los 40 años de democracia: hace cuatro décadas el nivel de analfabetismo en
Andalucía era abrumador, apenas había institutos (ejemplo, la ciudad de Córdoba
contaba con solo dos a principios de los años 70), los escasos centros públicos
estaban infradotados. Gracias a tantos maestros y profesores que llegaron a
todos los rincones de nuestra tierra hoy el nivel formativo de nuestra
población, aunque tiene que seguir avanzando, no tiene nada que ver con los
años más grises de nuestra historia del siglo XX.
Queridos compañeros/as,
mucho ánimo, no dejaros influir ni desmotivar por tanta normativa agotadora, ni
os dejéis comer la moral por comentarios absurdos, y nunca olvidar que podéis ser los artífices
de una nueva sociedad.
Miguel Santiago Losada
Profesor
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