OTRA MIRADA
Recuerdo las palabras de una mujer de la calle
Cardenal González, ya entrada en años, de
carmín pronunciado y ojos cansados: - Prefiero
ver al Cristo del Amor desde la acera de la calle antes que hacerlo desde mi
balcón, no soy digna de estar a su altura. Su amor de cinco estrellas, al
igual que la Magdalena de Joaquín Sabina, es el único capaz de llenar al
crucificado de besos y perfumados ungüentos.
Esa misma tarde de Ramos el Rescatado subirá desde
la Axerquía ¿Cuántos refugiados, inmigrantes, están representados en él?
¿Cuántos niños, mujeres, hombres pidiendo ser rescatados de las guerras,
atentados, violencias, hambrunas, enfermedades…? ¿Seremos capaces de
sensibilizarnos ante tanta injusticia y pasar a la acción solidaria y fraterna
o solo contemplaremos el paso de la bella y majestuosa talla? Muchos de ellos
morirán en los largos caminos de destierro o ahogados en las aguas de frontera,
las mismas en las que nos bañamos los ciudadanos europeos, protegidos por leyes
emanadas de gobiernos que desprecian a los otros, como si el ser humano valiese
diferentes precios ¡Cuánta injusticia!
El Jueves Santo procesiona en Córdoba una de las
imágenes cumbres del barroco andaluz, la Virgen de las Angustias, que muy bien
podría encarnar las angustias de tantas madres y padres que cogen a sus hijos
sin vida a las orillas de la playa, los acurrucan y los lloran, llegando sus
gemidos a los confines de la tierra.
Será el Miércoles Santo cuando, acompañado por su
barrio de Palmeras, la procesión del Cristo de la Piedad muestre la cotidiana
estación de penitencia de su barrio y se
torne manifestación de honradez y dignidad, de superación, de gritos y
denuncias ante tanta irresponsabilidad política en una tierra en la que los
índices de empobrecimiento alcanzan los mayores porcentajes de Europa. Este
Cristo, que bien podría llamarse de los Derechos Humanos, es la mejor expresión
del clamor de los barrios más castigados de nuestra Andalucía que piden al
clavado en la cruz que los libere de tanto mal, que no les queda otra que mirar
hacia arriba porque, aquí abajo, ni son escuchados, ni son atendidos, ni
encuentran respuestas.
¡Cuánto dolor en las mejillas, en la patada
recibida, en el insulto permanente, en la cotidiana amenaza, cuánto terror
psicológico ante la mirada del agresor a tantas mujeres víctimas de los malos
tratos, cuántas mujeres calladas, violadas legalmente, irreconocidas,
devaluadas, ninguneadas verán pasar a tantas dolorosas llorando de impotencia y
suspirando ante tanto sufrimiento!
Un año más, como en todas las primaveras, ante la
figura del Nazareno, nuestro pueblo hará suya las palabras del poeta, andará
buscando escaleras para desenclavarse de las cruces de cada día y no querrá cantar a ese
Jesús del madero sino al que anduvo en el mar (Antonio Machado).
Córdoba,
19 de marzo de 2016
Miguel Santiago Losada
Profesor
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