NO SOBRA NADIE
No sobra nadie y todas las personas somos hijas de
esta excepcional Pachamama, Madre tierra, nombre con el que los incas llamaban
cariñosamente a nuestro planeta. No sobra nadie si en nuestro mundo el llamarse
Indhira o María, Florín o Ahmed, Rafael o Mike, Fahna o Angelo…, es lo de menos.
No sobra nadie si en nuestro mundo nadie se define por su vinculación a alguna
religión, y menos aún sintiéndose superior por practicar el judaísmo,
hinduismo, islamismo, cristianismo o budismo … No sobra nadie si en nuestro
mundo ningún ser humano está determinado por el color de la piel, ya sea de etnia
gitana, árabe, negra o blanca… No sobra nadie si en nuestro mundo no se
discrimina por el hecho de ser hombre o mujer. Todos/as, nada más que por el
hecho de ser seres humanos, nacemos con la misma dignidad y somos merecedores de los derechos humanos, habitemos en el
hemisferio Norte o en el Sur, en los continentes del Este o del Oeste.
Formamos parte de una aldea global en la que no
sobra ninguna de las ricas y variadas manifestaciones culturales, ni la gran
diversidad de religiones que aportan valores humanos. No sobran ni mezquitas, ni
sinagogas, ni templos hinduistas o iglesias. No sobra ni una sola piedra
magistralmente esculpida en cualquiera de los cientos de monumentos declarados
patrimonio mundial de la humanidad. Tampoco sobra ninguna lengua, expresiones
del crisol de pueblos, que conforman este maravilloso cuerpo celeste y errante.
Sí sobran los que toman el nombre de dios en vano y
matan, condenan, excomulgan y culpabilizan en nombre de dios en sus múltiples
acepciones o figuraciones. Sobran los políticos que por intereses económicos o
geoestratégicos desangran grandes regiones a través de conflictos, guerras,
éxodos, masacres… Sobran todos aquellos que, bajo la apariencia democrática,
dividen y generan odio e incomprensión, causando mucho dolor y sufrimiento.
Sobran las manos y las mentes constructoras de murallas, a las que les gusta
coronar con himnos y banderas.
Hoy, más que nunca, tenemos que levantarnos con
esperanza y, sintiéndonos fraternos, emocionarnos al volver a escuchar el discurso
titulado Tengo un sueño de Martín
Luther King: “Cuando repique la libertad y la
dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada
ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios,
negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir
sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin!
¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!”. Pero previo
a la libertad está la justicia y el amor. ¡Ese es el camino de la humanidad!
A
todos los niños de este mundo huérfanos por la violencia.
Córdoba,
18 de noviembre de 2015
Miguel Santiago Losada
Profesor
Comentarios
Publicar un comentario