LA MEZQUITA, UN AÑO DE DEBATE CIUDADANO
El presidente
de la Asociación de la Prensa de Córdoba, Manuel Fernández, escribía el pasado noviembre
en el diario Córdoba que “suponemos que no habrá sido un miedo subliminal a
nombrar las cosas por su nombre el que haya hecho que nuestro Ayuntamiento
celebre los 20 años de Córdoba como patrimonio mundial y se haya olvidado de
los 30 años de la Mezquita que, "sin embargo, se mueve", como
defendió Galileo, a pesar de la intolerancia científica de la Iglesia”.
La
Mezquita-Catedral de Córdoba ha vuelto a resonar en todos los rincones del
mundo gracias al movimiento ciudadano que bajo las siglas “Mezquita-Catedral de
Córdoba, patrimonio de todos/as” está
denunciando los intereses de un obispado y un cabildo que llevan 20 años
poniendo en entredicho la historia y el patrimonio de Córdoba: por negarle el
nombre de mezquita a nuestro principal monumento, por el que han visitado
nuestra ciudad cerca de un millón de personas el pasado año, por intentar
apropiarse de un monumento de dominio público, que fue declarado patrimonio
nacional en 1882 y patrimonio mundial de la humanidad en 1984, inmatriculándolo
en el registro de la propiedad por 30 euros y gestionándolo al margen de las
administraciones públicas, principales responsables del patrimonio del país.
Este debate
ciudadano está respaldado por 400.000 personas (firmas recogidas en Change.org),
entre las que se encuentran destacadas personalidades de todo el mundo,
movimientos cristianos de base de Europa y profesionales relevantes de nuestra
ciudad, que a través de sus artículos se han ido posicionando a favor de
nuestros postulados. Este debate, en palabras de D. Carmelo Casaño Salido,
diputado en las primeras elecciones democráticas, “está produciendo un gran
bien: el fortalecimiento de las virtudes ciudadanas en una sociedad abierta” (Córdoba,
22-01-2015). Por su parte, el escritor cordobés Joaquín Pérez Azaústre ha
criticado la postura de José Antonio Nieto quien considera que “el debate sobre
la Mezquita-Catedral puede traer males a Córdoba” y por no querer contar con la
plataforma a la hora de buscar soluciones. El escritor llegó a escribir que “el
olor del miedo no es el mejor guion del gobernante. Pero aquí seguimos sin
debate y sin guion, mientras se excluye a la ciudadanía” (Córdoba, 18-01-2015).
La
plataforma dejó muy claro desde principios del año pasado, a través de un
manifiesto, sus objetivos: denominar al monumento Mezquita-Catedral, nombre que
no excluye a nada ni a nadie, declarar inconstitucional la inmatriculación, pedir
la titularidad pública y que en su gestión entre a formar parte la
Administración pública, no cuestionando en ningún momento el uso católico.
Decir
Córdoba es decir la ciudad de la Mezquita. María Luisa Calero, catedrática de
lingüística de la UCO, escribió: “pretender robar, prohibir o censurar una
palabra (como la palabra mezquita para quienes habitamos en Córdoba) sería
pretender borrar parte de la historia y de la identidad de un grupo humano” (Córdoba,
25-04-2014). Juan Goytisolo nos recordaba que “el palimpsesto de estratos
históricos, común a todo el área del Mediterráneo, halla su más cabal expresión
en la mezquita-catedral de Córdoba (…) La denuncia por parte del colectivo de
ciudadanos Plataforma Mezquita-Catedral Patrimonio de Todos, del atropello
histórico consistente en encubrir la huella islámica y andalusí de la mezquita
mediante manipulaciones y trampantojos, se apoya en hechos indiscutibles y
argumentos sólidos” (El País, 14-12-2014).
Un estado social y democrático de derecho y
aconfesional “no puede mantener un sistema de inscripción registral que
equipara a la Iglesia con el Estado (…) estamos ante una cuestión de
legitimidad constitucional y que por tanto demanda resolverse de acuerdo con
los principios que presiden nuestro ordenamiento jurídico” manifestó Octavio
Salazar, profesor de derecho constitucional de la Universidad de Córdoba (Córdoba,
03-03-2014). En este mismo sentido, Fernando Martínez Pérez, profesor titular
de historia del derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, y once profesores
más, criticaron a la Dirección General del Patrimonio, dependiente del
Ministerio de Hacienda, por no admitir la denuncia de un particular contra la
usurpación que “supone una renuncia del Estado a disputar la titularidad de
este monumento nacional a la Iglesia católica” (El Público, 18-07-2014).
A lo largo
del pasado año el escritor y abogado cordobés don Rafael Mir Jordano ha
reiterado en varias ocasiones que la Mezquita-Catedral es un bien
de dominio público, analizando la inexactitud de atribuir que en 1236 Fernando III
dio a la Iglesia la propiedad, cuando lo que concedió fue la posesión con fines
sagrados. Una cosa es la posesión continuada y otra distinta el derecho de
propiedad que no puede adquirirse por el transcurrir del tiempo cuando
concierne a bienes de dominio público.
Para finalizar recupero la recomendación que nos da el arquitecto Juan Serrano,
miembro del prestigioso Equipo 57: “El hecho de que la Mezquita y
Medina Azahara (que corresponden a la época que según el historiador Chueca
Goitia fue la más importante de la Historia de España y transcendental para la
Historia de la Arquitectura) se encuentren en nuestra ciudad, creo que nos
implica como ciudadanos cordobeses tanto en el debate político como en el plano
de la cultura” (Córdoba, 16-07-2014). Precisamente por su excelencia cultural la
Mezquita–Catedral debería estar gestionada “por un patronato formado por
diferentes actores, como en la Alhambra o Altamira”, como hace unos días
afirmaba el arqueólogo Antonio Vallejo, exresponsable del yacimiento Omeya de
Medina Azahara (El País, 25-01-2015). En definitiva, ni faltan motivos para la
denuncia, ni razones para reivindicar lo que es de todos y todas.
Córdoba, 20 de febrero de 2015
Miguel
Santiago Losada
Profesor y portavoz de la plataforma “Mezquita-Catedral,
patrimonio de todos/as”
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