La Mezquita de Córdoba: No sólo es Catedral y es mucho más que una Mezquita
NO
TODA LA MEZQUITA ES CATEDRAL
Como
cordobés y creyente me pregunto ¿de quién es la Mezquita-Catedral? ¿De quién
puede ser una de las joyas arquitectónicas más importantes de la humanidad? Me
vengo haciendo esta pregunta desde el 2 de marzo de 2006, cuando la
Iglesia Católica inmatriculó (es decir, inscribió por primera vez) la Mezquita
en el Registro de la Propiedad como “Santa Iglesia Catedral de Córdoba”.
El Obispado alegó, como título justificativo para hacerla suya al 100%, la
“toma de posesión” (que no de propiedad) dispuesta por el monarca Fernando III
el Santo en 1236, cuando se trazó sobre el pavimento una franja de ceniza en
forma de cruz diagonal con las letras de los alfabetos griego y latino.
Después de este atentado jurídico y patrimonial contra
Córdoba y toda
la humanidad, el actual obispo de Córdoba dio un paso más al negarle al
monumento su nombre original y el asignado por la UNESCO (“The Mosque of
Córdoba/La Mezquita de Córdoba”, dada en Buenos Aires el 2 de noviembre de
1984. Anteriormente fue declarada monumento nacional en 1882) o su
nombre oficial: Mezquita-Catedral (designación acordada unánimemente en pleno
municipal, representante de la ciudadanía de Córdoba, que define con exactitud
y generosidad la esencia misma del edificio) por el nombre de “Catedral de Córdoba,
antigua Mezquita” o simplemente “Catedral de Córdoba”, sin hacer ninguna
referencia al universal monumento, patrimonio de Córdoba y de toda la
humanidad.
Ni siquiera
Roma, la ciudad católica por antonomasia por albergar la ciudad del Vaticano,
le niega el nombre al Panteón, cuya designación canónica es iglesia de
Santa María y Mártires. En el año 608 el emperador de Oriente Foca hizo
donación del templo al papa Bonifacio IV, que lo transformó en una iglesia
católica dedicada a la Virgen María, es el primer caso de transformación de un
templo pagano en templo católico. En Roma no se entendería que el mismo
Pontífice denominara al Panteón: “Iglesia de Santa María y Mártires, antiguo
Panteón”.
Otro ejemplo
universal es el caso de Santa Sofía de Estambul. Desde la
fecha de su dedicación en el año 360 y hasta 1453 sirvió como la catedral patriarcal de Constantinopla, excepto en el paréntesis entre 1204 y 1261en que fue reconvertida en catedral
católica durante el patriarcado
latino de Constantinopla del Imperio latino, establecido por los cruzados. Tras la invasión otomana el edificio fue transformado en mezquita por
orden de Mehmet II que la denominó Mezquita de Santa Sofía (Mehmet
mantuvo el nombre de Santa Sofía, no la denominó “Mezquita Aljama de Estambul,
antigua basílica de Santa Sofía”). Mantuvo esta función desde el 29 de mayo de 1453 hasta 1931, fecha en que el monumento
fue secularizado por mandato del presidente de
la nueva república turca Mustafa Kemal Atatürk. El 1 de febrero de 1935 fue inaugurado como museo.
Mezquita principal de Estambul durante casi 500 años, Santa Sofía sirvió como
modelo para muchas otras mezquitas otomanas, como la Mezquita del Sultán Ahmed (también conocida como la
Mezquita Azul de Estambul), la Mezquita Sehzade, la Mezquita de Solimán, la Mezquita Rüstem Pasha y la Mezquita
Kiliç Ali Pasha.
Cambiarle el
nombre al Panteón o a Santa Sofía sería negarles su glorioso pasado. Nadie
entendería que monumentos pertenecientes a toda la humanidad les
cambiasen el nombre por el capricho arbitrario de un gobernante y menos por un
representante de la jerarquía católica en un Estado Social, Democrático y de
Derecho como es el caso del Estado Español. Para todo el mundo, incluida la
UNESCO, nuestro singular y universal monumento se denomina Mezquita de Córdoba
o Mezquita-Catedral, al albergar en su seno la sede del obispo de Córdoba.
El obispado
de Córdoba cuando inmatriculó la Mezquita de Córdoba o Mezquita-Catedral
recuerda que fue antigua basílica visigoda de San Vicente y mezquita. No es un
acierto, por respeto a la historia, el plantearse “¿quién estuvo antes?”. Cada
espacio, según su tiempo, ha respondido a una determinada cultura y religión.
Aunque es cierto que la Mezquita es templo católico desde el siglo XIII, sin embargo,
este espacio como ningún otro no está santificado por una única y exclusiva
religión por los siglos de los siglos y nunca podemos olvidar que es nuestro
principal legado islámico-andalusí.
Si somos
consecuentes con la historia podríamos decir que la Mezquita de Córdoba o
Mezquita-Catedral no todo es Catedral y todo es más que Mezquita. Explico este
planteamiento haciendo referencia a un breve recorrido histórico por el espacio
en el que se ubica la Mezquita de Córdoba o Mezquita-Catedral:
SALOMÓN, EL HIJO
DE DAVID
Según cuenta
un texto en árabe, cuando el lugar donde se ubica la Mezquita era una gran
hondonada, Salomón, el hijo de David, pasó por Córdoba e hizo alto frente a
ella. Al verla, dijo a los genios: “Rellenad y nivelad este lugar pues aquí
se alzará un templo en el que se rendirá culto al Altísimo”. Los
historiadores hablan de que el primer templo que albergó este lugar fue el de
Salomón; posteriormente, el templo romano dedicado al dios Jano se construiría
sobre él.
ALGÚN TEMPLO
DE LA POLITEÍSTA Y SINCRÉTICA ROMA
Siendo
Córdoba ciudad bético-romana, se construyó un segundo templo, posiblemente
dedicado al dios Jano, en el lugar que ocupa la Mezquita-Catedral. Una cara de
este dios bifonte, que encontramos en el museo arqueológico de Córdoba, y
materiales de acarreo, como columnas utilizadas para la construcción de la
Mezquita de Abd al-Rahman I, así lo demuestran.
BASÍLICA DE
SAN VICENTE DE DOMINIO VISIGODO
Hasta fechas
recientes el periodo tardorromano y altomedieval de la ciudad era prácticamente
desconocido. Los hallazgos de Cercadilla revelan que en el siglo IV se levanta
en extramuros un enorme complejo arquitectónico, a juicio de algunos, sede
episcopal del obispo Osio de Córdoba, mano derecha del emperador Constantino.
La fuerza edilicia de estos primeros momentos del cristianismo se manifiesta en
la existencia de basílicas martiriales a extramuros de la ciudad, con orígenes
que se remontan al siglo IV, como son los casos de San Acisclo y la basílica de
los Tres Santos, catedral en la época mozárabe y actual basílica de San Pedro.
A mediados del siglo VI se traslada la sede episcopal a intramuros,
construyéndose la basílica de San Vicente. A partir de este momento es cuando
la zona sur de la ciudad se organiza como un auténtico escenario del poder, en
el que cristaliza el germen de lo que podríamos considerar, según algunos
autores, la ciudad más “oriental” de Hispania.
MEZQUITA
Desde el año
786 hasta el 1236 fue la mezquita aljama de los musulmanes cordobeses.
La Gran
Mezquita-Aljama de Córdoba, de fama universal, es el templo más relevante
de cuantos existen en España y uno de los más importantes de todo el mundo. No
es de extrañar que esté considerada por los más prestigiosos arquitectos
internacionales y por relevantes expertos en historia del arte, como el más
asombroso monumento de cuantos pueden visitarse en toda España. Durante muchos
siglos también fue la mezquita más grande del planeta (sus dimensiones son
superiores a las de la gran basílica de San Pedro en Roma). La Gran Mezquita de
Córdoba es el edificio en uso más antiguo del país.
CONSAGRACIÓN
COMO TEMPLO CATÓLICO
Las fuentes
históricas nos cuentan que partir del 29 de Junio de 1236 es cedida a la
Iglesia católica. Conquistada la ciudad por Fernando III el Santo, el monarca
dispuso que en la festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo del año 1236
fuera dedicada a Santa María Madre de Dios y consagrada aquel mismo día por el
Obispo de Osma Don Juan Domínguez, en ausencia del Arzobispo de Toledo Don
Rodrigo Jiménez de Rada, asistido por los Obispos de Cuenca, Baeza, Plasencia y
Coria. La ceremonia de trazar con el báculo sobre una franja de ceniza
extendida en el pavimento en forma de cruz diagonal las letras de los alfabetos
griego y latino fue la expresión litúrgica y canónica de la toma de posesión
por parte de la Iglesia. Todo el edificio quedó convertido en templo cristiano,
pero no adquirió el carácter de Catedral hasta la elección del primer Obispo,
Don Lope de Fitero, poco antes del mes de noviembre de 1238, y de su
consagración episcopal en un día de los primeros meses del año siguiente.
La
majestuosidad del templo islámico permitió que los conquistadores cristianos
valoraran las excelencias de esta arquitectura, a pesar de ser contraria a las
edificaciones canónicas cristianas (no acomodándose al culto católico).
En primer
lugar, la Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Alhakén II,
en la zona más monumental de la Mezquita del s. X., pero sin provocar
destrucciones arquitectónicas; asimismo, la magnificencia del edificio
determinó que el espacio de mayor esplendor, la Macsura y el Mihrab, no fueran
tocados ni destruidos, quedando intacta su construcción. Sin embargo, con el
paso de los siglos la sede catedralicia precisaba mayores acomodos y una mayor
dignificación de la Capilla Mayor, realizándose a finales del siglo XV (1489) una Catedral cristiana donde estaba la antigua capilla del siglo XIII.
Esta nueva
Catedral (dentro de la Mezquita) será promovida por el obispo Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de una nave con formulación
arquitectónica gótica.
Sin embargo,
la mayor intervención en el edificio islámico se va a producir a lo largo del
s. XVI, pues en medio de la Mezquita se levantará una gran Catedral cristiana
bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos de los aires renacentistas; la
nueva Catedral supuso una ruptura grave para los postulados espaciales
islámicos. No en vano la propuesta fue polémica y estuvo sujeta a duros
enfrentamientos entre diferentes próceres (a favor y en contra).
“Mandamiento
de la Ciudad prohibiendo bajo pena de muerte a los albañiles, canteros,
carpinteros y peones que fuesen a trabajar a la obra de la Catedral que se
estaba feshaciendo para formar el Crucero“
El propio
Concejo de la ciudad promulgó una circular impidiendo la participación en la
nueva obra, estableciendo incluso pena de muerte a quien trabajara. Finalmente
intercedió el emperador Carlos V para que se realizara la obra, aunque más
tarde se lamentara (como recogió J. B. Alderete de haber destruido lo singular
de la Mezquita para levantar una de tantas catedrales, tal como había en
España): “Si yo supiera lo haciades no lo hicierades, que lo que estáis
haciendo lo hay en cualquier parte, y lo que teniades no lo hay en ninguna”.
La obra se
comenzó en 1523 por iniciativa del
obispo Alonso Manrique (1518-1523), que supo atraer a
Córdoba los principios arquitectónicos de las catedrales castellanas, pues
había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La nueva Catedral de Córdoba estuvo a
cargo del arquitecto Hernán Ruiz I, que aunque desarrolla sus primeras
actuaciones bajo postulados góticos con ciertos arcaísmos, también es verdad
que sentencia ya claramente los postulados del Renacimiento.
Según
diversos autores, la formulación clasicista la sentenciará en la nueva Catedral
su hijo Hernán Ruiz II, el gran arquitecto de la saga de
los Hernán Ruiz, que hará evolucionar el estilo y es el artífice de las mayores
magnificencias de la nueva Catedral. También de muchas de las capillas y
rejería. Después de cien años de obras la nueva Catedral será concluida con
principios estéticos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero del
maestro Juan de Ochoa, o esa formulación de bóveda de
lunetos del Coro que sentencia los prolegómenos del arte barroco, donde los
criterios estéticos ya van claramente por otros derroteros a los del
Renacimiento (yeserías, luces y sombras, escenografías, etc.). Finalmente
terminarían las obras en el año 1607 bajo el episcopado de Diego Mardones.
Tras esta
gran reforma del siglo XVI, la Mezquita solamente recibirá
aditamentos menores y complementos de liturgia. En el año 1748, Duque Cornejo trabaja en Córdoba en los
púlpitos y en la sillería del coro de la Catedral. Tallado en caoba, alberga
105 sillas entre las bajas y las altas.
La propia
historia, arquitectura, religiosidad del monumento hace de la Mezquita de
Córdoba o Mezquita-Catedral que trascienda los límites espaciales de lo que se
considera Catedral e incluso el concepto singular de mezquita. De ahí se
desprende que la Mezquita de Córdoba o Mezquita-Catedral no todo es catedral y
todo es más que mezquita.
NO TODO ES
CATEDRAL. NINGÚN TEMPLO CATÓLICO PUEDE SER MAYOR QUE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
La
construcción de San Pedro de Roma, en lo que a la iglesia respecta, se concluyó
en un período de 176 años (1450-1626). Basados en cálculos confiables hechos
por Carlo Fontana, las proporciones del edificio son: altura de la nave, 46,18
metros; ancho de la misma en la entrada, 27,29 metros; en la tribuna, 23,99
metros; longitud del crucero en el interior, 137,46 metros; longitud
total de la basílica, incluyendo el vestíbulo, 211.47 metros. El
vestíbulo de la basílica tiene 70,99 metros de ancho, 13.47 metros de fondo y
27.98 metros de alto. Hay cinco portales en la fachada. Desde el
pavimento de la iglesia (medido desde el confesionario) al centro de la lámpara
que descansa sobre el domo, la altura es de 123,38 metros, a la punta de la
cruz que se encuentra sobre la lámpara, 132,50 metros. La medida del diámetro
interior del domo varía algo, pero generalmente se computa en 41,97 metros,
excediendo así al domo del Panteón por 1,49 metros. La superficie de
San Pedro es de 15.160,12 metros cuadrados. La mayor superficie de todas las
basílicas y catedrales del orbe católico.
Medidas
comparativas de longitud:
§
Longitud de
San Pablo en Londres, 158.59 metros.
§
Catedral de
Florencia, 149.47 metros.
§
Catedral de
Milán, 135.39 metros.
§
Basílica de
San Pablo en Roma, 127.77 metros.
§
Santa Sofía
en Constantinopla, 107.90 metros.
Medidas
comparativas de superficie:
§
Milán,
8406.05 metros cuadrados.
§
San Pablo en
Londres, 7875.07 metros cuadrados.
§
Santa Sofía,
6889.97 metros cuadrados.
§
Colonia,
Alemania, 6166.05 metros cuadrados.
§
Antwerp,
Bélgica, 4966.04 metros cuadrados.
Ninguna
Catedral, basílica o iglesia católica del mundo puede ser más grande que la
basílica de San Pedro de Roma.
Ante esta afirmación
sólo caben dos posibilidades: o sólo se considera Catedral de Córdoba la
Capilla Mayor o la Catedral de Córdoba es la mayor de todas las basílicas y
catedrales del orbe católico; en cuyo caso, la sede del obispo de Córdoba sería
mayor que la sede del obispo de Roma.
La Mezquita
de Córdoba estaba formada en tiempos de Al-Hakam II por un Salat, sala de
oración, de 11 naves en dirección norte-sur y 32 arcadas en dirección
este-oeste. Tenía una superficie de 114.60 metros de largo por 79.29 metros de
ancho. Con la ampliación de Almanzor ganó 50 metros más de ancho
(correspondientes a 8 nuevas naves que se unieron a las 11 ya existentes hacia
el este del edificio). Con esta última ampliación el Salat adquirió una
extensión de 114.60 metros de ancho por 128.41 metros de largo y el patio
con 60.42 por 128.41 metros. La superficie total del monumento es
el resultado de los 175.02 metros de largo por los 128.41 metros de ancho:
23.400 metros cuadrados.
Con 23.400
metros cuadrados es la segunda mezquita antigua más grande del mundo en superficie, por
detrás de la Mezquita de la Meca. Una de sus principales
características es que su muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º más hacia el sur, algo tampoco habitual en las primeras
mezquitas de Al-Ándalus(orientadas de este a oeste), quizá
arrastrado de la milenaria naturaleza espiritual del monumento.
El Salat
puede albergar unas 20.000 personas, que llegarían a 30.000 con el patio.
Un ejemplo
de una de las Catedrales más grandes del mundo, y que no excede las dimensiones
de la basílica de San Pedro, es la Catedral de Sevilla.
Nos cuenta
los historiadores que durante la administración musulmana, el califa almohade Abu Yacub Jusuf ordenó la construcción de una gran mezquita en
Sevilla en los terrenos que actualmente ocupa la catedral. Los trabajos se
prolongaron entre abril de 1172 y marzo de 1198, aunque se inauguró el 30 de
abril de 1182.
La dirección
de las obras fue encargada al prestigioso arquitecto de origen andalusí Ahmad Ben Baso, el cual construyó un hermoso edificio de planta
rectangular de 113 x 135 m y con una superficie de más 15.000 metros cuadrados,
incluyendo el patio. Poseía 17 naves adornadas con arcos de herradura y un amplio patio, el sahn que aún se
conserva con el nombre de Patio de los Naranjos, que era primitivamente el patio
de abluciones de la
mezquita almohade. Su forma es rectangular, midiendo 43 m por 81 m. La actual
puerta del Perdón daba acceso al recinto.
La catedral
posee cinco naves que se distribuyen, mirando hacia Levante. No cuenta con una cabecera en el sentido gótico habitual en forma de ábside sin girola, ya que su planta salón es un
perfecto rectángulo de 116 m de largo por 76 m de ancho, que se corresponde con
el espacio que ocupaba la gran mezquita almohade que estaba situada en el mismo lugar.
Y ES
MUCHO MÁS QUE MEZQUITA.
LA MEZQUITA
DE CÓRDOBA, ÚNICA EN EL MARCO DE LA INTERCULTURALIDAD
Todo el
legado histórico del que goza nuestro principal monumento le da dos cualidades
a la Mezquita-Catedral que la hacen única en el marco de la interculturalidad:
pertenecer al patrimonio mundial y ser, por esencia histórica, encuentro de
culturas, de civilizaciones.
La
Mezquita-Catedral de Córdoba es un templo único en el mundo. Su singularidad,
basada en su propia historia, hace que este monumento sea considerado
patrimonio de la humanidad. Gracias a ello el historiador Arnold Toynbee
calificó a Córdoba como una de las ciudades de destino universal, al igual que
Atenas, Roma o Estambul.
El que la
Iglesia católica siga utilizando el edificio como templo en el que se encuentra
la Catedral de Córdoba, no debe ser óbice para que a la Mezquita de Córdoba o
Mezquita-Catedral se le niegue dos cualidades que la hacen única en el marco de
la interculturalidad: pertenecer al patrimonio de toda la humanidad y
ser, por su esencia histórica, encuentro de civilizaciones que profesan
diferentes credos. Durante veinte siglos en este espacio han realizado sus
cultos con seguridad los bético-romanos, los hispano-visigodos (cristianos
unitarios y posteriormente trinitarios), los musulmanes-andalusíes y los
cristianos. Este hecho cultural y religioso debe llevarnos a los cristianos a
preguntarnos ¿Por qué no recuperar el espíritu ecumenista e interreligioso del
Concilio Vaticano II? Juan XXIII, dijo aquello de abramos las puertas
para que entre aire fresco en la Iglesia. ¿Por qué no abrir las puertas para
que nuestra Mezquita, donde reside la sede del obispo de Córdoba, sea también
ecuménica e interreligiosa? Este paso eminentemente conciliar daría una
proyección internacional para que Córdoba sea considerada ciudad de la
interculturalidad universal, ciudad de la paz.
Son muchos
los autores que elogian la diversidad que ha supuesto una
convivencia entre las tres culturas de la Córdoba de Al Ándalus a la sociedad
actual. Una corriente de pensamiento que habla del Paradigma de Córdoba para
referirse a la máxima actualidad a la hora de destacar la aceptación de la
diversidad, la pluralidad confesional y la lucha contra los fanatismos y
racismos. Sobre todo, en estos históricos momentos en los que la crisis
económica doblega a la política a no velar por los derechos humanos y la
justicia social, respondiendo a unos criterios neoliberales que son el caldo de
cultivo de una xenofobia etnocéntrica que culpa a los más empobrecidos y
excluidos de las estrecheces que venimos atravesando.
SUPERAR LOS
CONFLICTOS ENTRE RELIGIONES
El Concilio
Vaticano II apuesta decididamente por superar los conflictos, incluidos los
existentes entre las propias religiones. Este concilio se fragua en el contexto
histórico de las sociedades democráticas, cuyas raíces las encontramos en el
siglo XVIII, con la revolución francesa.
¿Qué hubiese
sido de Europa si la democracia no la hubiera liberado del corsé del
catolicismo preconciliar? ¿Habría libertad de conciencia, leyes que permiten el
aborto o los matrimonios homosexuales, una ética universal que permite la
declaración universal de los derechos humanos,…? De lo que se desprende que las
constituciones de los países democráticos están muy por encima de las
doctrinas, morales y tradiciones de las religiones. Unas religiones que
continuamente entran en conflicto con todo aquello que no suponga acatar su
cosmovisión particular.
CONCLUSIONES
Puede
decirse, a pesar de los avatares de la historia, que la Mezquita pervive en su
esencia islámica. Hay que reconocer que se trata de un híbrido arquitectónico
magnífico que sintetiza a la perfección una buena parte de los valores
artísticos de Oriente y Occidente. Es decir, la Mezquita de Córdoba o
Mezquita-Catedral es hoy una extraordinaria síntesis de nuestra historia.
La Mezquita
de Córdoba o Mezquita-Catedral es un edificio excepcional de valor universal
precisamente por su fecundo mestizaje histórico, religioso y cultural. Amputar
alguna de sus partes representa una mutilación inaceptable, que dañaría de
forma irreparable su profundo significado simbólico. La jerarquía de la Iglesia
Católica no puede, ni debe anular la gloriosa historia del templo.
La
consecuencia final de toda esta argumentación es que la Mezquita de Córdoba o
Mezquita-Catedral es propiedad de todos los cordobeses y Patrimonio de la
Humanidad y, por tanto, debe ser administrada en el interés general y no
privativo de ningún grupo o colectivo, lo que no niega que La Mezquita-Catedral
siga siendo utilizada desde un punto de vista confesional por el Obispado y
Cabildo. Es más, el uso continuado del monumento ha posibilitado que se mantenga
en un buen estado de conservación y no haya perdido a lo largo de su historia
el sentido de su existencia.
El pueblo de
Córdoba ha defendido a lo largo de los siglos su principal patrimonio. Fue el
principal valedor para que el Cabildo catedral en el siglo XVI no la derribase
y construyera en su lugar una catedral, como ocurrió en nuestra hermana ciudad
de Sevilla. Mientras el pueblo de Córdoba impidió la destrucción de la Mezquita
el poder estatal permitió la construcción de las dos catedrales dentro de la
Mezquita: la Catedral del siglo XV (dieron permiso para ello los Reyes
Católicos), actual capilla de Villaviciosa, y la Catedral del siglo XVI (dio
permiso para ello el emperador Carlos V), actual sede del obispo de Córdoba.
Para el
pueblo de Córdoba el nombre del monumento nunca ha sido un problema. Siempre
hemos escuchado a nuestros abuelos, a nuestros padres, a nuestros mayores,
nombrar al monumento indistintamente Mezquita o Catedral. Nunca han hecho
problema de las dos denominaciones, aunque el nombre más querido y familiar
haya sido siempre el de la Mezquita. Cuántas veces escuchamos decir Catedral
cuando hacen referencia a ir a misa a la Catedral, estar bautizado en la
Catedral, ir a ver la procesión del Corpus a la Catedral y, a renglón
seguido, sentir el más profundo orgullo cuando hablan de la Mezquita como su
gran monumento, como seña de identidad de su ciudad, como el mayor sentimiento
patrio. De ahí que, con sentido común, el Ayuntamiento decidiera denominar al
monumento Mezquita-Catedral.
Córdoba,
julio de 2013
Por Miguel
Santiago Losada. Cristiano
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