Custodios de esperanza
Me considero un
ciudadano que llevo a cabo mis deberes y exijo los derechos basados en la carta
magna de la declaración universal de los derechos humanos, mayoritariamente
refrendados por las constituciones de los Estados que conforman el denominado
Primer Mundo, tan enfermo de avaricia que, no sólo empobrece más y más a los
países del hemisferio Sur, sino que está arrebatándoles los derechos sociales a
los mismos países que se encuentran dentro de la Unión Europea.
Como ciudadano que ejerzo
mi derecho al voto, que milito en colectivos sociales desde que apenas tenía
los 18 años, que me considero enamorado de mi profesión desde hace 30 años, que
quiero y protejo a mis hijos y a mis mayores, que nunca he vivido por encima de
mis posibilidades, me siento muy indignado, estafado por unos gobiernos que
desprecian al pueblo y lo hunden en el desempleo y la miseria.
Es por todo ello por
lo que, si viviera en Madrid, me manifestaría en los alrededores del Congreso y
gritaría que no nos representan. Es por lo que participo en cada una de las
manifestaciones que se convocan en Córdoba para denunciar los recortes que
mandan al paro a miles de personas y atentan contra el Estado del Bienestar.
Pero no son tiempos
para la resignación y para quedarse anulado por la impotencia a la que nos
quieren someter. Son tiempos de mirar en clave humana y llenarse de la energía
positiva que la cotidianidad nos brinde, a través de sucesos que nos hagan
creer en un mundo más justo y humano. Vayan a continuación algunos ejemplos.
No sé cómo se llama ni
quién es su familia, ni de qué país procede. Sólo sé que es de etnia negra, que
se busca la vida en un semáforo de la ciudad ofreciendo pañuelitos de papel,
que tiene una entrañable sonrisa y que saluda a todos los conductores como si
fueran amigos o familiares, con una voz ronca que le sale de lo más profundo de
su cuerpo: - ¡Buenos días, señor! Mientras oigo las malas noticias, él me
muestra su mejor cara y su resistencia para seguir viviendo a pesar de todas
las adversidades.
Córdoba es una de las
diez provincias que sufre la mayor tasa de desempleo de todo el territorio
nacional y uno de cada tres cordobeses/as en edad de trabajar se encuentra en
paro. Entre muchas otras cosas, esto está suponiendo que mucha gente no pueda
pagar su hipoteca y que los bancos, rescatados con nuestros impuestos por vivir
por encima de sus posibilidades, estén procediendo a dejarlos en la calle. Ante
esto, y de manera valiente, la Plataforma Stop Desahucios está plantando cara,
y junto a los/as afectados/as, sigue cosechando grandes victorias cotidianas.
Timoti, que anduvo
kilómetros y kilómetros de desierto desde su Camerún natal, que estuvo a punto
de morirse de sed, que sufrió palizas en la frontera entre Argelia y Marruecos
por sus respectivas policías, que consiguió llegar sin saber nadar con un
neumático al puerto de Melilla, que aguantó meses en los invernaderos de
Almería, que pasó tres años sin papeles..., hoy entra radiante en su Instituto
para, después de haber aprobado la ESA con una media de notable, estudiar un
ciclo formativo. El es el mejor ejemplo de superación de crisis y vicisitudes.
Elena, una religiosa
de más de ochenta años, llena de vida, dice que no va a las liturgias del
obispo porque le aburren muchísimo. No entiende que los obispos hablen de
defender la vida fetal y no alcen la voz contra los gobiernos que dejan a los
"sin papales" sin asistencia sanitaria, que no denuncia las palizas
brutales de la policía auspiciadas por el Ministerio del Interior, que no
critica con dureza cómo al mismo tiempo que se inyecta dinero a la banca se
recortan los servicios sociales. Se siente libre para denunciar a la política
mediocre que nos lleva a la ruina y a la Iglesia cómplice, que lo único que
quiere es mantener su cuota de poder.
El chaval del
semáforo, Stop Desahucios, Timoti, Elena, son algunos ejemplos de lucha contra
esta crisis que nos llena de impotencia para hundirnos en la miseria humana. No
permitamos que nos arruguen, ni nos desvíen la mirada, no nos conformemos con
esta estafa. Sepamos descubrir a los/as custudios/as de la esperanza cotidiana.
* Profesor y presidente de la
Asociación KALA
Comentarios
Publicar un comentario