LOS GORRILLAS.

Cuando los problemas que acontecen a nuestro alrededor no los vivimos de cerca, podemos caer en la tentación de sacar simples conclusiones que no ayudan a esclarecer la realidad.

            Me refiero, en este caso, al juicio que hoy está teniendo lugar por la muerte ocasionada a un hombre que se negó a pagar a unos chavales que se buscaban la vida como aparcacoches, los llamados “gorrillas”.

            Lo primero que debemos tener en cuenta es la terrible pérdida humana de tan desafortunado suceso.

            En segundo lugar, las situaciones embarazosas en las que a veces se ven sometidos tanto los aparcacoches oficiales como los propios conductores.

             Sin embargo, pienso que también estamos llamados a reflexionar sobre el perfil de las personas que se buscan la vida de esta manera; en la mayoría de los casos procedentes de la exclusión social con graves problemas a consecuencia del consumo de drogas.

            Nunca estas circunstancias deben ser motivo para causar muerte alguna; no obstante, que el dolor y la impotencia no dominen nuestro instinto vengativo que sólo conduce a distorsionar aún más la realidad pensando que los “gorrillas” por el hecho de serlo son mala gente.

                                                          


                                                                                Miguel Santiago Losada

                                                                            Córdoba, 19 de enero de 2009.

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