Dan miedo, mucho miedo
"Voy a barrer las calles" (Aznar, 2001)
"Terminaré con esa chusma a
manguerazos" (Sarkozy, 2005)
¿Es esta la Europa del cambio?
La sociedad del capitalismo y consumismo está
compuesta por una amplia clase social que conforma un colchón confortable para
el mantenimiento del actual sistema. Las tarjetas de crédito, las hipotecas,
los fondos de inversiones, los seguros de vida... son el sentido de ser del
ciudadano de hoy. Vales en cuanto estás dentro del mercado, para consumir y generar
riqueza.
Al mismo tiempo, este mismo mercado, que
controla a los poderes políticos, es la principal causa del empobrecimiento y
la exclusión social. Hoy son una injusta y lamentable realidad las grandes
bolsas de pobreza y exclusión que existen incluso dentro de las fronteras de
los Estados Unidos y la
Unión Europea. De una manera sencilla podríamos decir que es
el hecho más evidente de que la política de mercado es la principal causa de la
violación de los derechos humanos. Todas las constituciones del llamado Primer
Mundo se rinden a sus pies, poderoso caballero es don dinero , dejando
que los parlamentos de los diferentes países aprueben leyes que van
diametralmente en contra de los principios más consagrados de cualquier Estado
que se proclame social, democrático y de derecho. Ejemplos contundentes, a lo
que nos estamos refiriendo, serían las leyes de extranjería, las leyes penales,
las leyes contra los menores; leyes que castigarán principalmente a los más
empobrecidos, llenando las cárceles de ellos y generando, al mismo tiempo, la
sociedad del miedo para que, de esta manera, se pueda blindar aún más el
sistema de mercado neoliberal.
Un círculo vicioso perfecto formado por el
mercado neoliberal y la sociedad del miedo. De ahí que para asegurar la
tranquilidad de la ciudadanía, las personas que son útiles al mercado, haya que
protegerlas de todas aquellas otras personas que se encuentran al margen del
sistema y que puedan generar "inseguridad ciudadana".
¡Está tan bien diseñada la estrategia! Cuando
alguien del propio sistema salta a las páginas de los periódicos por fraudes o
enriquecimientos ilícitos, la sociedad colchón tiende a protegerlos,
disculparlos e, incluso, enaltecerlos. Sin embargo, cuando se trata de un
chavalito toxicómano o un padre de familia de algún barrio que padece la
exclusión, será la misma ciudadanía la que lo señale de delincuente, parásito y
vago, convirtiéndolo en un agente de la inseguridad ciudadana, provocando el
desembarco de decenas de policías para limpiar las calles de dichos
delincuentes a base de escobazos, manguerazos, guantazos...
Este sistema neoliberal y de la sociedad del
miedo nos está calando hasta el tuétano, de tal manera que si un sector de la
ciudadanía pide que no se hagan pisos de protección para jóvenes, ancianos o
familias con bajos recursos, pues no se hacen. Que piden que no se abra un
centro de ayuda a toxicómanos, pues no se abre. Que piden que no se construya
un centro de reinserción para presos en tercer grado, pues no se le da
licencia.
Ahora que se aproximan las elecciones
municipales tenemos la oportunidad de observar y analizar cómo se ejerce la
política. ¿Se andarán con sumo cuidado para conseguir la silla del poder, bajo
las directrices que marcan el mercado y la sociedad del miedo, prometiendo
reducir el gasto público y la creación de más policía? Los llamados partidos de
izquierdas ¿ofrecerán más de lo mismo?
Algo tengo claro: me dan miedo. Lo siento,
señor Aznar , señor Sarkozy , no los quiero, ni a ustedes ni a los que
desarrollan sus mismas políticas, pues son las causantes de la injusticia
social y violación de derechos humanos.
* Profesor y Coordinador del Area de
Marginación de la APDHA
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