LA COMUNIDAD EDUCATIVA

Existen distintos motivos para podernos sentir desesperanzados con la política educativa desarrollada en los últimos años. Entre ellos los continuos cambios a los que la Logse se ha visto sometida desde su puesta en marcha, que han obedecido más a criterios de partido que a las evaluaciones necesarias que hubiesen supuesto el fortalecimiento del sistema educativo, lo que ha provocado que uno de cada tres alumnos no obtengan el título de la ESO. Por otro lado, el gasto público en educación no se corresponde con las expectativas de una ley cuya pretensión consiste en una mayor democratización de la educación.
Sin embargo, el optimismo debería ser la mejor actitud para crecernos en este apasionante océano de la educación un tanto revuelto, entre otras razones, por las circunstancias anteriormente señaladas.
Para ello se hace necesario que toda la comunidad educativa se sienta unida para poder responder adecuadamente a la incorporación cada vez mayor de niños inmigrantes que nos enriquecen y que necesitan ser acogidos y protegidos. No podemos olvidar que los inmigrantes sufren en mayor medida los problemas de convivencia, según el responsable del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia.
Esta comunidad educativa acoge cuatro veces más niños inmigrantes en la escuela pública que en la privada, enseñanza mayoritariamente perteneciente a la Iglesia; una comunidad educativa pública y laica que desarrolla su actividad en los cuatro puntos cardinales, muy al contrario de la privada que generalmente se encuentra en las zonas de mayor bienestar social.
Es por ello que merece la pena destacar el extraordinario trabajo que la citada comunidad realiza en los barrios populares en los que vive la población más vulnerable, lo que se traduce en unas aulas heterogéneas donde conviven alumnos díscolos y no díscolos, estudiosos y no estudiosos, de padres con mayor formación y padres con menor formación,...; una realidad social en la que de no darse los medios adecuados podemos caer en la perversidad del sistema, que tiene como consecuencia más inmediata el sufrimiento de alumnos y profesores.
Por tanto, se hace necesaria la creatividad para dar paso a la comunidad pedagógica (un grupo de trabajo formado por profesores, educadores y padres que desempeñen la tarea educativa en el aula que por sus características se considere necesario) cuando no pueda ejercerse la tarea tradicional de un solo profesor. Se hace necesaria una comunidad educativa que pueda contratar profesionales conocedores de la realidad de la zona cuando las circunstancias lo requieran. Una comunidad educativa que crea en la mediación escolar, que apuesta más por el diálogo y el encuentro que por la norma. Una comunidad educativa que evite centros cerrados y aislados, abriéndose al barrio y coordinándose con los diferentes agentes sociales de la zona.
En definitiva, una comunidad educativa que tenga como curriculum transversal la coeducación, la mediación en la resolución de conflictos, el saber estar respondiendo a la realidad, la educación en hábitos saludables,... que evite el fracaso escolar, que como dice el juez Emilio Calatayud "si se resuelve el fracaso escolar se resolverá el 82% de la delincuencia de menores en Andalucía (...) no olvidemos que el 30% de los chicos privados de libertad apenas saben leer ni escribir". Junto a ello, se evitaría considerablemente el desgaste y la frustración de los maestros y profesores a causa del estrés por los casos de conflictividad. Sirva como ejemplo el caso de Cataluña, que en el año 2003 el 10% de los docentes tomó tranquilizantes, el doble de la media de la población, según la Agencia de la Salud Pública de Cataluña.
Como nos enseña el viejo proverbio africano: "Para educar a un niño hace falta la tribu entera". En nuestro caso la comunidad educativa entera.
* Profesor de Biología y Coordinador del Area de Marginación de la APDHA

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