MEZQUITA, CATEDRAL Y ECUMÉNICA
El espacio y el tiempo no están
sujetos a nada ni a nadie, en todo caso a la vida presente. Es un aprendizaje
que adquirimos a lo largo de la historia, de la que heredamos riquísimos
legados patrimoniales considerados, algunos de ellos, de toda la humanidad.
La
Mezquita-Catedral de Córdoba es un ejemplo de ello, de la que nos debemos
sentir afortunados. Pero, ¿de quién es la Mezquita-Catedral? Desde el año 789
hasta el 1236 dependió de los musulmanes; desde el 29 de Junio de 1236 de los
cristianos. Anteriormente, este solar cimentaba a la basílica de San Vicente de
dominio visigodo. Y antes del siglo V quizás, este suelo sustentase algún
templo de la politeísta y sincrética Roma. Y antes de Roma posiblemente, fuese
un fértil suelo cultivado por los habitantes de la Córdoba ibérica.
Me
parece fuera de toda lógica argumentar que la Mezquita-Catedral siempre fue un
lugar de culto cristiano porque antes de la llegada de los musulmanes estaba la
basílica de San Vicente. Sería entrar en un juego de lenguaje bastante ingenuo
como “el cuento de la haba que nunca se acaba” que nos enseñaron de niños. No
es de recibo, si nos basamos en un planteamiento histórico objetivo, aquello de
“¿y antes, quien estuvo?”. Cada espacio, según su tiempo, ha respondido a una
determinada cultura. Luego, aunque es cierto que la Mezquita es la Catedral de
Córdoba desde el siglo XIII, sin embargo, este espacio como ningún otro no está
santificado por una única y exclusiva religión por los siglos de los siglos.
Es un
hecho evidente que antiguos templos cristianos sirven hoy al culto musulmán, a
raíz de cambios socio-políticos y culturales que acaecieron en una determinada
época. Estimo que centrar el debate en un toma y daca tampoco sea la solución
más indicada, ya que no se trata de un intercambio de templos. De lo que se
trata es de abrir el templo a otras religiones, por su valor simbólico y
universal, manteniendo la Iglesia Católica la administración del mismo.
Asimismo, la doctrina católica se basa en el Evangelio y no en el Antiguo
Testamento. Por tanto, el planteamiento de la Iglesia no debería partir del
“ojo por ojo y diente por diente”, sino de la actitud tolerante, abierta y
universal de Jesucristo. En este sentido, no se trata de ceder ni de perder
posesión alguna. Sólo estaríamos ante un gesto ecuménico basado precisamente en
el Concilio Vaticano II y que posibilitaría a la comunidad musulmana orar en el
Mirhab unos determinados días. Durante quince siglos en ese espacio o rezaban
los musulmanes o los cristianos. ¿Por qué no practicar a partir del siglo XXI
el mismo ecumenismo que predica la Iglesia Católica: cristianos y musulmanes?
Por
otra parte, si nos basamos en que Córdoba es patrimonio de la humanidad,
pretende ser la capitalidad europea de la cultura en el 2016 y lugar de
encuentros para la resolución de conflictos, qué mejor momento histórico en el
que romper barreras religiosas y estrecheces mentales.
Por
último, me atrevo a afirmar que la desconfianza y el miedo a lo diferente están
determinando que la Mezquita-Catedral de Córdoba no se abra al culto musulmán.
Juan
XXIII, dijo aquello de abramos las puertas
para que entre aire nuevo. ¿Por qué no abrir las puertas para que
nuestra Mezquita que es Catedral sea también ecuménica? Aprovechemos el momento
de proyección internacional que Córdoba desea para semejante gesto de
interculturalidad universal.
Miguel Santiago Losada
Delegado en Córdoba de la APDH-A
Córdoba, 19 de Mayo de 2004.
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