TYRANNOSAURUS SECURITAS

El Tyrannosaurus securitas es heredero de la capacidad agresiva que tenían los Terópodos (pie de bestia) del Jurásico y Cretácico. Entre ellos merece  especial distinción el Tyrannosaurus rex, el rey absoluto de su ecosistema, el carnívoro terrestre más grande de la historia de nuestro planeta. Eran animales robustos y pesados (medían cinco metros y pesaban siete toneladas), bípedos e hiperdepredadores ( un tiranosaurio ocuparía un nicho ecológico semejante al que en la actualidad tiene un león, situándose en la cima de la pirámide trófica). Debido al incremento del cráneo utilizaban la boca para matar a sus presas. Los enormes dientes estaban colocados en las mandíbulas de tal forma que, al cerrarse la boca, contactaban con la presa todos a la vez, triturándola de manera fulminante.
Estos enormes dinosaurios podrían cazar en grupo, alcanzando una organización muy eficaz para acosar, matar y consumir sus presas. Otra característica de sus comportamientos era el enorme celo con el que protegían a sus crías.
Tuvieron una gran expansión en el Cretácico de Norteamérica.
El Tyrannosaurus securitas se caracteriza porque a pesar de haber desarrollado la neocorteza cerebral de los mamíferos, que le otorga una conducta emotiva, y de haber adquirido un gran lóbulo cerebral frontal propio de la especie humana (Homo sapiens), asiento de las propiedades mentales más altas como la capacidad de aprendizaje, iniciativa, prevención y juicio, sin embargo, obedece al comportamiento menos evolucionado del neocórtex: la agresividad, pero con el agravante de que está dirigida por una capacidad mental superior, que le viene dada por las características cerebrales anteriormente descritas.

El Tyrannosaurus securitas utiliza la agresividad como el principal mecanismo a la hora de establecer sus relaciones sociales con el que no considera de los suyos: imponiendo, dominando, ninguneando, tiranizando, excluyendo...en aras a su propia seguridad y a la de los suyos, de ahí el nombre de Tyrannosaurus securitas, capaz de aniquilar a lo que considere diferente o ponga en juego su poder e intereses.

Este híbrido metazoo (apariencia humana, cuyo neocórtex cerebral está dominado por los instintos reptilianos más primitivos) lo podemos encontrar en las coordenadas geográficas: 38º 54´00” N y 77º 01´12” W y sus crías más fieles en las coordenadas geográficas: 51º 30´ 00” N y 00º 10´12” W, 40º 25´12” N y 03º 40´48” W, 41º 54´00”N y 12º 28´12” E.
El Tyrannosurus securitas se caracteriza porque, al mismo tiempo que procura su máxima seguridad, va generando la mayor inseguridad, sufrimiento y violación de los derechos de las mujeres y los hombres que jamás haya conocido la historia humana. Devora, amparándose en la ley del más fuerte, o como mucho, rebaja sus exigencias al ojo por ojo y diente por diente.
Entre las fechorías y crímenes más destacados realizados durante los últimos decenios de la humanidad y que la memoria histórica saca a relucir (una gran cualidad codificada en el neocórtex sapiens) recordamos los casos de Japón, Corea, Filipinas, Laos, Vietnam, América Latina, África y la propia Europa. En todos ellos hay que destacar la forma que el Tyrannosaurus securitas tiene de combatir. Utiliza la violencia política, otorgándole total impunidad. Para ello se sirve de medios revestidos de legalidad para lanzar acciones militares o paramilitares ilegales, que violan permanentemente el derecho internacional. Profundizando aún más en el caso de América Latina, considerada por los Estados del Tyrannosaurus securitas como su hinterland natural, se constituye como uno de los escenarios por excelencia de las intervenciones más sangrientas del Tirano. Favorece los golpes de Estado e impone la doctrina de la seguridad militar, que tiene como consecuencia el terrible exterminio humano de 200.000 guatemaltecos, 50.000 nicaragüenses, 80.000 salvadoreños, 30.000 chilenos,  miles de desaparecidos argentinos... genocidios terribles y tremendos de la institucionalización global del terrorismo del Tyrannosaurus securitas.
En este nuevo milenio, el nuevo arquetipo bélico del Tyrannosaurus securitas es la  destrucción total del enemigo y cero muertos en la huestes protegidas del Tirano. Es tan listo el especimen, que le llama guerra preventiva y se sirve del terrorismo como enemigo ideal para que su guerra preventiva le permita aniquilar a quienes se oponen a la expansión de las grandes industrias del Tyrannosaurus securitas: la industria armamentística y el control del petróleo.
Las crías del Tyrannosaurus securitas,  localizadas en las coordenadas geográficas anteriormente indicadas, son dignos hijos de su progenitor. Hacen méritos en sus respectivos territorios, aplicando toda una serie de seguridades penales y policiales. En este sentido, aniquilan los Estados Sociales y de Derecho en aras a la pseudoprotección de todos los Homo sapiens que gobierna, enfrentando a unos contra otros y, sobre todo, barriendo, eliminando, ninguneando a las víctimas más indefensas sobre las que aplica las leyes penales preventivas y la policía preventiva. Y todo ello bajo el pretexto de terminar con el mal en minúscula. Mientras tanto, el MAL en mayúsculas sigue construyendo su gran “ecosistema”, basado en las armas, el comercio injusto, la economía salvaje, la proliferación de conflictos bélicos, en los que mueren miles de seres humanos (Irak, Afganistán, Palestina). A los Tyrannosaurus securitas les ha dado por una nueva cruzada, obsesionada, a diferencia de la búsqueda de la tumba vacía de medievo, por el control del oro líquido.
Ante estos terribles hiperdepredadores de la VIDA, el Homo sapiens(que se deja regir por la corteza cerebral más evolucionada: la emotiva y la mental) necesita urgentemente dar una respuesta a los Tyrannosaurus securitas desde el juicio que su mente prodigiosa posee. Un juicio basado en el razonamiento, el diálogo, la comunicación, el sentido común, o sea, ha de plantarse ante los Tyrannosaurus securitas con un NO rotundo, sin miedo y con inteligencia. La capacidad humana tiene que volver a ganar la calle, haciendo valer los valores más propios de la humanidad opuestos, por supuesto, a las directrices de los Tyrannosaurus securitas que dividen al Mundo en primero, segundo, tercero y cuarto, y aniquilan por pasiva o por activa a los de los últimos puestos, sobretodo,  a los que no cuentan, a los que se les niega la propia existencia por su condición de excluido social.
Asimismo, tenemos que andarnos avispados ya que los Tyrannsaurus securitas y sus secuaces poseen una capacidad manipuladora excepcional, haciéndonos ver que el mal está en los márgenes de la historia, convenciéndonos en la necesidad de más guerras preventivas, policía preventiva, justicia penal preventiva, cárceles y leyes, tremendamente inhumanas como la de extranjería.
Como podemos apreciar, los Tyrannosaurus securitas han tejido una red para hacernos creer que atraparán el mal, cuando el MAL es su propia red, su propia concepción agresiva y bélica de la vida. Opóngase todo Homo sapiens a la guerra, a cualquier guerra.
Es oportuno recordar que todo ser humanos lleva en lo más profundo de su neocórtex cerebral el germen bélico y agresivo. No le dejemos que crezca y destruya una de las obras de la ingeniería biológica más impresionante del planeta Tierra: el cerebro humano, pues la consecuencia sería la destrucción de la Biosfera, empezando por el propio Homo sapiens.
Por último, a modo de recordatorio y homenaje: el Tyrannosaurus rex jamás aniquilaría a sus propia especie.



                                                                            Miguel Santiago Losada
                                                                       Delegado en Córdoba de la APDH-A
 Córdoba, 3 de Febrero de 2003


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