LOS DERECHOS HUMANOS ANDAN TORCIDOS
Córdoba ha iniciado el S.XXI con grandes realizaciones urbanísticas. El
concluido Plan RENFE, en el que se han invertido miles de millones de pesetas,
es una de las actuaciones urbanas más importantes de todo el Estado. Así mismo,
la entrada del nuevo siglo nos ha traído nuevas expectativas para nuestra
ciudad: el plan del río, el nuevo PGOU, el plan especial para nuestro universal
casco histórico (PECH), el parque joyero, el centro de transportes, la ciudad
de Levante, nuevos barrios que generarán una mayor calidad de vida, la creación
de nuevos parques que pueden convertir a Córdoba en la ciudad con mayores zonas
verdes de Andalucía... En definitiva, una ciudad que en materia urbanística se
va a poner en los primeros puestos. Ante lo cual, sólo cabe decir: “enhorabuena
por nuestra ciudad”.
Al
mismo tiempo, Córdoba es una de las ciudades europeas en la que se viven los
contrastes sociales con más contundencia. Es una ciudad en la que conviven, por
una parte, capas sociales con un nivel económico que nada tiene que envidiar a
las autonomías con más poder adquisitivo de este país, y por otra,
ciudadanos/as que apenas tienen dinero para subsistir, personas empobrecidas
que padecen un paro crónico, que habitan en infraviviendas, que sufren graves
problemas de toxicomanías, enfermedades infecciosas... que jamás tendrán la
misma incidencia en otras capas sociales. Ciudadanos estos empobrecidos, que
ven cómo pasan años sin respuestas sociales que les den una salida digna a su
realidad de vida y que, en cambio, se ven hostigados, castigados,
culpabilizados, incomprendidos... por una mala fortuna al decir de los
“ciudadanos de bien”, que pedirán más policía para liberarse de toda esta gente
que provoca una “gran” inseguridad ciudadana.
¿Cuál
es la auténtica inseguridad?
1-
La falta de trabajo, de
formación, de oportunidades laborales para estos sectores de la población, en
los el paro alcanza la cifra del 60 ó 70% de la población activa.
2-
La falta de vivienda.Un
trabajo digno posibilita el que cada persona, o familia, pueda buscarse una
vivienda adecuada a su realidad. La política de seguir construyendo
viviendas-gueto, a medio plazo, provoca más problemas que soluciones. En
Córdoba tenemos varios ejemplos. Aprovechemos el momento urbanísticamente
espléndido que vive nuestra ciudad para integrar a toda su población. Es una
buena ocasión para que las administraciones con sus empresas públicas, como
Vimcorsa, realicen proyectos creativos (viviendas en régimen de alquiler, de
venta...) adaptados al perfil de estos ciudadanos/as.
3-
La vulnerabilidad del
niño/a. Es necesaria una política social que responde positivamente a la
desvertebración social que sufren estos sectores. No a las intervenciones que
rompen más como la criminalización de los niños/as, los archivos biográficos,
las ingerencias en la intimidad familiar. Es necesario apostar por una
intervención social que ayude a la familia, a través de medidas laborales,
formativas, educativas que capaciten a la persona. De esta manera se regenarían
los
barrios y algunas niños/as no se verían obligados a vivir fuera de su
ambiente familiar y social.
4-
La no integración en los
niveles educativos. Queremos una política educativa que responda a la
diversidad. Para ello habrá que dotar adecuadamente la LOGSE para que se puedan
desarrollar todas las vertientes sociales de la ley educativa. No van por buen
camino las medidas que plantan el decreto de derechos y deberes del alumnado,
ya que provocan una mayor violencia, mayor represión, que estigmatiza al
alumnado “conflictivo” (mayoritariamente procedente de los contextos sociales
deprimidos), lo expulsa y margina. Desde esta perspectiva el sistema educativo
acabará, como nos descuidemos, en un eslabón más de la cadena de exclusión de
los niños empobrecidos.
5-
La desigualdad de género.
Debemos reconocer el papel social de la mujer. En los sectores sociales más
castigados por la injusticia social, son las mujeres, principalmente, las que
pueden posibilitar una verdadera salida social a los problemas de estos
barrios. Mujeres que, a duras penas, siguen luchando por su familia, sus hijos,
su barrio
En este apartado merecen una mención especial las mujeres prostituidas
a causa de la pobreza, que sufren las mayores vejaciones que un ser humanos
pueda padecer; mujeres que necesitan una serie de medidas sociales y laborales
urgentes para poder dignificar su vida.
Por
otra parte, no quiero dejar de reseñar el derecho a ser viejo y no estorbar en
una sociedad donde prima la utilidad, competitividad, productividad... es una
asignatura pendiente de nuestros días. Debemos mentalizarnos de que nuestros
mayores tienen el derecho de vivir con su familia, en sus hogares... Son
personas llenas de la sabiduría de la vida y es un contrasentido que terminen
en asilos, residencias; que por otra parte, comienza a ser una economía
emergente en nuestro país.
Las
personas inmigrantes que conviven con nosotros pueden estar en cualquier caso
de los puntos anteriores. De cualquier manera, no debemos olvidar que estas
personas nos enriquecen. Nuestra ciudad será más abierta, más cosmopolita, más
patrimonio de la humanidad, en la medida que los ciudadanos de otros países
puedan vivir con nosotros disfrutando de los mismos derechos y deberes.
Vale
la pena hacer este esfuerzo social por nuestra gente más desfavorecida. La
humanidad debe caminar hacia su plenitud, y un camino a ver cumplidos los
derechos humanos en cada una de las personas de nuestra ciudad, Andalucía, el
mundo.
Que
Córdoba vea pasear por sus nuevos espacios urbanos a toda su población en
igualdad social. Esa debiera ser la Córdoba del S.XXI que anhelamos.
Córdoba,
11 de diciembre de 2001
Miguel
Santiago Losada
Delegado
APDH-A en Córdoba
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