LA CALLE TORREMOLINOS, UNA CALLE MARGINADA

                        Mientras las miradas se dirigen a las imágenes que procesionan durante la Semana Santa de 1993 la calle Torremolinos de Córdoba, zona de la barriada del Sector Sur conocida popularmente como los “Vikingos”, seguirá viviendo el calvario de la injusticia social al que está sometido su vecindario.
                        Es un tiempo propicio para hacer una reflexión en voz alta sobre la cruda realidad que viven sus habitantes.

                          SITUACIÓN DE LA CALLE TORREMOLINOS

1.- VIVIENDA.
                        Los vecinos de la calle Torremolinos habitan en unas viviendas pequeñas y llenas de deficiencias en las que el hacinamiento es el denominador común. Pueden vivir una media de diez personas en pisos de alrededor de 40 metros cuadrados. La situación se complica, aún más, cuando las jóvenes parejas deciden independizarse, fabricando chabolas en lugares abandonados de los alrededores.
                        ¿Hasta cuándo la empresa municipal VIMCORSA, la Junta de Andalucía o el Gobierno se mantendrán con los brazos cruzados?
                        El bloque nº 35 de la calle Torremolinos lleva un año sin agua, desde el pasado 24 de marzo de 1992. Los cerca de 150 vecinos tienen que abastecerse de agua en una fuente, en la que algunas personas que consumen drogas lavan sus jeringuillas. Esta situación acarrea una falta de higiene, malos olores y aparición de ratas y cucarachas por las cañerías de desagüe, con el consiguiente peligro de transmitirse una enfermedad infecciosa.
                        ¿Hasta cuándo la empresa municipal de aguas EMACSA va a ignorar esta insalubre situación?
                        Desde diciembre de 1991 la casa de una abuela de la calle Torremolinos está esperando una reforma a causa del incendio provocado en la planta baja de su edificio. Al principio estuvo viviendo en un camión abandonado, que fue retirado por la policía local el pasado verano. La prometida ayuda institucional todavía no ha llegado y la abuela ha pasado dos inviernos en esta lamentable situación.
                        ¿Hasta cuándo los servicios sociales comunitarios del Centro Cívico del distrito Sur van a estar cruzados de brazos? ¿Por qué la asociación de vecinos del barrio no ha respondido con la misma urgencia que lo ha hecho con otros sucesos ocurridos en otras calles del barrio?

2.- ESCUELA.
                        En una noticia aparecida en la prensa local a principios de 1993 podíamos leer que “el racismo disimulado, en el mejor de los casos, condiciona la escolarización de los barrios marginales de nuestra ciudad”. Los padres tratan de evitar determinados colegios para sus hijos, entre ellos el CP “Albolafia”, donde acuden la mayoría de los niños escolarizados de la calle Torremolinos, bastantes de etnia gitana, que con una capacidad para 500 alumnos sólo 200 está matriculados.
                        Detectamos que, junto al rechazo social, la escuela no es capaz de responder a la realidad de estos chavales pertenecientes al llamado Cuarto Mundo. Las consecuencias más inmediatas son el elevado absentismo y el rechazo escolar. Sin embargo, no olvidemos que son inteligentes, que piensan y opinan, que les gusta aprender aunque de otra manera. Tampoco podemos obviar que el sistema educativo está planteado para reproducir el sistema social, para los “mejores”, los más competitivos.
                        ¿Hasta cuándo no seremos capaces de desarrollar un sistema educativo que sepa responder a las diversas realidades que nos ha tocado vivir?

3.- CÁRCEL.
                        Bastantes familias de la calle Torremolinos tienen algún padre, madre, hermano o familiar en prisión. La mayoría por delitos relacionados con el tráfico y consumo de drogas. Los medios de comunicación nos informaban a principios de los años noventa que “el 90% de la población penitenciaria está por estos motivos”. La situación se complica cuando encarcelan a una madre viuda o tiene su pareja también en la cárcel. ¿En qué situación se quedan los hijos?
                        La mayoría de las personas que ingresan en prisión son jóvenes, toxicómanos, que padecen alguna enfermedad infecciosa y que no es raro que hayan intentado suicidarse en más de una ocasión. No es excepcional que alguno muera en prisión por alguna de las causas anteriores, en la más absoluta soledad.
                        Los que pertenecemos a la clase del bienestar social muchas veces nos quedamos en el delito que cometen, pero ¿quién les ha robado a ellos el sentido de la vida, la libertad o la oportunidad que todos los seres humanos merecemos? La cárcel va a significar para ellos el último eslabón de la cadena de la deshumanización que padecen.
                        ¿Hasta cuándo seguiremos criminalizando a las víctimas que el mismo sistema genera? ¿Por qué la mayoría de las personas presas son excluidas o marginadas?

4.- DROGA.
                        Cualquier día de la semana es lamentable observar cómo se drogan en la misma calle decenas y decenas de jóvenes. No siendo extraño que alguno de ellos sea atendido por urgencias en la misma calle a causa de una sobredosis. Es una de las escenas que crea más impotencia a cualquier ciudadano con un mínimo de sensibilidad.
                        ¿Acaso  apresándoloslos se termina con el problema? ¿Cómo no van a engancharse a las drogas algunos de estos chavales de la calle cuando están conviviendo permanentemente con ella? Primero será un porro, luego esnifarán una papelina, después vendrá el pico… y posiblemente acaben contagiándose de enfermedades incurables como el SIDA.
                        ¿Hasta cuándo pagarán justos por pecadores? Nos informan de la complicidad de algunos cargos de la policía en el tema de la droga (caso del jefe superior de la policía de Sevilla), de la complicidad de algún que otro aristócrata (caso del Duque de Feria), de la complicidad de algunos funcionarios de justicia, de prisiones y de aduanas. Sabemos que los responsables políticos no toman las medidas adecuadas, sólo desarrollan leyes criminalizadotas para contentar a una población que pide más seguridad ciudadana. Todos sabemos que el tráfico de drogas es uno de los grandes negocios mundiales (“Suiza lava más blanco”). Se moviliza más dinero con la droga que con la industria automovilística.
                        ¿Por qué los gobiernos no persiguen y encarcelan a los grandes traficantes de guante blanco? ¿Cómo son tan hipócritas de acusar  a los marginados de la sociedad como si fueran los causantes de dicho mal? Vendan o consuman son los últimos responsables. Mientras tanta las barriadas, que padecen la injusticia social acrecentada por el problema que supone el tráfico y el consumo de drogas, sufren permanentemente  la mala imagen que este hecho supone para ellas.
                        No olvidemos, como dice la jueza Manuela Carmena, que habrá droga mientras haya toxicómanos y mientras el negocio de la droga sea el mayor del mundo. Si queremos quitar el efecto vayamos a la causa, que es el lucro ilícito.

5.- PARO.
                        El excluido o marginado vive ante una sociedad inaccesible. El acceder al mercado laboral les resulta muy difícil por la falta de formación y las trabas que les pone el propio mercado laboral. Malviven de la rifa, la chapuza, chatarra, de la droga, de la economía sumergida en el mejor de los casos. No es raro el día en que la policía les retira la mercancía por falta de licencia municipal, sin plantearse qué licencia van a pagar si lo que ganan es para subsistir. Están tan desesperados que no esperan nada de nadie, porque aquéllos de los que esperan medidas para solucionarles los problemas no los escuchan. Padecen un paro crónico. El paro, el estar ociosos, es parte de sus vidas. Situación que va afectando progresivamente a los jóvenes que no encuentran trabajo y que pasan el día en la calle.
                        ¿Acaso se puede solucionar el problema con medidas coyunturales como el salario social?

6.- SIDA.
                        En los últimos nueve meses han muerto de Sida siete personas de la calle Torremolinos. El contagio de estas personas fue por ser toxicómanas o por vía sexual.
                        Hay vecinos portadores del Sida y otros que ya lo padecen. Algunas de estas personas fueron contagiadas a través de vis a vis en la cárcel. ¿Dónde estaban las medidas sanitarias?
                        La falta de formación y de higiene hace que los vecinos de la calle Torremolinos corran un riesgo mayor que el de otros sectores de la ciudad. Es uno de los hechos que más demuestra el grado de deterioro que padece la calle.

7.- TRANSEÚNTES.
                        Desde hace un año va aumentando el número de personas que duermen en sucios colchones en plena calle. La mayoría son toxicómanos y mujeres que ejercen la prostitución callejera. La indefensión que padecen hace que se agrupen compartiendo lo poco que tienen.
                        ¿Hasta cuándo las distintas administraciones se van a mantener al margen de estas situaciones indignantes que viven dichas personas?

8.- MENDICIDAD.
                        Algunas personas de la calle utilizan este medio a través de sus hijos, principalmente, para conseguir  dinero. Otras veces, los mismos jóvenes piden en algún que otro semáforo de la ciudad para satisfacer algunas de sus necesidades. Son personas que prefieren pedir antes que delinquir. ¿Cuál es nuestra actitud ante ellas?

9.- PROSTITUCIÓN.
                        Otro medio para atenuar la miseria familiar es ejercer la prostitución. No debe extrañarnos que alguna de estas mujeres sean toxicómanas y portadoras del Sida.
                        Los hijos de estas mujeres de la calle Torremolinos  son acogidos y cuidados por sus propios abuelos, que son la mejor protección ante la dura realidad que viven sus madres.

10.- INFANCIA Y FAMILIA.
                        El paro, el deterioro y hacinamiento de las viviendas, la falta de formación, en definitiva, la falta de recursos para poder vivir con dignidad, son los desencadenantes de las tensiones, riñas, violencia, alcoholismo, drogas…, que generan un gran deterioro de las relaciones en el seno familiar, que hace que los niños no reciban la protección necesaria para un sano crecimiento.
                        En algunos casos la escasez de recursos hace que los padres presionen a sus hijos a buscarse la vida a través de la recogida de cartón, mendicidad, prostitución, drogas…, lo que sea con tal de ganar unas pesetas. Esto no quiere decir que quieran menos a sus hijos que nosotros, sino que las condiciones de vida les obligan a ello.


                        ¿No parece que el engranaje social está diseñado para generar la exclusión social? ¿Cómo es posible que coincidan tantas miserias juntas? Sin lugar a dudas el excluido o marginado social es el resultado de la injusticia social, es el fruto de la civilización del egoísmo, del lucro, del mercado neoliberal, del consumismo… En este primer mundo de la opulencia se nos revela por medio de la exclusión social la crueldad e inhumanidad de un sistema que crea su propio desecho. Los excluidos no se han automarginado, sino que han sido apartados a la cuneta de una sociedad excluyente. En la medida que siga existiendo un orden social injusto se seguirá generando situaciones de miseria.

                            ¿QUÉ SOLUCIONES PODEMOS ARBITRAR?

1.- INSTITUCIONALES.
                        - Unos presupuestos sociales que atiendan debidamente a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad.
                        - Actuación integradora a la hora de trabajar con estas familias.
                        - En caso de retirada de menores por desamparo acudir, en primer lugar, a la familia extensa y en su defecto a la de acogida. Si afecta a varios hermanos que siempre se siga el criterio de la no separación.
                        - Apoyar a los colectivos sociales que realizan un trabajo de calle.
                        - Buscar soluciones a las madres presas que tienen a sus hijos en situación de desamparo para evitar la retirada del menor.

2.- PROFESIONALES.
                        Partiendo de la problemática anteriormente analizada, la situación que padecen estas personas se puede agravar por un excesivo tecnicismo profesional. Si no hay un verdadero compromiso, las intervenciones sociales pueden agravar aún más las diferentes realidades sociales.
                        Los profesionales de los servicios sociales deben estar abiertos a las realidades de la calle y coordinarse con los distintos colectivos que trabajan en la misma. El trabajo de despacho (programaciones, memorias, evaluaciones…) debe ocupar un lugar complementario al trabajo de calle.
                        Los profesionales deberán huir de la fácil tentación de la criminalización de la pobreza, para ello no hay mejor medicina que ponerse en el lugar del que padece tanta injusticia social.

3.- EDUCATIVAS.-
                        - Buscar salidas educativas y formativas para los jóvenes marginados que son analfabetos y para los que la escuela no ha sabido dar respuesta eficaz.

           
                        - Apoyar la educación compensatoria.
                        - Arbitrar todas las medidas necesarias para que los colegios estén dotados de un profesorado sensibilizado con la realidad social de estas familias.

4.- VECINALES.-
                        - Desarrollar un trabajo para concienciar a los ciudadanos de la realidad social que viven algunas barriadas. Es necesario educar en valores de tolerancia a una ciudadanía muy preocupada con un tipo de inseguridad ciudadana que desvía la atención del verdadero origen de tal inseguridad: la injusticia social. La auténtica inseguridad ciudadana  es la que sufren los miles de parados, los millones de empobrecidos, los que sufren la terrible lacra de las toxicomanías y son considerados como unos delincuentes, las mujeres que ejercen la prostitución callejera en un absoluto desamparo, los sin techo que mueren todos los años a causa de las inclemencias meteorológicas,…
                        - Exigir una intervención social responsable por parte de las administraciones, que desarrolle con eficacia y seguimiento los distintos programas sociales para conseguir el efecto deseado de la inclusión social.

5.- EDUCATIVAS DE CALLE.
                        - Exigir recursos a las administraciones, al mismo tiempo de tener una actitud crítica con ellas.
                        - Que las personas que realicen esta tarea sean honestas, sensibles, preparadas y con capacidad de permanecer en la ardua tarea. Personas que crean en la vida y sean capaces de contagiarla, sobre todo en estos ambientes de sufrimiento y desesperación.
                        - Salir al encuentro de la calle, donde se encuentran las personas con sus problemas.
                        - No tomar actitudes de beneficencia, ni paternalistas que conducen a unas falsas esperanzas a la hora de superar los problemas.
                        - Procurar una coordinación entre el colegio, la familia, las demás instituciones y organizaciones del barrio.

6.- SOCIALES EN GENERAL.
                        - Despertar a la realidad que nos rodea, sensibilizándonos con ella.
                        - Comprometernos con la realidad. Hay mucha falta de humanidad.

                                                      EPÍLOGO

                        El marginado o excluido ha de buscarse la vida. Esta es la tarea fundamental que ha de plantearse cada mañana. Para nosotros desde nuestro Primer Mundo del Bienestar, la vida es algo que damos por supuesto.
                        Lo que da sentido a nuestra vida, no es la vida misma, sino todo aquello con que la arropamos y que se podría resumir en una palabra: seguridad. Es decir: ahorro, trabajo fijo (aunque no nos sintamos realizados en él), un techo, un coche,…
                         Vivir al lado de ellos hace recobrar humanamente el sentido de la vida, la solidaridad, la justicia, la fraternidad. Sólo de esta manera se termina con el individualismo y con la dinámica de la exclusión.
                        Nuestro trabajo y compromiso nos lleva a no perder la memoria histórica, Memoria de tanto sufrimiento y fracaso de los oprimidos a lo largo de la historia. Esta memoria nos urge, en un mundo sin utopías, a seguir apostando por un futuro para todos, y nos impide el autoengaño y el enmascaramiento de lo que acontece.

                                                                           Córdoba, 11 de Abril de 1993
                                                                              Miguel Santiago Losada

                                                           Profesor y educador de calle de la C/ Torremolinos

Comentarios

Entradas populares de este blog

DOS ANDALUCES ASESINADOS HACE 88 AÑOS

PASAR EL VERANO EN CÓRDOBA

LA HETERODOXIA DE LA SEMANA SANTA ANDALUZA DIOSAS DE LA PRIMAVERA ANDALUZA