Flores de almendro

Después de un frío y desapacible invierno las flores del almendro anuncian que otro tiempo más cálido y apacible ha llegado. Algo percibo en el ambiente de esta milenaria ciudad que me anima a pensar que algo se está moviendo, al igual que el viejo árbol recobra su vitalidad gracias a la savia vigorosa que lo inunda.
Córdoba padece los síntomas que caracterizan a las ciudades con muchos años de historia: inmovilismo, fatalismo, senequismo, de ahí expresiones como el indolente "ea" que a veces damos por respuesta. Otra forma de manifestación tiene lugar a través de los que se pasan la vida llorando por las esquinas sin aportar nada, ni mover un solo dedo, ahogando sus penas en entretenimientos culinarios de fines de semana.
Esta indolencia explica que un poder medieval, como es el cabildo catedralicio, haya llevado las riendas económicas de esta ciudad, mientras por las puertas de las sacristías periféricas salían los futuros ediles del poder político local. Sólo así se puede entender los flirteos entre instituciones aparentemente tan lejanas pero a su vez con tantos intereses en común. Pongamos un solo ejemplo que lo ilustre: el "tripartito" Ayuntamiento, Cajasur y Arenal 2000. Curiosamente los tres atraviesan una profunda crisis mientras que en los cuarteles de la avenida del Aeropuerto, de la calle Rafael de la Hoz Arderius y de Ambrosio de Morales pocas esperanzas hay que nos anuncien una nueva primavera. Sin embargo, nos queda la oportunidad y la obligación de trascender tanta indolencia, porque estamos presenciando acontecimientos que nos devuelven la esperanza. Que Obama ponga a Córdoba de ejemplo mundial de la interculturalidad, que Ildefonso Falcones haya hecho de Córdoba escenario de su última novela La mano de Fátima , autor de la novela La Catedral del Mar , o los acontecimientos culturales que cada vez se van prodigando más en nuestra ciudad, como el de la Noche Blanca del Flamenco, son pasos para que Europa la reconozca por su glorioso pasado y por su presente, como una de sus grandes ciudades históricas y culturales.
Al mismo tiempo, nos deben de enorgullecer instituciones públicas como la Ciudad Sanitaria Reina Sofía y la Universidad de Córdoba, que debemos de mimar y cuidar para que las cutres rivalidades localistas no les resten el nivel sanitario y académico que ostentan. Por resaltar algo decir que en nuestro Hospital Universitario Reina Sofía se han llevado a cabo el 40% de todos los trasplantes realizados en Andalucía. No en vano es uno de los centros hospitalarios referentes en todo el Estado español para los trasplantes hepáticos infantiles, los de pulmón en niños y adultos, para el trasplante cardiaco infantil y para el de páncreas. En el mismo campo de la salud, el hospital de alta resolución de Rabanales XXI y el instituto Maimónides de investigación biomédica de Córdoba (Imibic), un espacio de investigación multidisciplinar en el que trabajarán conjuntamente científicos procedentes del ámbito universitario y sanitario, harán que Córdoba sea, aún más, uno de los grandes referentes de la sanidad andaluza y española.
Por otro lado, el estudio sobre la calidad de las universidades en España, realizado por la Universidad Complutense, sitúa a la UCO nada más y nada menos que en el puesto número dos de las 69 universidades españolas, por su docencia e investigación, sólo precedida por la universidad privada de Navarra. Las universidades históricas andaluzas como las de Granada y Sevilla ocupan el puesto 7 y 24 respectivamente.
Esperemos que este renacer vaya de la mano de la cohesión social para que la población excluida, la principal lacra social, vaya disminuyendo. Sería el principal logro para una ciudad que quiere ser reconocida como intercultural y solidaria.
* Profesor y presidente de la
Asociación Kala


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