DOS CORAZONES, UN OBJETIVO
Al arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, y al joven migrante Mamadou la vida los llevó por senderos marcados por la búsqueda de los derechos humanos. El primero por defenderlos, el segundo por buscarlos desesperadamente. Santiago Agrelo llegó a Marruecos hace doce años sin saber lo que le esperaba en el país vecino: "choqué de frente con la migración, que era algo nuevo para mí". Con el tiempo y desde la lucidez que da la realidad llegó a decir que "no es lo mismo leer el Evangelio en una catedral que en una patera. Y yo intento leerlo en la patera para siempre". Mamadou nació en Congo hace veinte años. Al poco de nacer, su madre falleció cuando aún era un niño debido a una enfermedad cardiovascular. Antes de morir lo confió a su familia materna. Un ataque de los paramilitares acabó con la vida de su tía y de su abuelo. Santiago Agrelo en sus doce años de arzobispo en Tánger recuerda los testimonios de los migrantes con los que el destino le ha unido: “s