Una nueva hoja de ruta
El Estado español padece una serie de graves problemas que obligan a la búsqueda urgente de soluciones sociales y políticas. El empobrecimiento de la población, la corrupción, la territorialidad, los privilegios de la Iglesia católica y la Jefatura del Estado empujan a una gran reforma de la Constitución de 1978. El principal problema de este país es el que sufren millones de personas debido al empobrecimiento social que conduce, en muchos casos, a la exclusión. Esta grave realidad choca frontalmente con la primera cualidad que define a nuestro Estado: un Estado Social. Un Estado Social está obligado a que los derechos humanos sean el eje transversal y vertebrador del mismo, cuyo primer objetivo debería consistir en conseguir una distribución de la renta, entre todos los habitantes del Estado, lo más equitativa posible y deseable. Cuando el Estado no cumple con su primera cualidad, la social, es un Estado fraudulento para su ciudadanía, un Estado carente de salud democrática al no