JESÚS DE NAZARET ENTRE BANDERAS PALESTINAS
El
pasado 12 de septiembre, dos colectivos ciudadanos coincidieron en el Puente
Romano: el colectivo que denuncia el genocidio palestino y la cofradía del
Huerto. El primero lleva dos años manifestándose contra miles de muertes que
está ocasionando el gobierno de Israel en Gaza: cerca de 70.000 víctimas
mortales (más del 80% de la población civil, de ellas en torno a 20.000 niños),
además de la destrucción total de pueblos y ciudades. Una comisión
independiente de las Naciones Unidas acaba de elaborar un informe en el que se
reconoce explícitamente el término genocidio para definir lo que ocurre en
Gaza.
La
Cofradía del Huerto, por su parte, realizaba su recorrido procesional con
motivo de la participación, junto a otras cofradías, en la tercera misión
diocesana que vuelve a celebrarse en la zona Sur de la ciudad. Las anteriores
tuvieron lugar durante el régimen franquista nacionalcatólico: en 1945, bajo el
episcopado de Adolfo Pérez Muñoz, y en 1954, en tiempos de fray Albino.
Sin
pretenderlo, ambos colectivos coincidieron. En un principio, el portavoz del
gobierno municipal responsabilizó a la Subdelegación del Gobierno de lo
ocurrido, indicando que “no hubiera pasado nada si se hubiera celebrado en otro
sitio u otra hora”. Además, valoró “el saber estar que tuvo esta cofradía, que
mantuvo su cortejo y el ritmo que tenían previsto. Fue la que evitó, desde
luego, que el incidente fuera a mayores”. Temerarias resultan las palabras del
portavoz al insinuar subliminalmente que el otro colectivo no mostró el mismo
comportamiento.
Sin embargo,
el hermano mayor de la cofradía declaró a los medios de comunicación: “Vivimos
con sorpresa lo sucedido al ver que coincidíamos en el mismo tiempo y espacio.
Se solventó bien, no entramos a nada, cada uno fue a lo suyo. Aligeramos el
paso y todo transcurrió sin problemas”. Lamentando la “falta de previsión” y
solicitando un mejor trabajo conjunto de las Administraciones.
Por otro
lado, la subdelegada del Gobierno en Córdoba explicó que la concentración por
Palestina contaba con autorización de la Subdelegación, mientras que la
autorización de la procesión competía “única y exclusivamente al Ayuntamiento
(...), que en ningún momento nos indicó que se iba a producir esa procesión”.
Los manifestantes contra el genocidio “dejaron que transcurriera la procesión.
No tuvieron que intervenir (la Policía Nacional), no hubo necesidad de
hacerlo”.
Como ciudadano
en contra de cualquier genocidio y seguidor de Jesús de Nazaret, me congratula
la coincidencia: ver la imagen del profeta de Nazaret, cruzando el puente
bimilenario entre manifestantes con banderas palestinas y proclamas como “¡Las
tierras robadas serán recuperadas!” o “¡No es una guerra, es un genocidio!”,
mientras la imagen avanzaba en silencio, acompañada por decenas de fieles con velas
encendidas.
Conociendo a
Jesús de Nazaret, un hombre de amor, justicia y paz en su tiempo, estoy
convencido de que hubiera estado en el puente como un manifestante más, con la
kufiya al cuello, ondeando la bandera palestina y proclamando al viento: “Dichosos
los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9).
La seña de identidad de cualquier actividad que se considere cristiana es el
Evangelio. Y lo que necesitan muchas personas que habitan en el distrito sur de
la ciudad se llama solidaridad y justicia social, es decir, una política que
solvente sus problemas. En palabras de Jesús: “Tuve hambre,
y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a mí”. Así se transforma el mundo: luchando por la igualdad
y la dignidad de todas las personas. Esa fue la misión de Jesús de Nazaret, el
hombre que pasó haciendo el bien, denunciando a los poderosos de su tiempo,
clamando el amor, la paz y la justicia social.
Córdoba,
18 de septiembre de 2025
Miguel Santiago Losada
Profesor y escritor
Comentarios
Publicar un comentario